Entre tanta publicidad comercial y política enajenantes, me dispongo a escuchar a Philip Glass para hacer llevadera la tarde de domingo casi otoñal. Es música de su Mishima, pero interpretada por Catalyst Quartet. La luz se resiste a dejar de ser intensa pero abres la ventana y se percibe fría. Propuesta de las horas que quedan de la jornada: no ver noticiarios de tv, no abrir páginas de prensa en internet, no mirar ningún video tonto de los que suelen llegar por el móvil, no discutir con nadie aunque vengan con ánimo de incordio, coger el periódico habitual solamente para hacer los crucigramas, leer unas páginas del recochineo que se traen los Escritos irreverentes de Mark Twain, tomar una cerveza tostada bien malteada y con doble lúpulo (según la etiqueta), cenar una rebanada de pan con tomate bien untado en aceite de arbequina, ver algunas secuencias de la película Mishima de Schrader, por el solaz y recreo de las imágenes más estéticas y las composiciones más inquietantes, bostezar libérrimamente cuando lo pida la saciedad o el tedio, reflexionar de pasada sobre lo reconfortante que es saberse un día más a salvo de superiores carencias y de orfandades no deseadas. Mañana, el eje de rotación y el de traslación dirán lo que tengan que decir.
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Hace 21 minutos
Esos acordes resuenan.
ResponderEliminarNo sé si has visto el film. A mí me gustó en su día. Y la música hace mucho en el mismo.
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