Duermes, duermes ahora, o tal vez no, sólo te encuentras en el umbral a punto de franquearlo, tal vez el cansancio te desvela, hay ocasiones en que el mismo agotamiento descoloca, suele suceder, y un nerviosismo intruso trata de interferir en la relación con el sueño, pero lo más seguro es que duermas, que hayas dejado bien sujetas las bridas del jumento cotidiano y estés profundamente dormida, y entonces, si lo estás, soñarás, soñarás algo más que imágenes, porque en los sueños las imágenes aparecen descolocadas, son otras, parecen las mismas porque incorporan rostros y espacios y paisajes que se conocen, pero no bastan, en los sueños se vive lo que en este lado no se toca, en los sueños las situaciones se precipitan y disponen su particular albedrío, y más, soñarás sensaciones, soñarás geografías adaptadas a tu uso, aproximaciones deseadas, abolición de distancias, acortamiento de tiempos, soñarás eso y más, porque los sueños se exponen a sobredimensionar todas las posibilidades, a reducir los límites, a abolir lo imposible, soñarás con desconocidos y te hallarás frente a esfinges, soñarás con ausencias e ignorarás proximidades, soñarás con sabidurías que aún no habían llegado a ti y desecharás lo obvio, no hay un misterio de los sueños, hay tantos misterios como ensoñaciones, como reflejos, como efectos de las garras de la noche, y es que las situaciones soñadas son excusas para profundizar sin control en lo que no se alcanza en este lado, y es que en este lado esa exigencia por asegurarnos de que lo que vivimos realmente es lo verdadero nos desfigura, nos descompone más de lo que creemos, y eso en los sueños no sucede, pensamos que los sueños son el mundo al revés, pero acaso es el mundo que desearíamos, y eso le otorga una veracidad secreta y latente que sólo cada uno sabe lo que vale y significa para él, y por esa razón los sueños resultan tan gratificantes con frecuencia, nos acordemos o no de lo soñado los sueños estimulan, dejan un poso reconfortante, y es ordinario sentirnos defraudados al despertar, defraudados precisamente por despertar, y la conciencia que tenemos cada mañana de tener que volver al redil, a la ejecución de los compromisos y de las obligaciones nos deja en mal estado, y creernos con los pies en el suelo es una percepción huera, y precisamente por ese motivo es por el que hacemos tan largo el momento del despertar, el instante en que en el interior de nuestra mente miramos a ambos lados, en todas las dimensiones, más allá de cualquier perspectiva, confundiendo aún ángulos y vértices y planos, por eso se hace dilatado el desperezarse, porque hay una resistencia a aceptar, mejor dicho, a acatar las horas visibles en las que no somos ya nosotros, porque en ellas abundarán muchas intervenciones y se cruzarán gentes que no desearíamos que se cruzasen, y recibiremos órdenes que saben a blasfemias a nuestro Yo, y tendremos que tragarnos el rechazo que nos sugerirán las variadas representaciones, y por lo tanto prolongamos el despertar, y si aún saboreamos las mieles de un sueño reciente y satisfactorio, donde alguna historia se ha hilado para hechizarnos y mantenernos ilusionados, alargaremos su recuerdo, nos complaceremos en seguir trenzando su memoria, y aun cuando ésta vaya aflojando a medida que nos hayamos alzado, habremos consolidado siquiera un estado de ánimo fraguado en ese alma auténtica que es la del hombre que duerme, tan larga es la mano del sueño, seguro que duermes, o acaso la desazón de una vigilia insospechada ha alterado tu necesidad de descanso absoluto, y puede que estén echando un pulso dentro de ti los dos bandos de la conciencia, que uno no esté respetando el territorio del otro, que las reglas de juego hayan sido perturbadas por el agobio y la insatisfacción y la mediocridad de lo inconsistente, pero antes o después tu mente irá cruzando el limen del silencio y quedará conjurado otro día más, donde debes dormir, dormir, vivir los sueños...
(Fotografía de Katia Chausheva)
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Hace 1 hora
Sueño que soy, y tan distinta e intensamente que al franquear ese umbral que es el despertar me aferro a mi sueño porque en ese momento muero de él y con él.
ResponderEliminarSoñar = Ser, una equivalencia real, pero ¿es que acaso la otra Desperta = Ser es más real? Morir, dormir, tal vez soñar...recitaba Hamlet...
ResponderEliminarDu sommeil à mon sommeil, mes oiseaux pour escorte:
ResponderEliminarhttp://es.youtube.com/watch?v=AXUtTZTAWL8
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