Un aventurero penetra en el desierto, sin saber que es un aventurero. Deja dicho a sus íntimos que se trata de una excursión breve, pero pasa un tiempo y no retorna. Lo que parece al principio un viaje calculado se ha convertido en una incursión desorientada. No obstante, él se complace en la variedad de paisajes, unos más opacos y otros más reveladores, que se descubren a su mirada. Promontorios riscosos, laderas arenosas, altiplanos con restos defensivos de lejanas civilizaciones, pequeños valles de una complejidad kárstica que le hacen creer que ha abandonado el lugar, nuevas llanuras cuyo suelo lo forman puntiagudos escarpes de sílex. Encuentra restos de muerte por doquier, aunque a él, que estuvo en una guerra, no le preocupan. Son fósiles del olvido tales como osamentas de animales, cráneos de humanos extraviados, armas oxidadas, una obsoleta instalación de radio. El aventurero, que se había inquietado al principio, descubre que es más aventurero de lo que se pensaba. Da por hecho que no hay vuelta atrás. Su brújula ha sufrido un extraño maleficio puesto que no marca punto alguno. Se sorprende de que no tenga sed y apenas apetito. Advierte que la tensión de los días anteriores a la exploración se ha rebajado. Ahora no siente inquietud ni prisa alguna, y los recuerdos de la vida de la que procede han ido quedándose por el camino. Es tal su fijación con la variedad de ámbitos por los que atraviesa que su conciencia de especie se modifica. Sobrevivir es adaptarse, se repite admirado y en absoluto compungido.
La matraca de San Idelfonso
Hace 13 minutos
Comparto plenamente la lectura simbólica del relato: cada día es ese espacio vivencial que nos hace buscar las coordenadas de referencia. Seguimos cerca, como supervivientes complacidos. Abrazos.
ResponderEliminarY esa sensación de atravesar un desierto, donde los oasis son efímeros y limitados...¿no crees? Gracias, José Luis.
EliminarYo soy mas parco en entendimiento. Todo lo tomo a nivel personal, luego escancio lo que se dice y lo que me pertaña.
ResponderEliminarTodo es aprender.
Salut
Pues a nivel personal es lo más instintivo, todos lo hacemos de una manera u otra, Miquel. Seguir aprendiendo = aprehendiendo.
EliminarSalut.
Así se explayaría una criatura al observar y sentir su entorno por primera vez. si pudiera expresarse. Sin condicionantes, por supuesto.
ResponderEliminarO quizás le bastaría con ser algo sordo .....o quizás algo autista, me lo pensaré.
¿Solo por vez primera, Emejota? Mira que todos los días renacemos un poco y morimos otro poco...
EliminarY la mayoría más muerta que viva o simplemente nonata.
ResponderEliminarEn mis comentarios subyacen conceptos rosacruces, astrologicos, taoístas y experimentales. Procuraré ser más precisa ó mas silente. Total-------
Cierto lo que expone pero no era esa la cuestión que pretendía transmitir sino recalcar la emoción de lo novedoso en algún ser humano que nazca curioso y observador, en distintas medidas, sintiendo la emoción de la novedosa experiencia pero sin hacer cábalas por carecer de experiencias previas para comparar. Es la mirada virgen que se asoma al entorno.
Nada que ver con el mundo de los adultos.
Que como me atrevo a exponerlo?
Una niña pequeña me lo lego con torpeza para que nunca lo olvidara.
Lo novedoso es referente en cada ser humano. Un niño vive permanentemente atraído por lo que se manifiesta en el entorno, de ahí sus preguntas. de ahí que aún no sea consciente de cómo va introduciéndose en el desierto...La reflexión de un hombre mayor ya es otra cosa...
EliminarClaro
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