"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
viernes, 21 de marzo de 2008
Está aquí
Así surge la fuerza de la primavera. Sibilina, entre disfraces, lenta. Aparentando romper la noche fría. Una demostración visual. No prepara el camino a nada. Es en sí misma el camino. Es toda ella el destino. Aún sin rostro, aún sin cuerpo, aún sin dimensiones. Y sin embargo exhibiendo su capacidad de despliegue. En tránsito, indica desde donde viene, pero apenas sugiere a donde se dirige. Morirá justo en el siguiente tiempo, el solsticio, que le habrá ganado el pulso. Parte la opacidad del origen tratando de instalarse en la luz, apenas matizando todavía los colores. Está llegando ya aquí, pero se adueña antes de nuestro deseo, de nuestra imaginación, de nuestro fervor. Más una percepción intuida que comprobada. Su actitud extensiva invita a ser tomada. Si extiendes la mano, ella te tomará a ti. No sirve hacerse a un lado. En su avance, traza un círculo de posesión cuyos brazos reman hacia nuevas certezas. Desgarrándose, conforma la verdadera Pasión. Los ciclos paganos se impusieron a los religiosos una vez más. ¿Qué cabía esperar de las ideologías humanas? La naturaleza domesticada no existe de manera absoluta y total. Los hábitats del pensamiento beben todavía en las fuentes de la tierra y el cielo. La historia de los hombres manipulando para sobrevivir es sorprendente. Tal vez ilimitada pero incierta también. El riesgo inmediato de alteración ya no depende de los pregones de falsos profetas. Es un acontecimiento. El colapso para las civilizaciones puede ser o sólo una crisis de tránsito o una readaptación o su ocaso. Pero la naturaleza, ¿seguirá las pautas de los humanos o se reinventará a sí misma, con o sin nosotros? Ella va aproximándose, aportando calidez, aroma, sentidos. Es toda destello, palabra susurrada, tacto que va aposentándose sobre nuestras corporeidades. Invitación a ser recibida. Carpe ver...
Keats siempre tan acertado, según se vea...Ah, el misterio de las hojas perennes, que no eternas...Pero la sorpresa no la deparan los árboles de hojas perennes sino los de las hojas caducas, porque de ellos es el reino del florecimiento, de la renovación y de la sorpresa, es decir, la Primavera. Buen sábado equinoccial.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
LAS FRANCESAS. UN CLAUSTRO CONVENTUAL DE LUJO DE HACE SIGLOS INCRUSTADO EN LA ARQUITECTURA DE HOY
TÚ, LA EVANESCENTE
El alma condenada. De Bernini a Bartolozzi
CHITÓN
El mar de Aral
LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
ResponderEliminarque no despedirán jamás la primavera!
John Keats
Keats siempre tan acertado, según se vea...Ah, el misterio de las hojas perennes, que no eternas...Pero la sorpresa no la deparan los árboles de hojas perennes sino los de las hojas caducas, porque de ellos es el reino del florecimiento, de la renovación y de la sorpresa, es decir, la Primavera. Buen sábado equinoccial.
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