Hoy no tengo ganas de poner de mi parte letra alguna. Encuentro en la red la
Marche en Rondeau de Marc-Antoine Charpentier, con una interpretación soberbia del organista húngaro Xaver Varnus. El acompañamiento de trompetas es sobrecogedor. Simbiosis con la envolvente cadencia intimista del órgano al que Varnus saca destellos. Que el espacio donde se interpreta sea la sinagoga de Budapest le da un aire abierto. Que nadie se llame a engaño. Las kippas en las testas de los hombres no significa que necesariamente sean judíos observantes. A mi mismo me la puso el venerable anciano guardián del cementerio judío moderno de Praga. Cuando visité, inevitable y ansioso homenaje, la tumba de Franz K.
Soberbia interpretación en un esplendoroso escenario. Lo he disfrutado mucho. Gracias.
ResponderEliminarSaludos, y un abrazo.
Realmente impresionante. Se eriza la piel con el vibrar del metal. Algo similar me pasa con el final de la segunda Sinfonía de Brahms, en versión, claro, de Karajan.
ResponderEliminarUn saludo.
Carlos, me alegro. Debemos comunicar la belleza, en un mundo cada vez más feísta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Comparto contigo, Gonzalo, el sobrecogimiento que produce Brahms, con su alegro non troppo. Uf. Cuánta belleza.
ResponderEliminarSalud y búsqueda.
Gracial mil. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEmejota, que la música nos acompañe, porque el mundo ya está repleto de ruido. Abrazo.
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