Mientras en torno mío escucho decir al tendero, al quiosquero o al vecino confiado eso de feliz y venturoso año, yo consulto el I Ching. Miento. Venturoso ya no lo oigo, y cuidado que es bonita esta palabra. Y aunque acostumbrado a ella desde tiempos lejanos, y aun sabiendo más o menos su significado, me da en mirar en el diccionario de la RAE. Para mi sorpresa, compruebo que tiene nada menos que tres acepciones.
venturoso, sa.
1. adj. Que tiene buena suerte.
2. adj. Borrascoso, tempestuoso.
3. adj. Que implica o trae felicidad.
¿Contradictorias? No necesariamente. Acaso se complementan, simplemente. Puedes quedarte con una o con el proceso entero. Por ejemplo, alguien persigue la felicidad, para lo cual tiene que atravesar una fase tempestuosa y puede lograr su objetivo con una suerte favorable. O alguien atraviesa una etapa borrascosa que al concluir con buena suerte le permite obtener felicidad. Bueno, son interpretaciones, un juego de palabras que combinándose propiciarían varias posibilidades. Y entonces me ha parecido que estas designaciones de la Real Academia para el mismo vocablo sonaban a I Ching.
Evidentemente el manual chino ignora el calendario gregoriano, la cultura occidental y moderna y las leyes actuales del mercado, que para eso es más antiguo y acaso más sabio. Aunque seguro que muchos afirman que el I Ching va más allá de todas las tradiciones y actualizaciones culturales y que sirve como el primer día. ¿Lo consultarán los del
business is business? Un manual de adivinación, como un oráculo, son siempre sistemas posibilistas que valen para bien y para mal. Aciertos y desaciertos se justifican de todas maneras. Es lo bueno de un sistema abierto, que siempre mantiene su don de verdad magmática aunque la expresión al exterior sean solo cenizas.
Son presunciones mías y no quiero incidir en calificación alguna sobre I Ching. Reconozco que nunca he sabido consultarlo. Y eso que dispongo de una buena edición que me regalaron con cariño. Pero mis resistencias innatas y mi vagancia a indagar un funcionamiento sin maestro alguno en estas artes han impedido, hasta la fecha, tomar en consideración un corpus que tiene mucho de autopreguntas y autorespuestas, sospecho.
De momento, ayer me quedé alelado consultando el mapa de hexagramas. Esa belleza de pictogramas que se parecen pero distan tanto los unos de los otros, rezuma conceptos sobre el universo. No pasé de ahí. Ni siquiera sé si aquello que los dedos señalan significa algo. Qué curioso. No creo en el sistema y sin embargo uno teme que le cuenten. ¿Me pongo en sus manos o simplemente escucho los hexagramas de mi propia mente y de mi propio corazón? Ay, esos pensamientos inducidos del fin de año.
Venturosa entrada al 2011, 20012, 2013 y muchos más.
ResponderEliminarEl resto del año se encargará de que no nos falten motivos para llorar y reir.
Creo que guiarse por el propio corazón es bueno, nadie sabe mejor que nosotros mismos, lo que mueve el caminar de cada día.
Me gustaría que la parte indignada, la guardes, por lo menos a las hora de las uvas.
Besos y besos
Gracias, Aquí, al fin oigo a alguien decir venturosa entrada, jaj. ¿O será porque he dado la pista? No te quedas corta de años, no, así que gracias mil por tu optimismo.
ResponderEliminarSalud pues, que el resto se os dará por añadidura, pero currada, claro.
Ah. Y la parte indignada la tengo en el trastero durante todo el día, oiga, así que no creo que se me presente a estas horas (por si acaso evitaré ver televisión, por ejemplo, y ya estoy tomando un cava natura que te mueres y reprime la indignación)
Buen año también para ti.
Gracias por tu comentario en mi blog, no te conformes con mínimos, por pedir que no quede.
ResponderEliminarFELIZ AÑO
Claro, claro, Ana, que no quede. Pero es que uno ya resulta demasiado realista ante los tiempos. Cuidarse.
ResponderEliminarDesconocía la segunda acepción de "venturoso" y resulta, pues, excepcional para el año que empieza, sí, justamente esa acepción. Y mira que no lo digo por pesimista, que ya a estas alturas estar con eso de pesimista u optimista me parece de poco críticos.
ResponderEliminarAsí que, venturoso 2011 en todas sus acepciones, aunque si podemos cobijarnos de las borrascas mejor.
Ata. De ahí que acaso todas las acepciones vengan a cuento durante el año que comenzamos. ¿Pesarán unas más que otras en la balanza 2011?
ResponderEliminarHabrá que ponerse a resguardo si caen chuzos o abrir bien la palma de la mano si advienen glorias.
Buena noche templada.
Ata y Fackel unidos por las borrascas, o escapando juntos de las borrascas, o divirtiéndose con un tomo del RAE en la mano. Como si os viera por la cerradura.
ResponderEliminarYo sí consultaba el I Ching ocasionalmente. Bueno, consultaba todo oráculo que caía en mis manos. El I Ching también, incluso sabía interpretar los hexagramas, algunos, el mar calmado sobre el cielo, esas paradojas tan divertidas... Pero mi oráculo preferido era uno que acertaba mogollón: se componía de cuatro dados de colores que lanzabas, dependiendo de la fecha con un color u otro, hasta conseguir un número de tres cifras que era absolutamente preciso, del tipo: "La respuesta es NO. Esa persona no le interea", justo cuando habías preguntado por amor, que era por lo que preguntabas siempre. Conservo los dados y a veces los miro con deseo, pero eran tan crudos que pienso que igual me joden la vida, ahora que logré algo tan parecido a la estabilidad. Un abrazo.
Ramón. Siempre me ha parecido difícil comprender el I Ching. O acaso mi descreimiento me ha alejado y por eso no lo he probado en serio nunca. Supongo que aún estoy a tiempo. Pero, ¿me fiaré de mi mismo?
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya, hoy he consultado el I Ching relacionado con el asesinato de Facundo Cabral, y mira por donde me ha brindado una entrada fácil. Beso.
ResponderEliminar