Una vez vi en Salamanca esta puerta de hoja pétrea. Si fuera uno correcto debería haber dicho condenada. Pero ¿y si la puerta dispone de un mecanismo oculto cuya clave para abrir está reservada a los iniciados de algún conciliábulo perdido en el tiempo? De puerta falsa, nada. Objétese, si se quiere, que no sigue los cánones de una puerta común, que a primera vista no lleva a ningún interior, o que sufrió el castigo por algún comportamiento herético. Puertas de esta guisa disparan nuestra imaginación, si no somos lineales. Sin embargo el arte después del arte proporciona ingeniosas salidas para que un contra uso no desmerezca a la vista. Y que además sugieran. En este caso el impulso de pararme fue porque me veía ante el lienzo de un edificio chimú, y ya sé que Perú queda lejos, pero también que el denostado y no bien comprendido proceso del descubrimiento y conquista españoles de lo que se dio en llamar América proporcionó ideas de vuelta. Así que en medio de mi ensoñación tuve que cerciorarme de que estaba en la secular, católica y trentina Salamanca, capaz de generar tanto ideas prácticas de la ciencia y el conocimiento como argumentos esotéricos y teológicos de cerrazón al pensamiento. ¿Era esta puerta un ejemplo de esto último o una muestra de rebeldía adoptando un modelo de allende los océanos? Los amantes de las rarezas, del esplendor de las ruinas o simplemente del atrevimiento contra natura -natura social sobre todo- somos así. Echando mano del tópico que dice que nada se crea ni nada se destruye quienes nos perdemos en lo irregular, lo cóncavo, lo lateral y lo no aparente gozamos del descubrimiento callejero, por nimio que sea. Y nos da por ver cada cosa...con tal de no aceptar por las buenas las explicaciones que nos han dado siempre.
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 8 minutos
Una especie de trampantojo figurativo. Queda bello.
ResponderEliminarSalut
Un trampantojo en relieve, sin duda. Y bello, a mi modo de ver. La piedra siempre es hermosa, y más en Salamanca.
EliminarNo le voy a dar más vueltas, sin duda el tapiado de la ventana obedece a una protección activa construida por el dueño del edificio para evitar que lo defenestraran.
ResponderEliminarAh, en este caso los adornos son para despistar.
Salud
No te digo que no. Quién sabe si la intención fue protectora, condenatoria o de santiago y cierra eclessiam!
EliminarDe lectora inofensiva a furibundo escritor:
ResponderEliminarComo volutas que se disuelven en el aire la mayoría de las personas que van por la calle miran o aparentan que miran y cada mirada siguiente sustituye y va eliminando velozmente aquello que un segundo antes miraba y creía que veía. Y puertas, ni azules ni rojas ni verdes, sino pardas, desoladas y bonitas, ante las que esa mayoría nunca -nunca digo- se detendría solo resultan franqueables para unos pocos, los que las ven, las contemplan y las imaginan.
Sí, la gente tiene prisa por mirar y no ver. Por ver la apariencia y no interrogarse sobre lo que hay detrás. Por considerar lo sabido y no prospectar lo que puede ser revelación. Simplemente porque nos hacemos preguntas merece la pena observar, contemplar, admirar, ¿osar?. Pero estos verbos son conceptos que suelen resbalar a muchos paseantes, sí.
EliminarPuertas así se abren siempre hacia dentro de quien las contempla.
ResponderEliminarHas dado en la diana.
EliminarBellamente ilustrativo. Considérate afortunado por disponer de esa capacidad de observación/interpretación de la belleza en los más diversos sentidos por muy oculta y lejana que se encuentre.
ResponderEliminarEsa imagen nada tiene que ver con el tapiaje actual de puertas y ventanas "antiocupas", pero claro, debe tratarse de mundos diversos en el desarrollo espacio temporal que aparentemente aún podemos observar porque aún permanece su materia/recuerdo.
Si solo se taparan puertas física. Me preocupa el tapiado de puertas de la mente, del pensamiento, de la capacidad de cambio, de renovación. Te recomiendo el artículo de Habermas ayer en El País. No tiene pérdida, es largo pero matiza mucho y sabe de qué va la cosa.
Eliminarhttps://elpais.com/internacional/2018/11/16/actualidad/1542373515_267593.html
Y sin embargo debemos dormir.
Que curiosa la puerta infranqueable. El caso es no me gustan nada las puertas cerradas y menos aún selladas, pero he de reconocer que la piedra esculpida aporta esa belleza atemporal que mitiga el oscurantismo de una puerta que no es conducto sino barrera.
ResponderEliminarPuertas y ventanas cegadas las hay en todas partes; la mayoría de ellas no tienen gracia siquiera; los trampantojos ayudan a engañar el ojo mirón. En este caso la piedra refuerza de otra manera tanto el edificio como la calle. Un revocado de cal no habría tenido ahí el mismo efecto. Luego, todo lo demás suele ser simbólico.
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