Deplora la mediación de las palabras
Ese trazo efímero
de sílabas que se pierden
unas a otras
espectros del pasado
inmediato
en su último sonido
se agazapa ya el olvido
y la imprecisa herida
(las palabras agitan la daga
sin calibrar el objetivo de su ataque)
es el silencio
el lenguaje a aprender
en estos días
en que el alma sólo desea oírse
la ausencia
esta hora de esperar
y ser esperados
(Ralph Gibson fotografió)
El silencio, los sentidos relajados, pero expectantes, ventanas abiertas a un mundo exterior.
ResponderEliminarLas palabras, la tensión innecesaria, ambigüedad e incomprensión.
Es preciso dejar que callen las mentes y hablen los cuerpos.
Es otra opción, olvidada.
Afinas, afinas, maestro...
ResponderEliminar¿Te pasa algo que no nos visitas a "nuestros" blogs?
Se te echa de menos, camarada.
Lagave. A veces, hay excesiva palabrería incluso dentro de uno mismo. Uno corre incluso el riesgo de ahogarse en ellas. O peor: de enfangarse en ellas, es decir, de no poder ver el fondo que existe bajo nuestros pies. No te digo ya en la órbita de las colectividades humanas, o de la publicidad. No te cuento en esa zona umbrosa de manifestar afectos y revelar sensaciones.
ResponderEliminarEl silencio, como rector. No necesariamente la negación de las palabras. Para reconducirlas, separar el trigo de la paja, extraer la quintaesencia de las cosas.
Buen día, vivaz tu comentario.
Stalker, que no te traiciono, jaj. Y sí paso por vuestros blogs, lo que no hago es comentar. No siempre el tema, que siempre aprecio, me permite palabras. Ya te he dicho que necesito tiempo de digestión.
ResponderEliminarConfía en mi, hombre de poca fe.