Mi madre me contaba que aquella mañana de estío, hasta el momento justo de sentir los dolores previos al parto había estado recogiendo la alubia verde en la huerta. Le gustaba relatar la anécdota para darnos a entender lo bien que había transcurrido todo a lo largo de los nueve meses de embarazo deseado. Luego, del instante de nacer uno no sabe más que lo que le han contado. Que no hubo incidencias, que la matrona lo hizo de perlas -con el consabido cachete al recién llegado que se resistía a llorar- en la venta de mis abuelos, y que enseguida fui un ávido e inquieto mamón. La sencilla narración de lo normal siempre me tranquilizó mucho. La normalidad tranquiliza. Espero que la narradora no me engañase. Aunque, ¿qué más daría? La vida es un sueño, cierto, pero también una verdad.
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Hace 15 minutos
Precioso homenaje a tu madre, sea ficción o no. Lo normal, que a veces cuesta acotar, nos tranquiliza siempre. Si fue tu cumple, felicidades :-)
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
No, de ficción nada, tal cual. Gracias por captar el (auto)mensaje. Salud siempre.
Eliminar¡Qué descanso hay en la narración minimalista de un nacimiento no acompañado de mayores tragedias! ¡Qué hermosos recuerdos!
ResponderEliminar¿A que sí? Si todo fuera así siempre...
EliminarUn buen momento para los dos protas. ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Ciertamente, Alfred. Ya solo lo puede contar uno. Un abrazo.
EliminarHola :)
ResponderEliminarA mí me encanta escuchar la historia de cuando nací, ver como mi madre se emociona aún hoy, más de veinte años después. Y otra historia que me encanta escuchar es la de cuando mi madre nació, porque mi abuelo estaba emigrado y se enteró una semana después. Me parece increíble y super triste que las cosas fuesen así.
Me he añadido a tus seguidores! Nos vemos! :)
En el pasado las osas fueron para muchos más tristes, inseguras y complicadas. Si se ha sobrevivido ya es demasiado. Bienvenida por estos lares.
EliminarA todos nos gusta saber detalles sobre esa infancia nuestra que no conocemos...
ResponderEliminarUn beso tranquilo.
Y a la hora de la verdad nos quedamos sin saber la mayor parte de lo acontecido. Los secretos han existido siempre. Calma tarde.
Eliminar¡Felicidades!, que tenga una preciosa tarde. Me tomaré un rico helado a su salud.
ResponderEliminarUn beso. Adriana
¿De nata, de fresa, de vainilla, de chocolate...o de champán? Que le siente bien el brindis.
EliminarMaravilloso...
ResponderEliminar¿Quién dijo que fue fácil sobrevivir al océano apacible y despreocupado de un útero y enfrentarnos como náufragos a esto llamado vida?
EliminarOle por la FELICIDAD y el privilegio de individuarse dentro de kalendas, si señor! Parece mentira el desarrollo de esas pequeñas larvas que anidan en vientres de hembras de mamíferos primatoides! Eso de parir siempre se me antojó algo complicadisimo de modo que como aparecí hembrita no me quise perder esa experiencia fisiológica, total... aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid ... y mira que me aterraba! Venga, vayamos de anécdotas: Te regaló la mía: Mi señora madre se puso de parto mientras freía unos dulces con nombre de flor! (Rosas??) Jajjj bien fritita me tuvieron y pequeña golosilla apareci!, me negué al chupete pues contaron que me daba asco, solo lo aceptaba si untado en azucar, cuando se acababa el dulce lo escupía para desesperación familiar. Ayy. Parece que no quería nacer y lo hice acogotada por el cordón umbilical y en maternidad con ayuda de médico. Tampoco fui tragona sino todo lo contrario. Solo tuve buen diente a partir de la pubertad pero muy sibarita y selectivo. Cantidad con calidad en la medida que se terciará y como no engordaba, pues me ponía las botas de todo lo sé me antojara riquiño .... y habían tantas cositas variadas y tan ricas!
ResponderEliminarEs que se estaba tan ricamente allá dentro, ¿verdad? que no me extraña que no quisieras salir. Otros debimos ser mas inquietos y curiosones. Que la felicidad de los recuerdos sea contigo también, eh.
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