Durante años había estado creyendo que aquel escritor era sólo escribiente. Como si un escritor fuera o consistiera en ser solamente un técnico de la sintaxis. Un día leyó una de sus novelas. Tal vez le pillara en blanco, o en negro, ambos colores cual representaciones de la crisis personal perenne en que vivía. Se le reveló entonces tras aquellas letras un mundo que ya sospechaba. El escritor no le descubría el mundo. Sólo se lo confirmaba. Le mostraba que lo que había pasado por la cabeza de él también se había criado, incluso antes, en la cabeza del escritor. Averiguó en aquel instante, guiado por las conclusiones a las que llegaba sobre la lectura de la obra del escritor, que el mundo de la metáfora es una prospección sin límite sobre los vericuetos de la vida. Después, siguiendo los pasos del hombre que escribía, supo también más. Supo de sus criterios sobre lo inmediato. Donde además de la metáfora, hay que hablar en plata. Y escuchó la voz del escritor, que también era la voz de los momentos de la historia. Y oyó, entre otras, aquellas aseveraciones que le parecían flotantes, inciertas, incluso exageradas. Pero el tiempo corre como el viento. Hoy, a la vista de los últimos acontecimientos donde el que no quiere ver es que quiere ser ciego, teme que las opiniones del escritor rocen ya la certeza. No lo desearía, pero las denuncias del descriptor de metáforas suenan definitivamente a profecías. Mira al escritor con entrañable respeto y gozosa admiración por su clarividencia. Porque acaso escribir no sólo es ocultarse tras las letras. Y porque leer no es simplemente pasar el rato, sino ratificarse como parte del barro del que estamos hechos.
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Hace 47 minutos
Necesitamos urgentemente un/una Saramago treinta o cuarentañero/a que reformule la democracia desde la valentía vital del que ha vivido, y no desde la progresía snob. No sé por qué algo me dice que no saldrá de Europa, y que si sale, será de sus países más "pobres". En cualquier caso, salga de donde salga, esperemos que la pasión saramágica haya dejado discípulos.
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RAB. Acepto tu reflexión, y la comprendo, pero ¿por qué no ser cada uno de nosotros un pequeño "Saramago" que dote de entidad la Democracia antes de que la vacíen los depredadores? Creo que ya hay gente que lo intenta, sin ser de los snob. Yo los conozco. Y veremos cada vez más. So pena de eso otro...de que queramos ser ciegos.
ResponderEliminarNota. Todo esto me recuerda el título de un libro de Sánchez Ferlosio, "Vendrán más años malos y nos harán más ciegos". Pesimista y duro, y ya lo escribió hace tiempo. Pero veremos.
Brillante cuando dices: El escritor no le descubría el mundo. Sólo se lo confirmaba. Eso es la literatura y el arte, una confirmación que a veces tiene mucho de descubrimiento, o de caída del caballo. Mi homenaje para Saramago.
ResponderEliminarHay un escritor que se oculta en su cuarto, en el texto (y define al escritor como alguien al que le gusta estar solo). Ese escritor es un narcisista, goza de sus propios hallazgos lingüisticos, es tremendamente infantil y limitado para la vida. Lo que escribe es bello pero su vida no ("es al otro al que le pasan las cosas...yo me dejo vivir pero el otro va ganando terreno"). Ese escritor se convierte en una imagen de sí mismo.
ResponderEliminarNo Saramago. Saramago ha sido, por encima de escritor, hombre comprometido con su tiempo y su clase. Pobre entre los pobres, sin importar su Nobel, que no le hizo salirse de su lugar, el que él había elegido por un sentido de justicial. Crítico con la sociedad del bienestar, la fea diatriba que le ha dedicado -de cuerpo presente, aún caliente- el periódico del Vaticano, me parece que le da todavía un mayor prestigio.
Añadiré que no es mi escritor preferido.
También demasiado triste y portugués para mí.
Pero me gusta eso que leí de que a su familia les llamaban los "Jaramagos", por lo pobres, como los hierbajos que crecen en las cunetas. Y aunque no fuera cierto, sí él estuvo al lado de los Jaramagos del mundo, con rabia y furor, denunciando todo lo que anestesia frente a esa realidad.
Y también lo admiro por esa mujer morena, bella y culta, compañero presumo de una nueva vida juntos, solos, en una isla preciosa. Una vida creada para la creación, con gran parte de la vida a las espaldas, para iniciar una nueva pero coherente, de amor realizado en pareja. Me gusta mucho pensar que se puede seguir siendo joven y apasionado por más años que deje atrás el calendario. Ejemplo, en ambas cosas, fidelidad y capacidad de renovarse, Saramago, escribiendo hasta el final con ambición, con coherencia, por la revolución, merece este epitafio tuyo y nuestro. Un abrazo.
Fackel:
ResponderEliminaraviso de que Sánchez Ferlosio es un oráculo con vocación de infalibilidad reiteradamente manifiesta en la praxis.
Por lo demás, lamento la pérdida del hombre.
abrazos
Pues mira, Fackel, de saramaguitos lleno está el mundo, por suerte, sólo que no salen en la tele ni en los diarios. Son los seres anónimos que mantienen la especie, de momento. Por eso, quienes afirman que hay más malos que buenos no sé yo si será del todo cierto... ya que si fuera así, quién sabe si habría humanos sobre esta faz. Yo también conozco alguno que otro, y justamente el anonimato con que llevan adelante la antorcha los hace más valientes, y mágicos :)
ResponderEliminarBesitos. te sigo.
¿Y aún dudamos? El que quiera ser ciego que siga hacia el precipicio. Espero que la muerte de Saramago no sea únicamente el final, y que la semilla de la conciencia germine en otros tantos. Tremendo, por cierto, el titular del periódico del Vaticano reproducido ayer en El País. Y pienso, ese marxismo escondido que nadie se atreve a pronunciar, cuando es nombrdo por la "Iglesia", acaso ¿no sigue siendo temido por tantos?
ResponderEliminar¡Salud, Fackel!
Ramón. Eso viene a cuento de que tal vez en principio no fue la palabra, como algunos dijeron. Primero fue la caza, luego el fuego y más tarde el azadón. Entonces comenzó a fructificar la palabra, en todos los sentidos. Y eso sigue en vigor. La palabra no es explicable dentro de nosotros sin los gesto snecesarios de la supervivencia cotidiana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me impresionas, Francisco. Poco que objetar al respecto. Si me permites, simplemente añadir una convicción personal. En la escritura y en el escritor hay mucho narcisismo. Al menos desde el momento que se proyecta al exterior, desde que publica. Pero eso no tiene por qué ser óbice para una buena literatura y/o para un compromiso honesto con la realidad.
ResponderEliminarNo fiarse de las palabras ni de los fabricantes de palabras. A veces se construyen éstas porque saben que nos gusta oirlas. Es inevitable. Pero hay que distinguirlas. ¿Cómo? A través de la experiencia personal de vida de cada uno de nosotros. A mi me gusta escuchar lo que no he querido o sabido o podido escuhar antes. Tal vez es que hay demasiado vendedor de narraciones, pero pocos narradores. No sé.
También estoy contigo en que no toda la obra de Saramago me ha interesado. Uno lee lo que le atrapa, lo cual no quiere decir que mañana lea más de este autor o de otros. Tampoco he seguido siempre su trayectoria comprometida, pero me ha gustado que diera la cara por causas en las que otros no se mojan ni una gota. Y el hecho de que el Vaticano haya cometido unas declaraciones desafortunadas y poco fraternales demuestra hasta qué punto la gente comprometida y denunciante molesta a los poderes de este mundo.
Gracias, Paco, un abrazo.
Seguimos.
Stalker. Infalibilidad y Verdad puede que vayan de la mano. Yo, que pertenezco al partido de lo falible y aireo el programa de las pequeñas verdades, no temo a Sánchez Ferlosio. Hay cosas que me gustan y otras veces me pierdo en su negro y pesimista discurso.
ResponderEliminar¿O te refieres a otra cosa? Por lo demás, su praxis me importa poco, él sabrá.
Salud y esfuerzo.
R.A.B. Pues mira, casualmente he visto en CNN esta tarde una entrevista a Saramago ¡de hace 11 años! Ya hablaba entonces del riesgo de la Democracia y dijo algo así como "No son los que nos guían los que van a salvar la Democracia, sino la conciencia de los mismos ciudadanos la que puede mantenerla". Viene a pelo.
ResponderEliminarBuena noche, RAB.
Ataúlfa, estoy contigo. Y el valor que doy a las declaraciones irrespetuosas del Estado Vaticano es nulo. Son nefastos e incapaces de sumarse al mundo de las ideas y a la evolución de éstas. Por otra parte, yo no sé si el Vaticano o el club Bilderberg o el FMI temen al marxismo en abstracto. Lo que temen es a la rebelión, a la contestación, a la protesta. A esos efectos de un elemento difuso en la población llamado conciencia. Y tratarán de aplicarse para evitarla en cualquier rincón del planeta. Nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarFuerza.
A propósito de las declaraciones de odio del Vaticano sobre Saramago, recomiendo leer el artículo de Paolo Flores d'Arcais, director de MICROMEGA, aparecido ayer en EL PAÍS.
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/opinion/Odio/teologico/Saramago/elpepuopi/20100622elpepiopi_11/Tes
Ignoro por qué no recoge toda la referencia, pero si se pone en Google la frase ODIO TEOLÓGICO CONTRA SARAMAGO, veréis que os sale.
ResponderEliminar(Paolo Flores d'Arcais es un librepensador ateo italiano de reconocido prestigio. Conoce muy bien la política eclesial y en concreto el comportamiento de la curia vaticana)
No os lo perdáis.
Le dejo un precioso poema de Saramago.
ResponderEliminarHay en la memoria un río donde navegan
los barcos de la infancia, por arcadas
de ramas inquietas que despegan
sobre las aguas las hojas curvadas.
Hay un golpear de remos acompasado
en el silencio de la tersa madrugada,
olas blancas se hacen a un lado
con el rumor de la seda arrugada.
Hay un nacer del sol en el sitio exacto,
en el momento que más cuenta de una vida,
un despertar de los ojos y del tacto,
un ansiar de sed no abolida.
Hay un retrato de agua y de quebranto
que irrumpe del fondo de esta memoria,
y todo lo que es río abre en el canto
que cuenta del retrato una vieja historia.
Un beso
Gracias, Aquí. No sabía del poema. Pero sinceramente, no me fascina. O es la traducción o es que para Saramago la poesía no era lo suyo.
ResponderEliminarSiento ser tan sensorial y encima decirlo.
Y ¿ Qué hago ahora?
ResponderEliminar¿ Me lo llevo?
Ay, ené, que decía mi madre, cuya abuela solo hablaba vasco.
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