El hombre se levanta, toma doble tazón de café con leche a la medida de su capricho, echa un vistazo a la avenida lenta, quietud de sábado, la luz labra escalones sobre las fachadas, hojea el periódico, noticias que se repiten hasta la saciedad, nada que no haya sucedido infinidad de veces, simplemente algunos ligeros matices, viejas apetencias, rostros de desalmados de guante blanco, expulsados monarcas de labores de gobierno que no de negocios particulares, miserables sufrientes de zonas del mundo que apenas cuentan salvo en los cálculos de los beneficios y de las opas, sempiternas amenazas de las que ingenuamente la gente se siente lejana, las acechanzas inmediatas de la condición social apenas se refleja entre las tintas, no vende, reinos de publicidad desmesurada, exaltación de los consagrados, fotografías de triunfadores conteniendo sus gases intestinales (esto va implícito), nada es lo que parece, la vida sólo es separada por una coma, sólo, el punto y coma es una ambigüedad, los puntos y aparte son una representación forzada, los suspensivos son hipócritas (casi todo ha sido pactado previamente), sólo coma tras coma hasta la consumación del lenguaje, esto considera el hombre tras un descanso nocturno inusual que debería haberle relajado, suelta el periódico, sospecha del suplemento de libros, acaba de mancharse con unas gotas de café A punto de partir, esos cien poemas de Li Bai que él tanto aprecia, y entonces da con un yuefu, uno de esos poemas de Li Bai que no por ser chino y secular es menos certero, ese que dice:
Zhuang Zhou soñó una mariposa,
la mariposa era Zhuang Zhou.
Si un solo cuerpo se trasmuta,
todas las cosas son cambiantes.
Se sabe que el mar de Penglai
alguna vez fue claro arroyo.
El melonero de Qingmen
antes fue marqués de Dongling.
Así son riquezas y honores.
¿En pos de qué nos afanamos?
Ahora entiende mejor lo que no ha leído sino entre líneas.
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