Levanté la persiana y estaba fijo ante mi ventana. Pudo ser casualidad pero la mera imagen de que un gato tratara de controlar mis movimientos removía mi subconsciente. Reconozco que nunca he sido propenso al trato con esa especie. Aun suscitando en mí cierta ternura y bastante admiración por su estética y dinámica arquitectura lo cierto es que siempre he evitado tratarlos. Ese tomarse la confianza cuando estás en casa de unos amigos me pareció toda la vida una interferencia molesta. ¿Qué ellos intentan explorarme y poner a prueba mi manera de ser? Acaso, pero uno tiene algo de rebelde al que no gusta ser tanteado descaradamente. Se me dirá que muchos humanos practican también ese juego; pues bien, acaso por esa razón estoy pertrechado de desconfianza. No sabría decir si es más fácil tratar con un humano que se manifiesta con intenciones arteras e inquisitivas sobre tu vida que con un gato al que ves unos minutos y por primera vez. Pero uno va estando acostumbrado a su propia especie, que no cómodo, y, aunque se sigue sorprendiendo un poco del último ejemplar de dos patas que llega exhibiendo carantoñas y devoción, cuando no reclamando exigencias y obligaciones, pues uno prepara su red, extiende el foso y muestra sus defensas si es necesario. Esa característica física que tienen los ojos de los gatos durante el día -la pupila prácticamente contraída- les otorga sin quererlo un aspecto equívoco. Desde que leí
1984, de George Orwell, y con la implantación generalizada de cámaras hasta en el retrete, empecé a ver en las miradas gatunas una aportación más al
gran hermano generalizado en nuestros tiempos y sociedades. Pero éstas son figuraciones mías. Durante un rato el gato de la terraza permaneció pendiente de mis gestos y como parecía que sacarle la lengua no sólo no le espantaba, sino que destacaba más curiosidad en él, me puse a mis quehaceres.
Ja,ja,ja. ¡Qué bueno! ¿Conoces el funcionamiento de las neuronas espejo? El que más gracia me hace es el proyectivo.
ResponderEliminarLo cierto es que me gustan todos los animales y he experimentado flechazos con muchas especies, desde burros, pasando por caballos, cerdos, pájaros, gatos por supuestísimo, hamsters, hombres y mujeres, ¡como no! Mi blog da fe de ello.
Con los salvajes no he tenido la oportunidad de experimentar.
No me preocupa nada que me miren, porque lo que encuentren será banal, banal, vulgar y aburrido. Los verdaderos valores no temen exponerse a la luz del sol más intensa, es sabido que tan solo serán observados por aquellos que tienen la vista adiestrada para ver aún bajo la luz mas intensa. De la oscuridad no habloré, en esa es más fácil de descubrir bultos, .....ja,ja ..... al tacto y a coscorrones. Beso.
Huy, acabo de caer en la cuenta, será porque bien ya no me funcionan las neuronas adecuadamente o porque estoy acostumbrada a vivir aislada con mis soliloquios y Zola como compañía contínada.
ResponderEliminarPido perdón, puede que esta entrada sea una llamada a la discrección. Ay, no quise molestar, es la espontaneidad asilvestrada que ya enraizó en mi persona. De veras, ya no escribiré con tanta frescura, me había olvidado que la primera premisa en la vida es el respeto.
querido Fackel:
ResponderEliminarno te tomes a mal mis palabras, compañero, pero se nota que no has estado cerca de animales, que los conoces mal
tu comparación con los humanos es de una ingenuidad sorprendente, al menos eres consciente de ella, pero no logras desprenderte, cosa que me asombra en alguien con tal "alto" grado de discernimiento,
lo diré sin más rodeos: lo inquietante en el gato lo pone el ojo humano, el prejuicio humano. En un animal en sí mismo no hay nada inquietante. Pero hemos alzado el animal a abstracción, lo hemos emponzoñado de mitología, hemos perdido la interacción inmediata, sin mediaciones mentales, con el animal. Un síntoma más de la pobreza de nuestra forma de acercarnos al mundo. De nuestra obsesión por limar, encorsetar, extirpar el vértigo a cuanto acontece.
por otra parte, el animal no nos molesta, no interfiere: somos nosotros los que nos defendemos, los que tenemos la conciencia, la desdicha (en otros casos dicha, si se quiere) de la re-flexión, de la flexión de lo propio en el ojo atento, expectante, sin juicio, del animal,
me sorprende y enternece tu malestar ante el gato y los prejuicios no del todo resueltos que respiran en tu texto,
un abrazo con maullido
pd: un gato precioso, por cierto (como todos). su manera de habitar el instante me conmueve
ResponderEliminarmaravilloso animal
Mientras sólo sea un gato...
ResponderEliminarMaravillosa alegoría.
Fackel, los gatos son un poco especiales, y tienden a sentirse atraídos por las personas a las que notan que no les gustan o en las que causan recelos, del mismo modo que no hacen caso a quien, siendo desconocido se empeña en llamarlos o acariciarlos. La mejor manera de iniciar una buena amistad con un gato es cerrando los ojos y girando la cara en el momento en que crucéis las miradas; eso le tranquiliza, y al mismo tiempo le inspira curiosidad y respeto hacia quien se lo hace.
ResponderEliminar¡A!, y si te ha elegido como amigo, lo siento, pero no te quedará otra opción.
Un abrazo.
Emejota, con tu sentido del humor se puede ir no sólo al fin del mundo sino hasta la extinción de las especies, jaj. Que seguro que te gusta que las especies te vean receptiva. Hay gente que tiene el don, que sólo su proximidad a un animal suscita en este empatía o lo opuesto. Pero no me creo que las especies vean en ti lo banal, ya te digo que si se dejan es que les llenas.
ResponderEliminarY de tu segundo coment, ¿qué dices? ¿Lees lo que no se escribe? Anda, anda. Nada de restringir tu estilo abierto y generoso, y como si lo es también desenfrenado. Tú habla como pienses, que a estas alturas a uno no se le caen los anillos.
Vamos, Emejota.
Stalker, debería simplemente responderte: miau. Pero como decir miau entre los humanos tienen significados muy poco gatunos, y sí muy de desconfianza humana, pues lo retiro, jaj.
ResponderEliminarQue sí, que tienes razón. Que conozco mal a los animales, que mis veranos del Norte en la infancia sirvieron para aproximarme, pero no con todas las especies se llega de la misma manera. Mi serafismo franciscano se queda corto. Y además, si te hablara del lado oscuro de ciertas cosas que la inconsciencia infantil capacita me reprenderías más.
Ea, que uno percibe lo que percibe, que mea culpa si es preciso, pero que la penitencia no la voy a cumplir, y que soy más perruno que gatuno, y qué lo voy a hacer. Acaso en la próxima reencarnación.
Un abrazo calmo.
Stalker, que tu análisis sintético sobre significados animales y la receptividad humana y su esquema mental que lo sumblima o devalúa todo lo participo. Pero cuando ciertas cuestiones heredadas desde antiguo en la vida de uno se quedan en el subconsciente, salvo que cambie de vida y actúe de otra manera por razones del guión, no es fácil modificar tu pensamiento interiorizado tan psíquicamente. Ya te digo, que las cosas son así y que uno tiene que tirar para adelante. Quién sabe si en mis últimos días no seré olisqueado por un gato o lamido por un can, y seguro que en ese instante veo a un dios animista en ellos.
ResponderEliminarStalker, y van tres: que no es broma, que es tal cual, que el gato estaba ahí (parece el mircrorrelato del dinosaurio) y aunque le hice varias fotografías, semiescondido -perro semihundido en la arena, gato semioculto entre plantas y flores- y a pecho descubierto, elegí ésta porque me parecía más guapo y buen chico, mira tú.
ResponderEliminarAta, de momento digamos más bien:
ResponderEliminarceci n'est pas un chat
(Recuerda ek cyadro de Magritte de la pipa)
Ay Fackel, te haré caso y seguiré siendo una fresca ;). Ya ves que pronto se me convence. Cuanta razón tienes en eso del pensamiento interiorizado desde la infancia,... cachis.... cierto, a todos nos pasa, a mi me parece que con esto de los años voy siguiendo la estadística esa que nos acerca a la infancia. (Ufff, ni en broma, que la mía fue psicológicamente dura de narices)
ResponderEliminarOye y que si quieres entreveer el cielo, al menos el perruno, eso resulta faaacil. Que lo se, que vivo ahí, que para qué esperar, que mas vale lo bueno en mano.
Ja,ja, es que la que escribe esto es una mano terrícola: Mercurio en Capricornio en mutua de trígono (facilidad) a Saturno en Virgo en sector noveno. Todo esto a su vez resulta divertidamente "desmigajable". Acaba siendo como hacer un puzzle, divertido las más de las veces. (Hasta que predices alguna desgracia a lo tonto.... y va y se cumple..... y no lo entiendes, porque tampoco acabas de creertelo del todo. Pero esto acaba convirtiendose en anécdota dentro del monto total de la cuestión)
Resulta tan fácil entender las cosas de esta manera. Para mi ha acabado siendo absolutamente terapeutico, para ayudarme a reír más, a aguantarme con más paciencia. etc, etc.
Beso.
Carlos. Seguiré tus instrucciones al pie de la letra. Y yo que creía que todo residía en echar un pulso de miradas a ver quién aguantaba más... Con razón siempre me he cansado antes.
ResponderEliminarBuena noche.
Cómo te lo pasas, Emejota. Me dejas bocas porque mi astrología es nula.
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