Mas nada se muestra claro y evidente al momento. Es lo inapreciable lo que nos confunde. Creemos que nada avanza. Que un instante permanece y es así. Pero nada se detiene jamás en los breves espacios con que el tiempo nos obsequia consecutivamente. La luz empuja y a la vez crece. Y en su desplazamiento, el cielo y la tierra se pulsan en un guiño que a nuestros ojos les cuesta apreciar. Miro la aurora y me parece estar viendo el último rayo del ocaso anterior. Como si la noche no hubiera existido mientras tanto. Ansias de luz. Dónde quiero estar.
(Sigue Rothko)
No hay comentarios:
Publicar un comentario