Coges la extraña caracola, su pátina brillante te transmite humedad, la palpas con lentitud, deslizas tus dedos por su superficie lisa, no sientes perfil alguno en ella, no te raspas con ninguna arista, te complaces en la redondez de la esfera que nunca termina ni se reduce a sí misma, tu palma recibe el contraste del frío que proviene del tiempo, abres y cierras la mano alternativamente, retienes el medallón de otra era con fuerza, como si quisieras impregnar al ammonites del calor que perdió, como si preguntaras a su temperatura los secretos que oculta, como si desearas que llegara a tus sentidos su energía desconocida, invadiéndote con la sorpresa de los territorios sobrepasados desde su larga procedencia, llega ahora a ti, llega con el clamor que sólo te hace vibrar a ti, lo miras curioso y ávido, te lo acercas a los labios, lo haces girar con suavidad, te los frotas a través de un recorrido calmo, su rugosidad no te parece vieja, su costra no te pesa, su color de sangre se parece a la que tus ojos inyectan ante lo que nace cada día en ti, lees en sus estrías mensajes antiguos, lo abres con cuidado y cautela, no quieres que se pierdan las letras de la edad, lo despliegas con fervor respetuoso, su interior te habla del asombro, su cuerpo profundo te trae imágenes de otras vidas, no tienes suficiente mirada para la ciudad que oculta en su interior, no tienes bastante capacidad para contar sus circunvoluciones que llevan la espiral de la vida perenne, no tiene límites que impidan que continúe creciendo día a día entre tu piel...
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Hace 1 hora
..quizás la sientes respirar..aunque te puede llevar en el espacio y en el tiempo..
ResponderEliminarY gira y gira y gira...como tú.
ResponderEliminarCómo lo sabes, Tula, cómo lo sabes, y fue tras ella y hasta que no la tuve en mis manos no cejé.
ResponderEliminarSagardiana. ¿O sea, que sabías que anteriormente había sido giróvago sufí? ¿Quién te lo dijo? Ya, es que se nota bastante.
ResponderEliminarAunque reconozco que un giróvago renegado.
Una caracola trae al mar. El mar se hace minúsculo y se encoge en esa hélice calcárea parecida a un argumento teológico y allí se deja encerrar para llamarnos y decirnos su esencia en un sonido. El mar inmenso se hace pequeño para que podamos escucharle (como Dios). Y esa humildad escondida del mar en cada caracola es...hasta aquí llegué. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, el mar se hace pequeño, porque gusta volverse unicidad, aunque no lo logra. Y ese macrocosmos marino se torna humildad para que nosotros lo atrapemos siquiera en una porción mínima de sus diimensiones. Y el mar es el tiempo. El mar son las otras eras de la Tierra. El mar son los otros mares que encogieron y naufragaron. El mar es el sistema de constelaciones que nos precedieron. El mar es el multiverso. El universo se disolvió como concepto en las manos siempre insuficientes, pero siempre emprendedoras, de los hombres. El fósil se disolvió como concepto rígido y parcial en la mente de los hombres. El mar es nuestra esencia. Los ammonites permanecen. Saben mucho estas huellas semicalcáreas. Y nos hablan.
ResponderEliminarBien has expresado tu fe en el hombre del multiverso, hermano Francisco. Un abrazo con alma ammonítica.
Cerca del mar me siento muy chiquita.
ResponderEliminarMe siento chiquita ante cualquier elemento de la Naturaleza y me incluyo en ella.
Es un relato muy bello.
Saludos a todos
Gracias, Aquí. La naturaleza -cualquiera que sea su forma expresiva- nos sobrecoge a todos. Pero no hay que temerla, simplemente proponerla un pacto.
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