Te sientes luna. Hoy toca renovarse. Recibir la luz desde atrás. Adornar el cuello y los hombros con una epidermis de seda. Tu perfil se va abriendo en un giro parsimonioso. Casi imperceptible. El brillo de unos ojos expectantes. Las pestañas al pairo. El contorno lejano de la nariz. La convexidad de los labios. El cabo del mentón desafiando el vacío. La mandíbula, en la frontera de la debilidad. Toda una costa diáfana que se dibuja en tu actitud serena. Una inmensa zona negra sugiere la superficie que se niega a ser iluminada. El tocado de luto que recoge el cabello recorta la península de tu cráneo. Sales de algún lienzo antiguo. Los colores se prolongan abriendo el abanico de un mismo tono. Una mano larga perfila los retoques finales. El autor se extravía en el anonimato. Posas para observadores tranquilos. O para mirones deslumbrados. Acaso sólo rotas para contemplarte la mirada triste en el espejo del crepúsculo. Te abstraes. La noche es larga. La claridad puede bañar toda tu espalda. Vigilas. Preservas la imagen. Adivinas las palabras apagadas. Alimentas tu calma. Tu reino es tu afirmación. Esperas. Como Dánae.
Aprobado
Hace 11 minutos
Persevera
ResponderEliminarPerseverancia, Perseverancia...¿La quinta virtud cardinal? Preferiría llamarlas herramientas. Los de la Casta se han creído con derecho a la propiedad de las grandes herramientas. Pero no.
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