Susurradas, silabeadas, pergeñadas, trazadas, trabadas, reunidas, escritas. Por cuántos matices han pasado las palabras a través de la vida. Al principio fue un combate amable entre la oralidad y la escritura. ¿En qué instante se fraguan las palabras de un niño? ¿Por repetición? ¿Por imitación? ¿Por el sonido y su eco? Y de pronto llega un libro sencillo de iniciación donde el náufrago va a asirse al islote. El primer texto escolar llevaba un título sugerente: Silabario moderno. Rudimentario en contenido y en imágenes. Descripciones con contenido moral, doctrinario, simplón. De la religión y su moral, de la patria y su apropiación, y de la historia y su manipulación. A pequeñas dosis, mas contundentes. Pero para el niño la verdadera atracción residía en las sílabas. Era el reino de las sílabas. El niño se lo sabía de pe a pa. Estas, ¿son sílabas o palabras? ¿Solo se las reconoce como expresión pero no se las concede entidad independiente? ¿Qué papel jugaba el índice desplazándose de izquierda a derecha en cada renglón? Uno se pregunta ahora si la primitiva conciencia no empezó a manifestarse sino con el silabario. Con-cien-cia. ¿Cuándo escuchó por primera vez el niño el extraño término conciencia? Tienes que ser consciente de lo que haces, frase pétrea de su padre. O la otra de hazlo con toda conciencia, más imperativa aún. Decir conciencia quería decir responsabilidad. Tienes que ser responsable. Continuación de las otras expresiones, a la que el niño afirmaba por rutina y acatamiento, no por convicción. Hasta ese primer momento de la palabra -conciencia, como palabra, fue anterior a la asunción racional de su contenido- había habido otra clase de conciencias digamos biológicas, subconscientes: mamar, aprender pautas corporales, ir distinguiendo los alimentos, expresarse con las canciones, iniciar el caminar erecto. Solo el silabario podía permitir un salto y descubrir las palabras. Al año siguiente otro libro más avanzado, Mis primeros pasos. Y más tarde otro, Mis segundos pasos. El niño no se inició en el verbo con las palabras sino con las sílabas. Primitivo él. Primitivo todo.
(Y a estas alturas de la vida tantas letras leídas y escritas -no sé hasta qué punto interpretadas o expresadas- para al final ser sepultado por ellas. Sic transit la vida de las palabras)
Silabario Moderno que al salir de la imprenta ya había dejado de ser moderno. Yo me acuerdo más del Catón.
ResponderEliminarSaludos.
Dependería de los centros llamados educativos. Muchas editoriales estaban vinculadas a la orden religiosa donde se fuera (en el caso de colegio religioso) o al comercial que lograra colar a las escuelas estatales su producto. Recuerdo que Editorial Vives vendía en los Maristas y editorial Bruño en los de La Salle. Etcétera. Y además eran compras obligatorias, claro.
Eliminar:_) Lloro y sonrío por igual. Abrazos.
ResponderEliminarQue el lloro sea por emoción, no por lamento. Saludo. (¿Es cierto lo de Uusimaa?)
EliminarLos bebés, hasta cerca de los dos años, no saben hablar, y luego, durante algún tiempo, lo hacen sólo a bulto, sin vocabulario y entre balbuceos. Después la cosa empeora, nos convertimos en adultos absurdos que creen en los Reyes Magos a pesar de que se nos atribuye mayoría de edad, saber y conocimiento.
ResponderEliminarVoy al grano: Se me escapan las razones, si es que las hay, de por qué tantas veces tus textos son tan buenos.
Chiloé
Si solo creyéramos en los Reyes Magos. Se nos hace creer en algún que otro otro personaje de ficción todopoderoso en nombre del cual se cometen tropelías sin fin y sin respeto al individuo.
EliminarY un grano no hace granero pero ayuda al compañero (pareado de juventud)
Yo sí creo en los reyes magos. Los tres reyes magos, son cinco:
EliminarMelchor, Gaspar, Baltasar, Amazon y Aliexpres.
¡Pues hale, al lío!
EliminarChiloé
Ricard, apóstata, más que apóstata y además herético.
EliminarIrónica tú, Chi.
EliminarFundamentales los primeros pasos en lectura y escritura, y un libro de iniciación está bien pero no olvides el papel jugado por los padres, o uno de ellos o un hermano mayor, estar encima en las noches repasando con amabilidad y tesón. Inolvidable aprendizaje de la lengua.
ResponderEliminarAnder, saludos
Por supuesto Ander, sin ese estar encima de los padres ni la escuela ni los libros por sí mismos habrían llevado a cabo aquella primera instrucción. Por cierto, ahora que digo esto, hay que ver la de acepciones que conlleva el término instrucción.
EliminarIniciación consistente en ir paseando libros de la Vives en la cartera del colegio, de casa al aula y del aula a casa. Luego estaba la otra iniciación; no tan agradable, sin editorial, a base de friegas, toques disimulados, abrazos sin motivo, disfrazados de juego y no sigo.
ResponderEliminarHuy esa otra...yo no la consideraría ni iniciación.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarsiempre hay voces que proclaman a los cinco vientos (el quinto es el del oportunismo) que si la escuela es la castración de la imaginación o que los maestros son sociópatas odianiños, pero creo que lo mejor que puede hacer un maestro es enseñar a leer y a escribir. Les está dando a los niños (¿de verdad sería necesario aquí añadir "niñas"?) la mejor herramienta para desarrollar su ingenio y libertad. Porque, una vez que sabes leer y escribir ¿quién te puede impedir leer o escribir lo que te dé la real gana? (Siempre habrá dictadores que quemen libros, censuren, etc, etc, pero, ojo, son dictadores, no maestros).
Hablar de dictados, caligrafía y aprender poemas de memoria es como si te pusieran una etiqueta de fascista. Y ya se sabe que la palabra "fascista" lo engloba absolutamente todo.
En fin. Me callo.
Salu2.
No sé por qué hablar de dictados o caligrafía o sintaxis o memorizar poemas o cuentos tiene que tener calificaciones peyorativas. Yo no tengo queja de aquel sistema primario de mi época y siempre reconoceré su valor. Otra cosa es que entonces hubiera retraso y medios en aplicar pedagogías más modernas o actualizadas, e incluso un profesorado deficiente.
EliminarMejor nos apartamos de visceralidades y del uso indebido de las palabras. Pero, por cvierto, ese Trump reduciendo presupuesto de investigación, atacando a la ciencia, estableciendo censura y persiguiendo a científicos por sus ideologías, ¿cómo se está comportando? Aquí acaso cabe aplicar el calificativo siniestro con corrección. Y si no, al tiempo.
https://elpais.com/ciencia/2025-04-01/dos-millares-de-los-mejores-cientificos-del-mundo-denuncian-el-peligro-real-de-trump-el-sistema-cientifico-esta-siendo-destruido.html
Fáckel:
ResponderEliminarestá mal visto hablar de dictados, copiados, caligrafías y recitar cosas de memoria porque es, según los siempre modernos pedagogos un atentado a la creatividad de los niños. Aprender algo de memoria es fomentar la actitud de los loros, que hablan sin saber lo que dicen. Hacer caligrafía es impedir el libre desarrollo de la expresividad motriz. Hacer un dictado es repetir machaconamente una verdad impuesta e impide el libre razonamientos de los discentes. Y en ese plan...
Leí el artículo. Este Trump, qué asco me da. No entiendo que hay gente que lo tenga en un pedestal.
Salu2.
Bueno, ciertamente en mi época todos teníamos la sensación de que había mucho de repetición de lorito. Y te diré que muchas cosas que aprendí de memoria no las entendí jamás sino andando el tiempo y comprobando de otra manera. No sé si es cosa de la pedagogía moderna o de su aplicación, supongo que tendrá razón en algunas cosas y en otras rizará el rizo. Yo vengo de una época en que explicaciones había pocas e imposiciones a mansalva, así que dejo la puerta abierta.
EliminarVamos a tener que padecer mucho con el soberbio ese de cuyo nombre no quiero acordarme.