Qué alegría me ha dado. Avanza el otoño en uno de sus más característicos días desapacibles, grises y de ventolera, y el geranio florece en una de mis macetas. ¿Qué detecta ese ente vegetal que no percibimos los humanos? Mientras los de nuestra especie nos encogemos entre agobios y preocupaciones, en ese otro mundo se genera la respuesta de un microclima que no nos sonríe a nosotros. Ah, si yo fuera un esotérico, permanente lector y creyente de los signos más nimios que me fuera encontrando por el camino. Estaría sacando conclusiones maravillosas que ni los más experimentados horóscopos serían capaces de establecer. Interpretaría, por ejemplo, que cada capullo significa una faceta de la vida en trance de resolverse. Y que el colorido de los pétalos avanzados va a traer una nueva época para hacer de esta que habitamos una nueva tierra. Y hasta percibiría en las venillas que tratan de extender toda la rojez por la superficie de la flor un clamor con el que la humanidad se reconoce por fin en su condición prometeica triunfante. No sé si soy un esotérico o un soñador. Acaso un iluso. Pero la mirada no engaña. La belleza está en lo más recogido y humilde y me ha puesto contento.
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Hace 1 hora
A menudo me asombro, yo también, ante bellas anomalías, como la de tu geranio.¡Cómo para no alegrarse ante su contemplación!¡Ojalá tus infundadas profecías se cumplieran! Ingenuamente, a veces, nos asaltan pensamientos así. Interpretaciones cargadas de buenos augurios de los que hacemos portavoces a un trébol de cuatro hojas, una cala florecida en enero o un geranio otoñal.
ResponderEliminarEs cierto, la belleza habita en lo más humilde.
Un abrazo.
Pues de eso se trata: ponerse contento.
ResponderEliminarUn abrazo esóterico, soñador y bello.
No comparto el mismo concepto sobre el esoterismo, a veces es aterrador. Afortunadamente nada es todo parece y tan solo depende del ángulo de enfoque.
ResponderEliminarGracias por la musiquita. Bs.
Agradécelo a las matemáticas, a la química, a la física y a tu envidiable felicidad
ResponderEliminarTal vez, Sala, lo que parecen a los ojos humanos anomalías son expresiones naturales en esos otros mundos, esas otras vidas. Como somos tan antropocéntricos, consideramos lo que acontece en otras especies como extraño.Ojalá estuviéramos más cerca de comprender las otras expresiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues es verdad, Francesca, no es poco no, ponerse risueño y abrir el corazón a la sorpresa de una flor. Un abrazo.
ResponderEliminarClaro que los conceptos esotéricos pueden ser aterradores, pero habría que matizar. ¿Así que todo es del color del cristal con que se mira? Y a mí que me suena a romanticismo demodé...
ResponderEliminarA la biós, Isla, a la biós, por supuesto. Agradecido estoy.
ResponderEliminarDa gusto verte así, alegre y esperanzado. ¡Ah, esa rojez por cubrir los pétalos! No sé si prometedor o ilusorio, no sé...
ResponderEliminarSea como fuere, demos gracias a este valiente geranio por encender la ilusión.
Las bellezas nos rodean, humildes y serenas, solo hay que detenerse y reparar en ellas.
Sonrío yo también.
Mafalda, voy a creerme todavía que el geranio me envía signos de esperanza sólidos. No te digo si florecen el resto de los capullos.
ResponderEliminarGracias por la sonrisa participativa.