lunes, 2 de julio de 2012

dos de julio




le encuentro tamborileando con un lápiz su mesa de trabajo; ahora entenderás mejor por qué me aislé, me dice; me aislé de un país de dos rostros; un Jano indecente, sumamente hipócrita, bajo su carita de amabilidad y simpatía; la indecencia expulsa en los pobladores la otra mirada posible; demasiada soberbia inútil, demasiado abandono, demasiada autocomplacencia; añorando aquello de lo que uno se desposee torpemente no es fácil esperar una pronta recuperación; o acaso no hay nada que recuperar, sino que obtener por vez primera; no sé por qué hablamos tanto del pasado si el pasado es sumamente impuro; ¿o queremos nombrar las aspiraciones que alguna vez veíamos próximas a materializar en hechos, sin lograrse?; esa parte de Jano que se ha olvidado de sus orígenes humildes, de los esfuerzos generosos de muchos que les precedieron, ha caído dos veces en el mismo desatino; se dirá que es propio de regiones de la tierra inhóspitas; que no es el caso de la nuestra; que este territorio que nos ha visto crecer y donde persistimos ha evolucionado, nada que ver ya con el atraso del pasado; sabes de sobra que esto hay que entenderlo; obviamente, nadie discute los cambios, la propia naturaleza de las cosas los lleva a cabo; todo es una cuestión de conceptos, y las referencias no pueden tomarse sobre otro tipo de sociedad; el dinero no lo es todo, y menos todavía si no se saben utilizar los medios, o no se quiere; demasiada fiebre durante los últimos tiempos por el beneficio fácil, la avidez de la posesión sin escrúpulos; la religión tradicional ha sido relegada por una nuevas y homogénea religión colectiva; si lo hubiera sido porque la luz calienta el sentido de nuestras vidas en una nueva dirección ética, diría que habría merecido la pena; pero no, de aquella religión de la adicción mental a lo abstruso y necio se ha dado el salto a la fe en la disponibilidad efímera de objetos; la base material estaba predispuesta a ello; ni en la religión había nada creativo y liberador ni en la nueva fe consumista cabe esperar la salida del túnel; a los hombres les gusta vivir en el entreguismo, es tanta la atracción por la ocupación simplista de los tiempos de sí mismos; nadie cree en nada que vislumbre inteligencia sino en señuelos pasajeros que ponen a los individuos entre el esfuerzo malgastado y el movimiento disperso y ausente de sus vidas; estos Jano se devoran en su interior; se destrozan y se rehacen cada día, sin llegar a ninguna parte;





(De una fotografía de Rodchenko)

7 comentarios:

  1. Sin menospreciar el contenido de tu texto, me he visto más atrapada por la mirada de Rodchenko, tan parecida a unos ojos conocidos. Las miradas se repiten, puede ser material para un nuevo cuento chino, veremos...

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  2. Es que las fotografías de Rodchenko, Francesca, son un lujo y un tratado por sí mismas. El otro ojo de esta toma debes buscarlo en el rostro de Ossip Brik, es más sugerente y publicitario para el fin que Rodchenko, Stepanova, Maiacovski,Babel, Eisenstein, entre otros, perseguían, pero ahora no venía a cuento.

    Las fotografías de aquel tiempo son todas muy sugerentes, sí.

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  3. Sí,ha veces me inyecto sueños
    por asumir que despierta
    reduzco mi existencia a un cadáver.
    Me duele todo sin estar enferma
    debe ser cosa de agrias ingestiones
    o tal vez un golpe
    cuando dejé la coraza en el perchero.
    Soy metáfora sin cuento
    una esclava que perdió el debate
    aun y así
    me inyecto sueños
    para seguir con el día a día.



    Este poema me duele,ha nacido mientras leía tu escrito, que fraude más grande está vida que nos hacen vivir,como si fuese de ellos.

    Un abrazo.

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  4. Gene. Pero aquí estamos para evitar que sea de ellos. Escribiendo, entre otros ejercicios que rescaten el sentido de la vida. La sensibilidad nos recorre. Y más allá de esta afectación cada cual debe optar y saber qué más se puede hacer. Pero escribir, debatir y sumar encuentros en los espacios libres es impedir de alguna manera que nos roben la vida, ¿no?

    Un abrazo.

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  5. Ah, me gusta eso de inyectar sueños. Sobre todo si primero los elaboramos y los sentimos nuestros.

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  6. Ah, Omar, no sé, una manera más de seguir con el quejío, supongo, que, por otra parte, os estará hartando.

    Gracias por pararte aquí.

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