"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
martes, 23 de febrero de 2010
Limitaciones
“...pero no es absolutamente definitivo que dejen de ser si no permanecen en su estado físico. Al menos no en su significado subjetivo que, en resumidas cuentas, es el que te confiere conciencia y por lo tanto destino. Cuando he tenido que marcharme de un lugar que me hacía sentir bien o separarme de otros individuos que me aportaban en aquel momento como si fuera la plenitud, cuando acaso no era sino la revelación que venía a salvarme en ese instante, sabía que el objeto desaparecía porque desaparecía su estado. Por lo tanto, se esfumaba también su condición. Mi manera de aferrarme a que la desaparición no fuera para siempre era transportar la experiencia vivida a mis sentimientos. Y mis sentimientos los aderezaba con las emociones que, cual ingredientes de la despensa particular, están siempre prestas a echar mano de ellas para cerrar el círculo del sentido de las cosas. No me bastaba con la memoria. Tenía que traducirlo a campos más profundos, donde se preservase el significado que había tenido para mi. Y entraba en una especie de melancólica fidelidad a la memoria de lo imposible. Pero en la medida en que el estado real había cambiado, aquel ejercicio íntimo no era sino nostalgia que me mantenía provisionalmente, hasta adaptarme a otra situación. Nunca volvería ni al paisaje del espacio ni al paisaje del vínculo. Y los anillos en espiral se iban tejiendo uno tras otro sobre mi entidad protectora. Y no sabía dónde me llevaría el siguiente, ni siquiera si habría otro que viniese después. Siento así mi vida pasada, ahora que hablo desde el otro lado del piélago, como un crecimiento arriesgado y a su vez defensivo. Como si se hubieran estado tanteando las fuerzas por la experimentación ávida con los recursos que deberían prever desde dentro mi protección. Una práctica refleja que me envolvía en una vorágine y que se manifestaba en sus vaivenes...”
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
LAS FRANCESAS. UN CLAUSTRO CONVENTUAL DE LUJO DE HACE SIGLOS INCRUSTADO EN LA ARQUITECTURA DE HOY
TÚ, LA EVANESCENTE
El alma condenada. De Bernini a Bartolozzi
CHITÓN
El mar de Aral
LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
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