Lo bueno de estar en un rincón de la tienda de Qi hojeando papeles es que oyes comentarios. ¿Comentarios que no deberías, Cao? Yo no los busco, ellos me llegan a los oídos.
He debido poner una sonrisa malévola porque Xiao, sin aprobar ni condenar mi actitud, parece estar expectante. Muy sagaz tú, dice, pero a ver, ¿qué has oído que te intrigue? Bien sabes, Xiao, que por allí pasan personajes peculiares, unos alardean, otros se muestran tímidos, los más bajan la voz ante ciertas confidencias. Y me sorprendió, y no entendía lo que quería decir, un tipo flacucho, con aire enfermizo y carente de gesto amable, que le comentaba a Qi que había perdido todas las batallas. Eso suena a grave y muy íntimo, Cao. Ya lo sé, por eso agucé el oído con discreción y hasta con respeto. No tengo experiencia suficiente para saber si de lo que se quejaba tenía base o era un lamento gratuito. Seguro que no era gratuito, Cao, sigue. Decía que todas las cosas que había hecho en su vida, y en las que había puesto tanta ilusión, no le habían salido bien. No solo que no le habían sido afortunadas sino por las que había tenido que pagar un precio. Bueno si no en todo él hizo hincapié en algunas en concretas. Cómo no había sabido cuidar las amistades. Cómo no se encontró nunca a gusto con su familia, donde el padre obraba tiránicamente. Cómo no había acertado al elegir sus amores. Cómo había sido traicionado en negocios que parecían limpios. Cómo la salud de la que había disfrutado de joven se había vuelto en su contra. Demasiados cómo, Cao, y se ve que oíste mucho, demasiado. Y al final, Xiao, ahogado en su propia angustia dijo aquello de que no había sabido estar nunca en el bando ganador. Que cuando parecía que una de sus elecciones iba para adelante algo cambiaba de pronto y se le venía abajo. Y que aunque resistía se sentía hundido. ¿A eso se refería con haber perdido todas las batallas? Me temo, Cao, que utilizamos términos bélicos para definir la vida, como si esta fuera un campo de batalla, una contienda, un enfrentamiento dentro y fuera de nosotros mismos. Suena duro y desagradable, Xiao. Xiao se piensa lo que va a responder. Luego, con lentitud y firmeza, da su veredicto. Las palabras traducen la severidad de los hechos y de las circunstancias. Acaso por esta vez te ha sido útil escuchar y, por supuesto, y aquí hace un guiño irónico, sin querer. Y muchas veces los términos guerreros interpretan la esencia de la vida con mayor claridad, por no decir exactitud, que los pacíficos. Da miedo lo que dices, Xiao.
Pero Xiao se ha puesto a hablar con los albañiles que están reparando la acequia, acaso huyendo de la misma conversación que hemos mantenido.
* Fotografía de Jacques Henri Lartigue
A menudo uno no está en el bando ganador por una cuestión de ética, no de estética.
ResponderEliminarA menudo, pero también de estética, porque la estética de los vencedores es muiy pobre hoy día.
EliminarLa mayoría de veces, me parece más acertado, no estar en el bando ganador, en la línea que dice Francesc.
ResponderEliminarMe has hecho recordar un comportamiento, de cuando era joven, en complicidad con un buen amigo, en que hablábamos alto y claro, evidentemente para ser oídos, en terrazas de bares, esas en las que se sentaban la gente bien. Seguro que más de uno se ponía nervioso en cuanto a sus inversiones.
Algunos ni hemos podido ni sabido ni acertado a estar entre los presuntamente ganadores. Además, ¿hay ganadores? ¿Y de qué? Lo que hay es negocio y propiedad sin méritos ni valores.
EliminarA veces es mejor no escuchar.
ResponderEliminarCada vez lo practico más (el no escuchar), porque para lo que se oye...
EliminarEs algo que no se puede explicar, hay gente buena, sin mala intención, sin maldad que sufre el lado malvado de la vida; esa gente suele ser víctima de su propia mala suerte.
ResponderEliminarEs gran verdad, y viceversa: hay gentes pérfidas, malsanas, capaces de tropelías sin cuento que parece no estuvieran tocadas sino por el mago divino o quien sea.
EliminarMe gusta el bando ganador o perdedor cuya opinión se argumenta con fundamento.
ResponderEliminarHabría -hay- que escuchar esos argumentos. A ser posible con sinceridad y honestidad. Por otra parte: desconfío de los vencedores, siempre me pregunto por qué lo son, si lo son y a quién sirven.
EliminarHay victorias que acaban siendo una derrota, mejor perderlas cuanto antes, dejar de ser una pieza útil del sistema y que nadie espere nada de ti. Esa es la libertad, una especie de libertad.
ResponderEliminarYa, pero es que algunos hemos vivido causas perdidas cuanto antes a las que se han sucedido otras y a su vez superadas estas llegamos a otras nuevas. Como la canción infantil: "Volvió a subir a aquel monte, volvió a subir a aquel monte, volvió a subir a aquel monte, ¿y qué creéis que vio? Al otro lado otro monte, al otro lado otro monte, al otro lado otro monte mayor que el anterior".
EliminarMe quedo meditando tu cita: "dejar de ser una pieza útil del sistema y que nadie espere nada de ti".
Lo de estar en un bando o en otro, lo de ser ganador o perdedor, muchas veces se mira y se valora desde el punto de vista afectivo.
ResponderEliminarhttps://el-macasar.blogspot.com/2024/10/el-bando-de-los-perdedores.html?m=1
Eliminar¿Por qué desde el punto de vista afectivo?
EliminarAh, disculpa, se me pasaba el enlace, ya te he puesto ahí un breve comment. Nunca se sabe cuándo se gana o se pierde, salvo que uno caiga de modo definitivo y tajantemente .
EliminarCon tantos ganadores y sus correspondientes perdedores, yo, para ciertas situaciones, desde hace un par de meses he decidido hacerme invisible. Desde entonces me siento más libre. Saludos.
ResponderEliminarEs una actitud que la requerirías, pues tú sabrás, sobre todo si valoras su efectividad posteriormente. Pero eso ha existido toda la vida, lo de algunos vencedores (tantos no los conozco) y muchos perdedores (acaso prácticamente todos) Habría que entrar en valorar los conceptos y saber la verdad de cada cual, que la mayoría, y está en su derecho, oculta.
EliminarPodría ser cierto -no estoy segura- eso de... "Habla para que yo te conozca". Pero hay otras formas de conocerse. Por ejemplo, lo que hacemos, que no siempre es lo que somos, da muchas pistas.
ResponderEliminarChiloé
Lo que hacemos se constituye de alguna manera en parte de lo que somos, no sé medir cómo ni cuánto, pero ¿quién puede aseverar con certeza la totalidad de lo que es? ¿Y lo que es por lo que ha hecho?
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