le encuentro tamborileando con un lápiz su mesa de trabajo; ahora entenderás mejor por qué me aislé, me dice; me aislé de un país de dos rostros; un Jano indecente, sumamente hipócrita, bajo su carita de amabilidad y simpatía; la indecencia expulsa en los pobladores la otra mirada posible; demasiada soberbia inútil, demasiado abandono, demasiada autocomplacencia; añorando aquello de lo que uno se desposee torpemente no es fácil esperar una pronta recuperación; o acaso no hay nada que recuperar, sino que obtener por vez primera; no sé por qué hablamos tanto del pasado si el pasado es sumamente impuro; ¿o queremos nombrar las aspiraciones que alguna vez veíamos próximas a materializar en hechos, sin lograrse?; esa parte de Jano que se ha olvidado de sus orígenes humildes, de los esfuerzos generosos de muchos que les precedieron, ha caído dos veces en el mismo desatino; se dirá que es propio de regiones de la tierra inhóspitas; que no es el caso de la nuestra; que este territorio que nos ha visto crecer y donde persistimos ha evolucionado, nada que ver ya con el atraso del pasado; sabes de sobra que esto hay que entenderlo; obviamente, nadie discute los cambios, la propia naturaleza de las cosas los lleva a cabo; todo es una cuestión de conceptos, y las referencias no pueden tomarse sobre otro tipo de sociedad; el dinero no lo es todo, y menos todavía si no se saben utilizar los medios, o no se quiere; demasiada fiebre durante los últimos tiempos por el beneficio fácil, la avidez de la posesión sin escrúpulos; la religión tradicional ha sido relegada por una nuevas y homogénea religión colectiva; si lo hubiera sido porque la luz calienta el sentido de nuestras vidas en una nueva dirección ética, diría que habría merecido la pena; pero no, de aquella religión de la adicción mental a lo abstruso y necio se ha dado el salto a la fe en la disponibilidad efímera de objetos; la base material estaba predispuesta a ello; ni en la religión había nada creativo y liberador ni en la nueva fe consumista cabe esperar la salida del túnel; a los hombres les gusta vivir en el entreguismo, es tanta la atracción por la ocupación simplista de los tiempos de sí mismos; nadie cree en nada que vislumbre inteligencia sino en señuelos pasajeros que ponen a los individuos entre el esfuerzo malgastado y el movimiento disperso y ausente de sus vidas; estos Jano se devoran en su interior; se destrozan y se rehacen cada día, sin llegar a ninguna parte;
(De una fotografía de Rodchenko)
Sin menospreciar el contenido de tu texto, me he visto más atrapada por la mirada de Rodchenko, tan parecida a unos ojos conocidos. Las miradas se repiten, puede ser material para un nuevo cuento chino, veremos...
ResponderEliminarEs que las fotografías de Rodchenko, Francesca, son un lujo y un tratado por sí mismas. El otro ojo de esta toma debes buscarlo en el rostro de Ossip Brik, es más sugerente y publicitario para el fin que Rodchenko, Stepanova, Maiacovski,Babel, Eisenstein, entre otros, perseguían, pero ahora no venía a cuento.
ResponderEliminarLas fotografías de aquel tiempo son todas muy sugerentes, sí.
Sí,ha veces me inyecto sueños
ResponderEliminarpor asumir que despierta
reduzco mi existencia a un cadáver.
Me duele todo sin estar enferma
debe ser cosa de agrias ingestiones
o tal vez un golpe
cuando dejé la coraza en el perchero.
Soy metáfora sin cuento
una esclava que perdió el debate
aun y así
me inyecto sueños
para seguir con el día a día.
Este poema me duele,ha nacido mientras leía tu escrito, que fraude más grande está vida que nos hacen vivir,como si fuese de ellos.
Un abrazo.
muy buena entrega Fackel,
ResponderEliminarsaludos
Gene. Pero aquí estamos para evitar que sea de ellos. Escribiendo, entre otros ejercicios que rescaten el sentido de la vida. La sensibilidad nos recorre. Y más allá de esta afectación cada cual debe optar y saber qué más se puede hacer. Pero escribir, debatir y sumar encuentros en los espacios libres es impedir de alguna manera que nos roben la vida, ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo.
Ah, me gusta eso de inyectar sueños. Sobre todo si primero los elaboramos y los sentimos nuestros.
ResponderEliminarAh, Omar, no sé, una manera más de seguir con el quejío, supongo, que, por otra parte, os estará hartando.
ResponderEliminarGracias por pararte aquí.