"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 28 de octubre de 2024

Ecos lejanos, 18

 


¿Me estás escuchando a mí o al cuervo?, arroja a mi cara tras un silencio abrumador. Estoy escuchando al vacío, digo. Porque con hablar del pasado no sustituimos el fracaso de nuestro reencuentro. Su mirada se vuelve más acusadora. ¿Ahora vas a ponerte llorón? Está bien habernos visto ahora, con los años a cuestas y nuestras heridas insalvables. ¿O creías que por encontrarnos e intentar de nuevo lo imposible se iban a cicatrizar del todo? Tú tenías ganas, yo tenía ganas. Teníamos mutuo interés por saber si manteníamos nuestras capacidades sentimentales y todos los lenguajes que el cuerpo ha inventado para desarrollarlas. 

Presiento un final en ciernes. Hablas tan fríamente, digo, tan técnicamente. Soy a estas alturas una pragmática total. Ya lo fui con otros hombres con los que no había tenido antes un vínculo como el nuestro. Tal vez la vida no puede ofrecer más cuando te ha enseñado que las frustraciones acumuladas, aunque tú digas que enriquecen, que son experiencia, en realidad supone el bagaje de una derrota que no incumbe solo a las relaciones sino a un pensamiento que ofrezca respuestas para todo lo demás. 

La veo en un punto tan dual, la siento tan próxima como tan lejana, y esta contradicción me desorienta.¿Dónde está ella y dónde estoy yo? No es que me hunda por ello, tampoco yo esperaba de este reencuentro más allá de satisfacer la curiosidad sobre el devenir de nuestras vidas. Pasar revista a aquellos años o describir los que han hecho de puente hasta este momento tiene su importancia, y así se lo digo. No lo niego, y habla con todo más suave, menos acre. Además, amiga mía, ¿y si todo aquello lo soñamos? ¿Y si las ilusiones idealistas por las que pretendíamos cambiar todo no pasaron de una larga noche onírica? Un sueño con dolor y muerte,  pero sueño. Se sabe práctica y más realista que yo y lo expresa. Mira, rebajar todo lo que existió adjudicando, aunque sea metáfora, a un sueño es una traición a nuestra inteligencia. Echar mano del sueño es muy propio de los débiles, de quienes no quieren ser conscientes de que siempre es posible ver el mundo de otro modo, porque al fin y al cabo nuestro mundo personal es engañoso. Pretende hacerse valer como el único, olvidando que vivir es no parar y que siempre hay una adaptación. Así que dejémonos de excusas, evocando sueños o ideales sublimes que se desinflaron hace mucho. Aceptémonos como viejos revolucionarios vencidos, y no tengamos complejos por todo lo que vino después. No dependía solamente de ti y de mí.

Ha echado la cabeza hacia atrás. Ha cerrado los ojos. Su rostro, mostrando otra tersura, ha sido no obstante muy respetado por estos largos años, y en esa relajación recupera mucho de su bondad juvenil. ¿Podríamos vivir el uno con el otro sin exigencias ni obligaciones clausurando la memoria? Su sonrisa apacible es la respuesta. Ven, añade.



*Ilustración de Inés González.

22 comentarios:

  1. Si ella dice, ven...., déjalo todo y ve hacia ella.

    Saludos.

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    1. Eso suena a bolero, pero creo que sí, que la vida tiene mucho de bolero.

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  2. Volver y darnos cuenta que hemos cambiado, pero no todo está perdido si continúa el deseo, porque lo que en algún momento nos separó no se desvanece.

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    1. Todo depende del tiempo de separación y de las circunstancias que se hayan vivido y padecido. El deseo ¿permanece o se transforma? Supongo que estará también sometido a la evolución general de los cuerpos. Pero los recuerdos, ay de los recuerdos, son custodios de esos márgenes pasionales. ¿O acaso son sombras?

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  3. Inés González Soria28 octubre, 2024 17:41

    Debo confesar que estos diálogos herrumbrados me provocan mucha desazón, también ansiedad, seguramente es la insistencia de él que, como buen romántico barniza siempre las vivencias pasadas, mientras ella cual astado sin metáforas machaca sin piedad esos neblinosos recuerdos.
    Los diálogos generan deseos de huidas, cerrar puertas y cortar de una buena vez lo irrealizable.
    Sin embargo ese: Ven, del final junto a la sonrisa apacible nos devuelve la esperanza y nos hace retornar.
    Menos mal!

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    1. Una palabra de tres letras puede significar cosas diferentes e incluso antagónicas. Un acercamiento a la recuperación o un aviso del final. En ciertos extremos de una relación puede que la esperanza solo sea calma chicha.

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  4. ¿Podríamos vivir el uno con el otro sin exigencias ni obligaciones clausurando la memoria? Imagino el peso que le quitó de encima a ella esa pregunta. Quizás el que empezó a aligerar cuando expresó: "Aceptémonos como viejos revolucionarios vencidos, y no tengamos complejos por todo lo que vino después".
    Porque pensaba yo que retomar una historia del pasado es muy demandante teniendo en cuenta que ya no somos los que fuimos. Que es bien distinto a empezar una historia nueva con alguien a quien amamos en el pasado, pero desde quienes somos en la actualidad.

    Por lo demás, el tono acre, el pragmatismo, la contradicción (¿quién no está lleno de contradicciones? Al menos yo sí) me suenan a una barrera para evitar el dolor de sobra conocido a través de los años, pero intuyo que si ambos llegaron a este reencuentro, a esta conversación, es porque ganas tenían.

    Me gusta la promesa que encierra ese "Ven", como me gusta la paciencia y la perseverancia de él.

    Besos

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    1. Suscribo cuanto comentas. Cuando se tiene conciencia del fracaso se recurre -aparte de incurrir en innumerables contradicciones- a subterfugios e intentos vanos porque como bien dices no se es lo que se fue, tras el paso y las heridas del tiempo. El porqué de un reencuentro puede tener varias lecturas para las personas. En unos casos la maduración ayuda, en otros todo es más añejo y puede haber complicidad pero la pasión, ay, ese es otro tema. Claro que las emociones evolucionan y ahí es un riesgo seguir manteniendo en el cerebro una imagen anterior, porque nunca podremos seguir manteniéndonos jóvenes. El tema nos llevaría por vericuetos y derivas.

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  5. Demasiado buena es ella: después de " amiga mia" , aun es capaz de ofrecerle un " ven".
    Coincido con ella en lo de los sueños, que es como un ex machina fuera de la ficción, y en wue los repetidos fracasos te van amortajando en vez de hacerte más fuerte
    Abrazooo

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    1. Uf, lo de amortajando cómo suena, muy literario, pero...vade retro antes de tiempo.

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  6. Las contradicciones nos acompañan en cualquier ciclo de la vida, son angustiosas al borde de una crisis o en plena crisis.

    Ander

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  7. Demasiado viejos para volver a ser jóvenes, sin duda.

    E impresionantemente bonita la durmiente que tu magnífica pintora rescata de la noche y la niebla de los bosques de Argentina.

    Chiloé

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    1. Pero ¿por qué no probar al juego de intentarlo?

      Afortunadamente su benevolencia me permite utilizar sus dibujos para mis devaneos.

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  8. Las contradicciones son más humanas que la coherencia. Aunque cueste hay que admitirlo. Hasta pueden llegar a enriquecer...

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    1. Tal vez por eso se considera un avance y un logro ser coherente, pero nos cuesta. En cierto modo también somos coherentes para algunos temas y no para otros, pero tampoco estoy seguro de que sea así siempre.

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  9. Fáckel:
    sombras de dudas, ventiscas de añoranzas, ráfagas de rabia... Parece que se cierne sobre la pareja unos momentos complicados.
    Salu2.

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  10. Sobre "olvidando que vivir es no parar y que siempre hay una adaptación": el primer em fa pensar que viure és no baixar de la bicicleta. El segon, em fa pensar que es pot ser inadaptat i funcionar igualment a la vida. Les escales tothom les baixa com pot, fins i tot a trompicons, deia Margarit.

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    1. Yo creo que el inadaptado tiene su particular forma de adaptación: no se adapta a reglas del sistema, pero se adapta a los márgenes rompedores que él se haya dotado. Por ello, en efecto, funciona a su propio ritmo, pagando oel precio que sea. Y hay muchas formas de "inadaptarse" sin ser el prototipo díscolo. Solo el suicidio rompe la baraja.

      (Las escaleras pueden bajarse rodando y cuando son pocos peldaños, de un salto. A mí se me daba bien esto último en lejanos tiempos; incluso por la barandilla)

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    2. Jo sóc massa "patosa" per baixar-les d'un salt, però sí que sabia fer-ho per la barana!

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    3. Cuabndo éramos más juncos flexibles, ¿no?

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