Ya no cabe duda alguna, si es que alguna vez la cupo. Vivimos sometidos también a la dictadura del lenguaje. Pero cómo éste no es por esencia ni ético, aunque algunos reivindiquen con él ideas morales actualizadas y consecuentes, ni social, aunque todo el mundo lo utilice como técnica y entendimiento básico, ni político, aunque exista el montaje -cada vez con más rostro de farsa- de una democracia en minúsculas, ni gran facilitador de convivencia, aunque la gente hable algo sobre mínimos, pues dígame alguien si el lenguaje no se convierte en límite, control y opresión para los humanos de nuestras culturas, supuestamente exquisitas. Se dirá: no, lo que pasa es que el lenguaje está al servicio de la dictadura. ¿Veis? Hasta suena mal esto. ¿Cómo dictadura, oiga?, me diría un votante del partido gobernante; que hemos sido elegidos leal y legítimamente (por supuesto ellos prefieren ignorar que se han saltado hasta su propio programa electoral y que carecen de intenciones de beneficiar a la sociedad)
Teniendo en cuenta que los primeros que se están cargado el denominado sistema democrático, aprovechando su mayoría absoluta y con tibia resistencia por parte del principal partido de oposición, es la derecha consolidada en el poder (más de lo que ya estaba) cabe esperar todo tipo de medidas no solo regresivas sino que en absoluto propicien la participación de la mayoría social. A la mayoría social se la excluye con el argumento de que ya hay unas instituciones votadas y consensuadas.Y la mayoría social, de la que sería deseable esperar que aún mantenga a algún nivel, ciertos criterios y razonamientos basados en la defensa de sus intereses, no obstante parece estar recibiendo una descarga de artillería pesada en aquello que faltaba por reducir: el lenguaje.
El PP, que está consumiendo ese asalto al poder de los de siempre, como dice el español de a pie, con la innegabla ayuda e identificación de ciertas derechas nacionales periféricas que se encargan de la tarea sucia en sus cantones respectivos (viendo ayer vídeos de represión reciente en Manresa me venía a la mente el viejísimo chiste de el Perich: pégueme en catalá, si vos plau) está alterando el lenguaje en base a dos objetivos: uno, llamar a los acontecimientos, medidas o políticas en general de una manera sibilina y oscura, con otro nombre, y dos, lograr que nadie preste atención al problema porque con nuevos términos tal pareciera que las cosas quedaran desnaturalizadas, es decir, que ya no fueran problema.
Pues bien, ¿entraremos la ciudadanía (si queremos seguir siendo ciudadanía y no solo súbditos) al trapo? Se creen que porque el gobierno no mencione el término banco malo, vamos los demás a hablar de sociedad de gestión de activos y el hecho de toda la barbarie financiera y la gestión al servicio de los bancos va a ser diferente? Y como ese ejemplo, diariamente se inventan nuevos nombres, que pretenden en realidad que sean nuevos conceptos, que penetren como nuevas cadenas en las mentes de los españolitos. Mañana es probable que cambien también el nombres de banco. Alguien ha sugerido que se le llame sociedad de reparto de riqueza (obviamente, ya se sabe para quién)
Hoy viene un artículo en la prensa con argumentos, que sugiero leer. Explican todo esto mejor que yo.
http://elpais.com/elpais/2012/06/06/opinion/1338982268_785200.html
La palabra nos hace libres y nos esclaviza. Todo depende del dominio que se tenga del lenguaje. Y así se lo explico a mis alumnos cada año.
ResponderEliminarDecía un lingüísta (no recuerdo el nombre, pero era durante el primer tercio del siglo XX) dirigiéndose a los obreros de una fábrica, que las clases populares solían utilizar alrededor de 3.000 palabras para comunicarse, mientras que las clases dominantes usaban más del doble, y que por esta razón les controlaban.
Más allá del contenido de la afirmación (que debería despertar conciencias), me emociana la imagen de un lingüísta disertando ante los obreros de una fábrica.
Hoy, al lingüísta, le tirarían piedras.
Enric, está bien esa anécdota, pero ya sabes, a uno le lleva a preguntarse más. Por ejemplo, si las 3.000 palabras de las clases populares eran más precisas, claras y concisas que las 6.000 de las clases altas, pues tendría un valor superior, ¿no? De todos modos, el tema es que se está cayendo en la utilización de giros liados de palabras, muchas de ellas sobrantes, ignorando lo interesante y práctico que es el ahorro en vocablos y sintaxis, sin que se empobrezcan estos. Los medios y los políticos hacen exhibición de fuegos artificiales lingüísticos, demostrando su pobreza conceptual y técnica, y se creen más sabios por ello. Qué triste.
ResponderEliminarTengo un vecino de 93 años que todos los días que me le encuentro me pregunta: ¿qué es eso del banco malo? Le tengo que contestar: no lo sé. Imagínate con la nueva nomenclatura quién se va a aclarar.
Salud y un abrazo.
Qué espanto... Las palabras nunca son inocentes, jamás. Los eufemismos evidentemente tampoco. Y la voluntad de opacidad menos todavía.
ResponderEliminarDe todas formas alguien dijo que somos peores que las ovejas. Las ovejas necesitan un perro para ir todas en la misma dirección: nosotros somos más manipulables porque no necesitamos perro que ladre. Si lo hay mejor, pero si no lo hay el gregarismo acrítico nos conduce solo.
Ramón, yo també estoy espantado, a veces uno piensa que somos la especie que tocamos casi el cielo, pero que nunca deseamos alcanzarlo. Metáfora, claro, no religión, lo que digo. Confío en que en la vorágine de los desatinos que se generan por todas partes también se genere el corte de mangas, la chanza y la sensatez de las palabras QUE DICEN, que aún las hay.
ResponderEliminarEsa gente quiere que además de cornudos seamos apaleados. Hay que dar la batalla de las palabras sensatas frente al eufemismo que oculta sus intenciones.
Yo lo veo más como una manipulación discursiva, o sea, el intento reiterado de los sectores del poder de explicar lo inexplicable, de justificar lo injustificable. Claro que me refiero a lo que pasa en mi pais, auqnue creo que vale la extrapolación a lo que sucede en España.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, Neo, tienes razón, eso es aplicable a España, pero se trata de una manipulación sumamente peligrosa para la sociedad, pero que viene muy bien a los planes de los propietarios de la finca. Algo que puede calar perfectamente en la mente y el nivel cultural de la gente. Muy peligroso. Ocurrió en la Alemania nazi. Leer a Klemperer se impone.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡"La lengua del Tercer Reich", de Klemperer, es una lectura necesaria, sí señor!
ResponderEliminarEnric, desde luego el pasado es una fuente de conocimiento. Tal vez haya elementos a desechar, pero otros -sobre todo aquellos que reflexionan sobre lo acontecido- hay que mantenerlos en vigor.
ResponderEliminarGracias por estar al tanto.
Falsear la realidad mediante un abuso de retórica. El arte del engaño mediante el dominio del lenguaje. La palabra es, sin duda, una herramienta poderosa, un arma mortal, si no descubrimos su ponzoña.
ResponderEliminarLluvia. Dices falsear la realidad, pero a base de la peor retórica, la que desvirtúa, incluso la abyecta en muchos casos. ¿Es la retórica una manera de decir las cosas para no decir nada y para desviar de su objetivo? Arte del engaño, mucho, no creo que dominen precisamente el lenguaje, aunque tengan técnicos que trabajen para ellos y pongan sus conocimientos sobre el lenguaje a su servicio malsano. La palabra siempre ha sido el arma más venenosa (dicen que también salvífica, no sé) No en balde las religiones del Libro saben usarla con mucha destreza. Y personalmente, que cada uno medite cómo le influyeron las palabras que ARROJARON sobre él en su infancia...
ResponderEliminar"""- Cuando yo empleo una palabra -dijo Humpty Dumpty con el mismo tono despectivo-, esa palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos.
ResponderEliminar- La cuestión es saber -dijo Alicia- si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas diferentes.
- La cuestión es saber -dijo Humpty Dumpty- quien dará la norma... y punto.""""
A través del espejo...de Lewis Carroll.
Disculpa hermano pero hablar de políticos-politica me provoca vómitos.
Menos mal que la Luna cae. un abrazo.
tula de Fractales
Tula de Fractales, qué gran cita la de Alicia. ¡Bravo!
ResponderEliminarTula, ciertamente sabia la cita de Carroll, como toda su obra.
ResponderEliminarHabrá que buscar un antídoto para los vómitos, pero como dejemos el lenguaje en sus manos...
Un abrazo.
La cita de Carroll es tal cual acontece, ¿no, Enric?
ResponderEliminarAh, se me olvidaba. Ambrose Bierce pone también su punto:
ResponderEliminarLenguaje. Música con la que encantamos a las serpientes que vigilan los tesoros ajenos.
Die Fackel,
ResponderEliminarcasualidad o no, parece que últimamente Orwell está en mente de todos...
No voy a decir nada nuevo diferente a lo que ya "hablamos" desde mi bitácora; pero acusar al lenguaje de ser arma ponzoñosa, o a la palabra de no ser nunca inocente, me parece, es querer lavarnos las manos.
El lenguaje es algo completamente artificial (y eso ya está más que demostrado); por tanto, como arterfacto inventado por y para el hombre es, en todo caso, el reflejo "de", pero NUNCA la personificación exacta de los peores pensamientos del hombre. No confundamos inventor e invento, contenedor y contenido, o cualquiero otra metonimia que se nos ocurra.
La palabra, igual que todo, tiene la importancia y el poder que queramos darle con su uso. Que sepamos o no emplearlo es harina de otro costal. No matemos tan rápido al mensajero.
Aunque, al fin y al cabo, respecto a este tema de la manipulación de la sociedad mediante el lenguaje estamos todos bastante de acuerdo. Somos capaces de verlo y, en el mejor de los casos, denunciarlo. Algo que, bien mirado, se acerca a lo que Kraus difinió (no recuerdo bien si fue en "El laberinto de la palabra") como clave reveladora de los males del mundo: un tratamiento "descuidado" del lenguaje (descuidado por unos poco, sobre-cuidado por otros tantos, ya me entiende) viene a señalar el descuido del hombre para con la propia situación socio-político-cultural-etc del momento.
Algo significativo en relación a la situación actual... Eso sí es para espantarse...
Gracias por el artículo más que recomendable.
Saludos afectuosos y mediterraneos,
PeterP.
ResponderEliminarPPan. De verdad que agradezco el tono polémico y hasta justamente irritado de tu comentario. Eres muy precisa con el lenguaje, probablemente consecuente con tus conocimientos, y haces bien en matizar y enmendar la (mi) plana.
Orwell está cada vez más en mente porque el mundo que él ¿imaginó? ¿visionó? se está desarrollando con un poderío que abruma y ofende.
Por supuesto no se trata de lavarnos las manos ante el sentido que se da al empleo del lenguaje. Igual tenía que decir: la ponzoña que se introduce en el lenguaje, porque la ponzoña existe ¿verdad? Y la mala intención y la alevosía y todo lo que sea preciso para lograr los fines espurios que ciertos humanos persiguen desde los poderes. No he pretendió confundir inventor e invento ni nada por el estilo ni pretendo matar al mensajero: ¿se deduce eso de mi texto? Pues mal expuesto entonces por mi parte. No obstante, el problema es que el invento está al servicio de quien está; por supuesto no solo de los que controlan el mundo en todas sus escalas, también está al servicio de cada cual, de nosotros, pero en este caso nuestro eco e influencia es mínimo.
Para Kraus, el lenguaje periodístico es objeto de crítica contundente durante toda su vida y la de su publicación. En sus aforismos queda recogida en toda su amplitud y ocurrencia. Pero ¿cuántos Kraus han existido? No hace falta que hagamos un repaso al lamentable estado de la “empresa periodística” en la España de nuestros días. Hay que leer con lupa la supuestas disidencias respecto al lenguaje al servicio del negocio y de la política del Orden. De todos modos, PPan eres muy suave (o irónica) hablando del lenguaje descuidado. El descuido o la alegría en el lenguaje también están pensados y destinados. Por supuesto, para espantarse, escalofriarse y salir corriendo…¿hacia dónde?
Tampoco debo haberte aclarado nada, puesto que seguro que lo tienes más racionalizado que yo, que soy más sensible y emocional al considerar el tema.
Saludos desde la dura (extensivo) meseta.
El lenguaje puede matar o salvar. Engañar o ser transparente. Como todas las herramientas que ha creado el ser humano. Un instrumento cortante puede matar o salvar vidas (en cirugía). La ciencia, la educación, la religión, la política, las matemáticas. Todos los campos del saber pueden elevarnos o esclavizarnos.
ResponderEliminarEl lenguaje tiene además técnicas para enmarañarse más. La retórica, la oratoria y la argumentación. Estas disciplinas se pueden utilizar para convencer a posibles donantes de dar dinero para un "banco de alimentos" porque hay mucha gente sin recursos. Pero también se pueden emplear para convencer a los responsables de comenzar una guerra.
Así que deberíamos escuchar más y hablar menos...
Abrazos
Me temo que a los responsables de comenzar una guerra no se les convence nunca.
EliminarEse texto lo actualizaría un poco hoy, pero entonces lo escribí así y así queda. Aunque sustancialmente la tesitura no ha cambiado en estos años.
El problema hoy es que mucho lenguaje es solo publicidad y eso ya no sé si es lenguaje claro y honesto. Es lenguaje interesado.
Siempre tengo cerca el libro de Kemplerer sobre la lengua en el Tercer Reich, porque se ve hasta qué punto en una sociedad hiperteledirigida y controlada se puede falsear conceptos, términos y discursos. Y así pasa lo que pasa.
Voy a tener que adquirir ese libro de Kemplerer sobre la lengua en el Tercer Reich. Me parece que actualmente podría aprender mucho. Se da tanta desinformación desde que ha empezado el conflicto de Ucrania...
ResponderEliminarLa palabra salva o mata. Enseña o atonta.
Es un libro fundamental, te lo aseguro, para quien está interesado en descubrir la barbarie vía lingüística, digamos. Ya sabes, la manipulación del lenguaje llevada a sus últimas consecuencias por el nazismo y el fascismo, aunque es propio de todos los supremacismos y nacionalismos.
EliminarLa palabra es ¿el gran hallazgo humano? para bien y para mal, y todos la usamos en sentidos opuestos cuando nos conviene.