No sé, Fanny, extraño país de inviernos éste. Donde la madurez política no es un fruto que la ciudadanía quiera recoger. O que acaso no quiere sembrar.
Así es, y no nos engañemos. Aunque a veces haya ciertas manifestaciones donde se enarbolen banderas de aquel Estado, dudo que se tengan ideas claras respecto a lo que debería suponer una concepción republicana del Estado hoy. Que no es un mero relevo de cabezas rectoras, sino algo más profundo que pasara por una laicidad auténtica, una separación de poderes precisa y nítida, y una exigencia moral que renovara la administración política. Pero ya sé que son meras ilusiones.
Probablemente sea así, el Estado lleva en su seno como tal la deformidad si no el caos, pero se trata de ir un poco más allá e inventar fórmulas donde el Estado no sea tan plenipotenciario, digamos. Probablemente se ha intentado en la cultura occidental muchas veces y así estamos. En fin, yo sólo pretendía recordar la ilusión, el esfuerzo y la esperanza que en 1931 se suscitó en buena parte de la sociedad española, y los logros que durante un lustro, pienso sobre todo en materia de alfabetización y magisterio de las que tan necesitada estaba la España más pobre y atrasada, tuvieron lugar. Pero los poderes reales no dejaron ir más allá, como de todos es sabido, pagando un alto precio que parece que hoy también se ha olvidado.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
LAS FRANCESAS. UN CLAUSTRO CONVENTUAL DE LUJO DE HACE SIGLOS INCRUSTADO EN LA ARQUITECTURA DE HOY
TÚ, LA EVANESCENTE
El alma condenada. De Bernini a Bartolozzi
CHITÓN
El mar de Aral
LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
Y habrá otra primavera de flores rojas,amarillas y moradas.
ResponderEliminarSalud, Fackel.
No sé, Fanny, extraño país de inviernos éste. Donde la madurez política no es un fruto que la ciudadanía quiera recoger. O que acaso no quiere sembrar.
EliminarGracias, salud siempre.
Ya muy pocos se acuerdan - o saben- qué pasó el 14 de abril de 1931. Así de débil, inexistente, es nuestra memoria histórica.
ResponderEliminarAsí es, y no nos engañemos. Aunque a veces haya ciertas manifestaciones donde se enarbolen banderas de aquel Estado, dudo que se tengan ideas claras respecto a lo que debería suponer una concepción republicana del Estado hoy. Que no es un mero relevo de cabezas rectoras, sino algo más profundo que pasara por una laicidad auténtica, una separación de poderes precisa y nítida, y una exigencia moral que renovara la administración política. Pero ya sé que son meras ilusiones.
EliminarDeformidades del estado bajo cuaquier color...
ResponderEliminarProbablemente sea así, el Estado lleva en su seno como tal la deformidad si no el caos, pero se trata de ir un poco más allá e inventar fórmulas donde el Estado no sea tan plenipotenciario, digamos. Probablemente se ha intentado en la cultura occidental muchas veces y así estamos. En fin, yo sólo pretendía recordar la ilusión, el esfuerzo y la esperanza que en 1931 se suscitó en buena parte de la sociedad española, y los logros que durante un lustro, pienso sobre todo en materia de alfabetización y magisterio de las que tan necesitada estaba la España más pobre y atrasada, tuvieron lugar. Pero los poderes reales no dejaron ir más allá, como de todos es sabido, pagando un alto precio que parece que hoy también se ha olvidado.
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