Hoy contemplo de nuevo tus ojos
incalculables
tus facciones de polluelo atento
al asombro
cuando apenas el tiempo existía
(la niñez no es tiempo
es un florecer sin fechas
que solo sabe de eternidad)
Mis ojos se han humedecido
de partículas invisibles
que se resisten a desprenderse del hombre viejo.
La memoria echa un pulso a la pérdida
(es una constante pelea
que acaba en tablas
hasta la última fuga)
Duele el recuerdo de los días más felices
retenidos
que ignoran el desgaste cotidiano.
No ha de haber rendición
ante el vórtice incesante de la vida
(usa la herramienta
de tu gozosa admiración
por los descubrimientos perennes)
Hay que seguir aun sin saber
a dónde habremos de llegar
(la inercia es un don
que atrae la voluntad
y no su condena)
Tú creciendo, yo creciendo
todos haciéndonos prolongación
de cada piedra de cada suspiro de cada risa.
Celebrándonos.
Así va esto, así. Esos ojitos ....
ResponderEliminarUna hija en edad de pleno empuje bien merece un homenaje y una reflexión.
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