Minarete de cristal. Alminar de hielo. Prisma de los mil dedos. Macla de las mil caras. Cúpula que has preservado durante años el vino más generoso. El moscatel más excelso se deslizó por la garganta transparente cuando tú lo permitiste. El jerez más arrebatador se derramó en el silencio de la ceremonia más entusiasta. No has escatimado ofrendas. No has cejado en tu presidencia protectora. No has hecho dudar a la mano dadivosa y fraterna que ha inclinado la delicada arquitectura de vidrio, hasta llenar las copas. Has presidido un cuello esbelto, entregándote a un encaje voluptuoso. Has besado su transcurso húmedo. Has coronado un cuerpo frágil, vitral transparente de los artesanos más imaginativos. Las libaciones que se efectuaron en nombre de la eterna salud y de la cordialidad iluminaron los rostros y rebajaron las penas de los invitados. Olías a la entidad que resguardabas. A tu orilla, labios masculinos trasegaron sensuales sabores. En tu borde, bocas de mujer cataron disimuladamente el placer alternativo. Tras los encuentros, en pago dejaste la satisfacción de la maestra de ceremonias. El niño jugaba contigo cuando la vasija estaba vacía. Se dejaba contagiar por su exuberante geometría convexa. Al recogerte en su puño ¿medía el mundo? Al acariciar tu cúpula celestial, ¿qué cielo acariciaba? Al recorrer con sus dedos resbaladizos el talle del recipiente, ¿qué cuerpo vinculaba a su cuerpo? Hoy te reclama un signo que sacie su sed. Un tacto que contenga su nervio. Un aroma que le envuelva y le salve. Bóveda de lluvia: los arquitectos mongoles envidiarían tus curvaturas. Proyección simbólica que acogía la noche y el día en sus arcos convergentes. Hoy duermes el sueño de la distancia. Pero no el olvido. Bendita sea tu santa luz.
Nunca hubiera imaginado Fakel que una botella, eso sí artística, diera para tantas reflexiones, aunque sospecho que mezclas recuerdos y actualizas deseos, y ahora me pregunto si el objeto puede ponerse nuevamente en valor. Como toda arquitectura quese precie aunque haya caído en desuso. Te animo a ello. Llénalo nuevamente de jereces, moscateles o generosos varios, dalos aprobar. Congratúlate con el pasado, sé fiel al recuerdo. Buen domingo pues.
ResponderEliminarLo intento, Juanjo, lo intento. Escribir, ¿qué es, si no? Intentar siempre de nuevo. Probar. Comprobar. No olvidar y, sobre todo, interpretar (o reinterpretar, acaso)
ResponderEliminarSalud.