en tiempos de mediocridad, hay que buscar el sueño; no el adormecimiento, se dice a sí mismo, sino la capacidad de crear que en mayor o menor medida tiene cada individuo; y se encuentre o no esa llama interior al menos buscar el modo de disfrutar de lo que otros han creado; participar de la creación es integrarla en uno mismo; la belleza, por ejemplo, ¿dónde encontrarla sino en la propia materia?; ese afinamiento que sin dejar de ser misterioso está traído a este mundo de los vivos por el esfuerzo y la insistencia de sus artesanos; toda esta reflexión nada original viene a cuento de que ha estado mirando vídeos de danza esta noche; la misma composición de Ravel con dos intervenciones diferentes: Maya Plisetskaya y Silvie Guillem; detrás, la sombra del gran Maurice Béjart; ni por asomo se plantea elegir, ¿cómo elegir entre lo que es hermoso?; le horroriza la idea de la competencia y de la selección entre aquello que no tiene fisuras y que le empequeñece a él; se ha limitado a disfrutar con una y otra interpretación; ¿es más serena y madura la Plisetskaya? ¿es más salvaje e inquieta la Guillem?; qué importancia puede tener eso, piensa despreciativamente; lo que cuenta es el fuego, lo que habla es el movimiento, lo que conmueve es la ensoñación que ambas ponen en nuestras manos.
sábado, 12 de noviembre de 2011
doce de noviembre
en tiempos de mediocridad, hay que buscar el sueño; no el adormecimiento, se dice a sí mismo, sino la capacidad de crear que en mayor o menor medida tiene cada individuo; y se encuentre o no esa llama interior al menos buscar el modo de disfrutar de lo que otros han creado; participar de la creación es integrarla en uno mismo; la belleza, por ejemplo, ¿dónde encontrarla sino en la propia materia?; ese afinamiento que sin dejar de ser misterioso está traído a este mundo de los vivos por el esfuerzo y la insistencia de sus artesanos; toda esta reflexión nada original viene a cuento de que ha estado mirando vídeos de danza esta noche; la misma composición de Ravel con dos intervenciones diferentes: Maya Plisetskaya y Silvie Guillem; detrás, la sombra del gran Maurice Béjart; ni por asomo se plantea elegir, ¿cómo elegir entre lo que es hermoso?; le horroriza la idea de la competencia y de la selección entre aquello que no tiene fisuras y que le empequeñece a él; se ha limitado a disfrutar con una y otra interpretación; ¿es más serena y madura la Plisetskaya? ¿es más salvaje e inquieta la Guillem?; qué importancia puede tener eso, piensa despreciativamente; lo que cuenta es el fuego, lo que habla es el movimiento, lo que conmueve es la ensoñación que ambas ponen en nuestras manos.
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Pon el oído, ¿escuchas?. Estoy aplaudiendo a rabiar. Es que la danza clásica desde mi más tierna infancia ha sido y sigue siendo una de mis debilidades, pero no pude acabar de desarrollar mis escasas habilidades en clase de ballet porque mi padre me sacó de cuajo de aquel "pequeño pedazo de gloria" por ser nido de putas en aquella España de los años cincuenta. Claro que quien tuvo.... retuvo...ja,ja, algunas posiciones todavía las recuerdo y fotos debe haberlas a lo largo y vasto del blog puesto que recuerdo haber escrito sobre esta cuestión.
ResponderEliminarEmejota. Me alegro, yo también he disfrutado mucho. Además Maurice Béjart es bestial.
ResponderEliminarquerido maestro,
ResponderEliminarme gustaría conocer tu opinión sobre este artículo que me acaban de pasar:
http://www.elpais.com/articulo/portada/busca/infelicidad/permanente/elpepusoceps/20111113elpepspor_15/Tes
en referencia a aquel otro del que hablamos no hace poco
(y también me gustaría tantear cómo andas respecto al 20-N)
un abrazo fuerte
(disculpa el "off-topic")
en la mùsica hay la introspecciòn para poder ejercitarnos en apreciar la belleza.
ResponderEliminarcomo siempre solo el ejercicio nos vuelve sensibles a las solicitaciones.
un saludo cordial
Blas
El "Bolero", aquest ritme constant de camí, de caravana que passa, d'anunci i d'eco, sense perdre pas ni compàs, insistència exòtica.
ResponderEliminar¿Coneixes el vals "Je te veux"? Un dia aquest vals em va obrir l'univers de dalt a baix.
Stalker, disculpa mi tardanza o mi abandono en responder. Sí, leí el artículo de Javier Marías, pero no le dí una importancia capital.
ResponderEliminar¿El 20N? Un día cualquiera de la vida, ¿no? (Me quedo en la ironía y el sarcasmo, compréndeme)
Un abrazo, y seguiremos resistiendo, no te quepa duda.
Claro, Blas. En la música y en cualquiera de las otras manifestaciones artísticas. El ejercitar, como diletantes o como creadores, es vital. Pero hay también una filosofía de la vida en el arte. Y lo que no podemos admitir es que el arte sea mero consumo o mera distracción o mera contemplación ociosa. El arte habla. De todas las demás manifestaciones del alma humana y de la colectiva.
ResponderEliminarUn abrazo.
Olga. ¿Será entonces el bolero una encarnación en género musical del mito de Sísifo? Siempre repitiendo, trasladándonos sobre el reducido espacio, condenados incluso a la maldita belleza...
ResponderEliminarNaturalmente que conozco la obra que citas de Satie, es envolvente, no de la manera tormentosa que supone el bolero de Ravel, sino más bien apacible. No me cabe duda de que tal como lo dices supuso un símbolo de algo importante en tu vida.
Un abrazo de medianoche.
Ja, ja, no te mojas, Fackel, en ninguna de las dos cuestiones que te planteo.
ResponderEliminarIntuyo que eso es sabiduría por tu parte (no es irónico),
respóndeme por privado, porfa
un abrazo
espero tu respuesta en el mail, maestro
ResponderEliminarStalker, o acaso no tengo opinión, o no debo tenerla. Un individuo es un accidente y una fragilidad de la naturaleza.
ResponderEliminarSalud.