Son tan hermosas estas palabras de Adonis que le permiten abstraerse de la calidez rigurosa y extrema de la noche.
Él se vierte, como el agua de las alturas
múltiple, incapaz de unificarse
ardiente, incapaz de apagarse
alegre, incapaz de tensarse
como tú, él se pregunta: ¿Cómo podré recoger mi desorden?¿Abstraerse? Tentado a analizar cada verso como si fueran parámetros, siente que se desparrama dentro de sí, y nadie lo advierte. Arrojado a disgregarse más todavía sabe que sólo esa condición le convierte en uno, no obstante el riesgo. Sospecha que el fuego sólo se extinguirá cuando sea ceniza, ya consumido por su propia ignición. Le duele que la alegría primigenia, la que le explicaba
naturalmente desde los años sencillos, se haya rendido a la tensión. El desorden no se recoge fácilmente. Persigue su recorrido sin renunciar al
hermoso viaje. Acerca una caracola al oído y espera una señal. Mientras, sueña con la espuma.
(Versos del poeta sirio
Adonis en su libro
Singulares)
Es bellísimo el poema. La última interrogante resuena, resuena, resuena. Tengo una entrada relacionada con ese mismo concepto de dispersión, esa que me invade con cierta frecuencia, pero todavía no la siento debidamente hilvanada, tendrá que esperar en la "barrica". Beso.
ResponderEliminarPues sigue tejiendo, tampoco hay prisas. Lo importante es hilar, hilvanar. Y Adonis es fantástico, ha revolucionado la poesía árabe moderna.
ResponderEliminarUn abrazo, Emejota.