El fin de semana bien se merecía descubrir lo recién publicado por Chantal Maillard. Una obra diferente. De apariencia más seca y distante. Pero sólo de apariencia. ¿Es tan rompedor su último poemario debido a la muerte del hijo? ¿Marca la propia enfermedad hasta el límite de la desesperanza? ¿Lo es también por el avance imparable de la edad, que obliga a repensar y a deconstruir el pensamiento? ¿O acaso porque ya no hay márgenes de vuelta y sólo queda enfrentarse al vacío, incluso al de la palabra? En HILOS (Editorial Tusquets) Chantal Maillard se desprovee de sí misma. Y avisa...
Volver a las palabras.
creer en ellas. Poco. Sólo
un poco lo bastante
como para salir a flote y coger aire
y así poder aguantar, luego,
en el fondo.
Volver a las palabras. Con
voluntad de sentido.
Boqueando. Pez en la orilla
común de los creyentes.
Volver. Decir superficie. Escribirla.
¿Qué pretende Chantal Maillard con el uso protagonista del infinitivo? Probablemente, convertir los actos, lo objetivado, lo sufriente en actor principal de lo escrito. Sí, estamos ante otra manera de escribir poesía. Otra forma que rehuye, porque ya no cree en ella, de la retórica, de la personalización obsesiva y de la figuración tan al uso. Se impone a sí misma una especie de consignas. Suenan duras, catárticas...
Dejar cumplido. El qué,
no importa. Irse dejando atrás
pocas cosas. Sólo objetos. Con
las cosas se hereda la tarea
del olvido. Clausurar el recuerdo.
Desprenderse en vida.
Lo indispensable acompañando.
Terrible concentración la de la poeta, afectada por la dureza de los acontecimientos. ¿Qué pretende? Dejarse llevar por el descreimiento, sentir la acusación por lo irreparable, pero tomar también la determinación de marcar los límites a los complejos de culpa que siempre acechan. Y hasta qué punto...
Los gestos.
Reducir los gestos.
El de los ojos,
entreabiertos para
la claridad, y a veces
cerrados. Prolongar
el tiempo entre el abrir
y el cerrar.
Reducir los ciclos del párpado.
Aquietar el aliento.
Querer menos.
La obra HILOS se subdivide a su vez en partes poemarias, tituladas, por ejemplo: Poemas-husos, La calma, Irse, De pie, El cuarto...Como si fueran distintos órganos, diferentes cuerpos, que trenzan el cuerpo grande. Un ecosistema que hace vivir concéntricamente a unos respecto a otros. Para Maillard la expresión poética no puede ser ya la que antes fue, la que otros autores aún practican, la que los lectores gustamos todavía de encontrarnos, tal vez porque nos gustan los efectos multiplicadores de los grandes poetas del pasado, a pesar del transcurso del tiempo. Pero ya nada es igual, cuando han acontecido demasiadas cosas preñadas de gravedad, nada es lo mismo cuando la vida te va forzando a desalojar las aspiraciones inútiles, nada puede ser de la misma manera a la hora de expresar el aliento profundo...
Podríamos jugar a hacer metáforas,
al fin y al cabo es por analogía
que aprendemos el mundo y sus causas.
Podríamos disponer en versos las palabras,
como antiguamente, para
poderlas recordar, recordar lo importante.
Pero ha pasado el tiempo,
ya nada es importante, sólo el aire,
tres sílabas apenas, en la página.
Cómo recuerda a Jorge Guillén, para quien lo profundo y, por lo tanto, lo importante y vital era también el aire. ¿Es la escritura un recurso de supervivencia? Naturalmente, y no sólo. Lo es siempre aunque obnubile a los autores la senda en busca de la creación, del argumento, de la expresión descriptiva insólita y diferenciadora. Pero a veces es más necesaria simplemente por biología. Y es aquí cuando el acto de escribir se vuelve más auténtico y tal vez genera lo inesperado. Pura punción. Necesidad y prospección hiriente. Elemento autóctono de cada ser para hacer frente a los elementos que nos acechan...
Irremediable.
Escribir irremediable.
Buscando remedio.
Con esa intención. Pero lo
irremediable no es remediable.
O sólo mientras se escribe. La
palabra irremediable no es lo
irremediable. Aunque, una vez
escrita, sea irremediable. Así
pues, escribir remediable. Lo es
mientras se escribe.
Después, caer al adentro. Donde
lo irremediable
paraliza.
Reconozco que me admira y me seduce la capacidad expresiva de Chantal Maillard. La poesía vuelve a ser una compleja red cosida por tantos hilos ocultos...HILOS mereció ser leída estos días de asueto. Ahora vendrá la segunda lectura, la anárquica, la elegida al azar, que te lleva a orar con los poemas. Y entonces, la poesía, cumple otra función.
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Hace 7 minutos
gracias Fackel.
ResponderEliminarEl infinitivo quiere alejar...quizá sin conseguirlo.
Comparto contigo que la poesía es una tupida red ¿de redes? interior, donde hay hilos sueltos, por enhebrar, cosidos sólidamente o sobrantes. No todo el mundo se pone de acuerdo sobre el valor de la poesía, sobre si es más importante el fondo, la forma o esa caapcidad especial de expresar lo que no se puede hacer de otra manera. La síntesis poética no tiene nada que ver con la de la narrativa, por ejemplo. Para unos la espontaneidad y la sinceridad es sinónimo de garantía poética. para otros, eso es insuficiente y requiere un arte más fundamentado, más elaborado. No todo consiste en poesía en volcar lo subjetivo, sino en un buen saber y hacer de la propia exposición de lo individual. A mi Chantal maillard ya me gustó mucho con su obra "Matar a Platón", cuando lea la última diré que me parece. Pero aquella era todo un logro deslumbrador. Agradecido por tu reseña rápida.
ResponderEliminarHermosa entrada del blog, te felicito. Qué gusto da encontrar lectores que interioricen obras de este calibre. Vengo de leer la entrada de este blog, sobre la entrevista a Chantal en Babelia:
ResponderEliminarhttp://quinismo.blogspot.com/2007/06/pedorras.html
me he quedado hecho polvo ante semejante ferocidad, y ahora encuentro este lugar, que me parece un bálsamo. Gracias por palabras tan bellas ante un texto, "Hilos", que me ha conmovido.
Pongo el enlace a la entrevista de Babelia, por si a alguien le apetece. Es muy interesante:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/semana/creo/corazon/tengo/elpepuculbab/20070616elpbabese_1/Tes
Gabriela. Probablemente, la poesía es, ante todo, el triunfo de los tiempos del verbo. No sé si el infinitivo quiere alejar, o sólo restituir dentro de nosotros...acaso sin lograrlo, claro.
ResponderEliminarSebastián, la poesía es un ariete, nunca una ciudad tomada (como puede serlo la narrativa)
Anónimo, hay opiniones que huelen más a provocación que a aportación, o vaya usted a saber. Piensa que los blogs son la exaltación de los heterónimos por excelencia, gracias a la facilidad de disposición del medio informático. Igual algunos dicen lo contrario de lo que piensa, o viceversa. La ficción y la simulación hallan su caldo de cultivo en este medio.
Buenas noches a todos y gracias por vuestros comentarios. La noche pasa, la poesía permanece, ¿o no?
HOla,Fackel.
ResponderEliminarEn este blog hay un interesante debate sobre "Hilos" de Maillard, hay dos entadas, una reciente y otra más antigua. Merece la pena pasarse y leerlo:
http://criticadepoesia.blogspot.com/
Enhorabuena por tu post, es de una gran belleza.
Gracias mil, Hacker. Me pasaré por esa referencia. Chantal bien vale una relectura. Saludos y aquí sigo.
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