Rainer Maria Rilke le escribe a Kappus en Cartas a un joven poeta: "Debemos atenernos a lo difícil. Todo lo que se vive se atiene a ello. Es bueno estar solo porque la soledad es difícil. También es bueno amar, porque el amor es difícil..."
El tema es antiguo y acaso eterno, y siempre siempre continuo. Objeto de análisis permanente de los filósofos, de sesudos psicoanalistas, de perspicaces novelistas y hasta de morbosos confesores, nos sigue deparando criterios hasta de última hora. No me aguanto por transcribir algo recientemente leído...
"...La sabiduría no es la ciencia; ninguna ciencia tiene el rango de sabiduría. No se trata de averiguar lo que se ignora, sino de habitar lo que se sabe, de amar lo que se sabe. La sabiduría no es una verdad más, es el goce, el disfrute de todas ellas. Ahora bien, quien sabe gozar o disfrutar plenamente de una sola, sabe gozar y disfrutar del conjunto al que pertenece. Para amar las estrellas, ¿qué necesidad tienes de saber cuántas hay? Y para amar a un hombre, ¿qué necesidad tienes de saberlo todo de él? Ahí está, ante ti, absolutamente verdadero, hasta en sus mentiras, absolutamente real hasta en sus sueños...Si no conocieras nada de él (al menos su existencia), no podrías amarlo, seguro; ¡pero sería una locura querer conocerlo en todos sus detalles (¡en todos sus desgraciados e inagotables detalles!) antes de amarlo por entero!...
...¿Qué voy a decirte? También el horror es verdadero, y el odio. Pero, justamente, ¿qué pueden ambos contra la verdad que les contiene? ¿Y contra el amor? ¡Todos sabemos muy bien que el amor fracasa!, pero eso les sirve como argumento a quienes prefieren el éxito al amor, los ganadores, como se dice hoy en día. ¡Que les aproveche! ¿Y para nosotros, los que preferimos el amor al éxito? ¡El fracaso del amor no es una refutación en su contra! ¿Es la muerte una prueba contra la vida? ¿Es el fracaso una prueba contra la entereza y la valentía? Ésa es la verdad del calvario: el amor es débil, el amor sufre, el amor muere...Hay que saberlo. Pero eso no quita un ápice al amor o, en todo caso, no le quita más que sus ilusiones. Verdad del amor, verdad de la desesperanza. Esta verdad vale por muchas otras y ella sola basta..."
Sólo es un pequeño párrafo de una de las tres entrevistas que bajo el título de EL AMOR, LA SOLEDAD efectuadas al filósofo francés André Comte-Sponville, se publica en Paidós. La vertiginosa agilidad y la luminosa argumentación de las respuestas constituyen una seductora lectura de fin de semana.
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Hace 18 minutos
"habitar lo que se sabe" que hermoso, magnífico.
ResponderEliminarGracias por tus descubrimientos Fackel
Vincular Rilke al comentario del filósofo es una doble jugada, Fackel. Mira por dónde, no sé si tengo más ganas de leer al tal Sponville o retomar al poeta de Praga. Bien.
ResponderEliminarEs muy interesante esa relación que Comte-Sponville, al que no le había oído nombrar nunca, lo cual prueba lo lentos que somos en este país con la recepción de las ideas, estabece entre el Saber y el Amar. No perderé de vista este asunto conceptual. Pero lo que me ha impresionado es esa mención sobre los ganadores, hay muchos que hoy van de ello, aunque se estén iniciando en la escalada en el mundo selvático de las empresas. Los que siempre hemos sido perdedores porque tampoco hemos querido ser competitivos, pero nos hemos gratificado en otros campos, nos reímos un poco. ¡Pero les estamos sufriendo, a veces hasta dolorsamente! Con su pan se lo coman...
ResponderEliminarBuen domingo entre sol y sombra.
Gracias a todos. Me sigue pareciendo importante diversificar las lecturas y establecer nexos entre la narrativa tradicional y los nuevos -o viejos- ensayos sobre los temas permanentes de la humanidad. Son vías con diferentes capacidades expresivas, pero complementarias. Al fin y al cabo, unas y otras se refuerzan complementan a su vez con nuestra propia y particular (de cada uno) experiencia vital. Es en nosotros donde se catalizan sus mensajes. ¿O no?
ResponderEliminarAntes de retomar de nuevo el día, paso por aquí. Leyendo este interesante post, se me vienen a la cabeza unos versos de Rilke :
ResponderEliminar¿En qué instrumento estamos extendidos?
¿Qué violinista nos tiene en la mano?
Qué dulce canción!