Una maleta común no tiene por qué ser una maleta común. No siempre transporta lo habitual. ¿Quién se iría con un bagaje así a otra parte? Pero se dirá que para su dueño, esta maleta lleva lo suyo. Más o menos. Lleva su piel, su alma, la identidad que le permita ganarse la vida. Lleva su ficción y sus sueños. Aunque acaso esté harto de ellos. O quién sabe si se dedica a esto porque no deseaba los sueños (señuelos) pragmáticos que le ofrecían. La maleta es así. Y es que las mudas, los utensilios de aseo, el libro...pueden esperar. O acaso estén depositados en el fondo de la misma maleta. Esa mano es la mano de un artista. Pero es también la mano de un trasgresor. ¿Imaginan las caras de los policías de aeropuertos y fronteras cuando pasó el túnel de los rayos equis? Ese brazo pertenece a alguien que trasgrede espacios no medidos, límites de la imaginación o la supuesta cordura de los hombres que transportan otras valijas. Esas maletas grises de los negocios que salpican al mundo de impureza.
Es realmente sorprendente que entre esa maleta y las maletas habituales de la gente corriente no haya un punto intermedio. Esto no sucede en los demás campos. Por ejemplo entre un pintor muy bueno y la gente normal existe toda una gradación, hay pintores aficionados, hay pintores profesionales menos buenos, hay quien se ha comprado pinceles y pinturas y no ha pintado nada, o solo unos pocos cuadros. Igualmente entre un esquiador extremo y la mayoría de la gente que no esquiamos existen los que son aficionados, los que compiten y pierden, los que compiten y ganan, los que suelen ir por pistas negras, rojas…, los que van alguna vez solo a ver la nieve. Pero con las maletas esto no pasa, no hay termino medio. ¿Qué quiere esto decir? Quiere decir que muchos de nosotros no estamos viviendo como realmente somos sino que nos hemos aborregado para ser igual que la mayoría. Y por tanto que eso es una fuente de infelicidad que podemos superar cuando nos demos cuenta de lo que estamos haciendo con nuestras vidas. Gracias por haberte puesto en mismo centro de los puntos intermedios y por habernos puesto a nosotros tus lectores.
ResponderEliminarA veces, las maletas de la gente corriente pueden llevar objetos que, sin ser transgresores, invocan otro mundo... La mia, a la vuelta de vacaciones,en vez de souvenirs típicos, traía palos desgastados por la marea, arena de colores y piedras marcadas por el tiempo.
ResponderEliminarNo serán sólo recuerdos cuando los contemple en mis pragmáticos días posteriores...serán belleza en estado puro. Como un beso.
Gracias, Víctor por tu aportación tan clave. En efecto, muchos no estamos viviendo como querríamos. Pero si vivimos aborregadamente es que sí que estamos siendo así, no nos engañemos. Deseo y realidad es un conflicto permanente dentro de nosotros, y la dimensión del Éros/Tánatos es más profunda y amplia de los límites que estos sustantivos propios tan sacros y renombrados sugieren. El verdadero conflicto es entre el deseo y la realidad. Una vez -muchas veces incluso- tuvimos que optar, y alguna hasta muy decisivamente, incluso sabiendo que no íbamos a estar a gusto. Pero teníamos que sobrevivir. De todos modos, si me sigues un tanto, como parece, verás que soy un posibilista enorme. Retorcido, buscador, irredento. Alguien que ha buscado vidas paralelas para no dejar de sentirse en lo que el origen íntimo alentaba cada día dentro de sí.
ResponderEliminar¿La felicidad? Hace tanto tiempo que me di cuenta de que era un término, una palabra, una vaciedad incluso...Algo que suena, que parece absoluto, pero que no se toca jamás.
Espero verte más veces por aquí incidiendo en mis inquietas letras. Un abrazo.
Bien, Rat. Traer cosas de otros mundos es invocar y evocar. De acuerdo, no siempre hay transgresión en el interior de una maleta, al menos a primera vista. Claro, luego depende del valor y el simbolismo que los objetos tengan para cada uno. Y del uso que les demos. Simplemente, al observarlos, ya estés haciéndolos tuyos, ¿no? Y entonces, sólo hay un paso para proyectar sus significados...
ResponderEliminarMe alegran tus matices. Despiertan mi sensibilidad. Corrigen mis abusos textuales.