Los que prefieren no recordar
porque no les interesa que sus actos sean recordados
dicen que la memoria está bien
pero sólo para sentirse nostálgico dentro del grupo de amigos
que cantan eufóricos tras una noche de camaradería,
para ser productivo y prosperar,
formalmente entrañable en ciertas fechas
o acogedor en los eventos familiares.
Más allá, la memoria compartida no interesa
revalorizar, es decir,
tenerla en cuenta.
No vaya a ser que lo confunda todo
ahora que hemos logrado lo que nos propusimos;
eso dicen los que prefieren no recordar.
Está de moda denigrar a cuantos invocan la memoria como presencia,
como argumento y como método para no tropezar,
a ser posible,
otras doscientas o trescientas mil veces más
en la misma piedra del error del olvido.
Porque el olvido es útil
para los que prospectan los nuevos y grandes contratos
sobre la humanidad
al precio que sea
(el fin justifica el costo)
No quieren entenderlo.
Simplemente hay un derecho que desciende a la profundidad del Tiempo
y que debe reconocerse:
que las cosas que una vez fueron queden claras
y libres de sospecha para siempre.
(Decir las cosas es decir los hombres,
los nombres
y su manera de haber sufrido, que es lo que cuenta)
No es pedir mucho.
Algunos, ciertos, se resisten,
¿o es su mala conciencia o acaso la de sus padres
que aún pervive a través de ellos?
Sin embargo, más allá hay algo todavía más importante que un derecho,
(¿acaso hay algo más valioso que un derecho?)
y es la arraigada e irrenunciable capacidad
que arrastra la memoria
como mirada para prever la dirección de las cosas.
He ahí su propia sabiduría,
la que se nos brinda:
la mirada que debe tamizar el deslumbramiento que nos puede cegar
de nuevo.
La mirada que evite los deslices que una y otra vez
han sangrado la tierra.
(Homenaje a Memoria de los obreros chilenos, bolivianos, peruanos y argentinos del salitre y sus familias que fueron masacrados por el Estado en la Escuela de Santa María de Iquique, Chile, el 21 de diciembre de 1.907, como quien dice, ya un siglo. Por si alguien no lo sabía o no lo recordaba -para mayor información consultar internet- y antes de que nos diga: ¡y a mi qué!)
Hola, Fackel. Es verdad que lo pasado, como inexistente, puede hacer parecer que nunca existió. Son dos tiempos que la gente no suele querer distinguir. Estresa demasiado el presente como para buscar claves en lo pretérito. Vamos, eso es lo que piensan muchos. Y no tendría por qué. e cualquier manera, valoro cualquier homenaje a lo positivo de la humanidad como el post-aviso sobre lo negativo de otra parte de la misma. Me ha sorprendido que hayas traído este recuerdo y eso me ha llevado a informarme, pues gracias, F. Un abrazo.
ResponderEliminarPues recordar el tema fue casual. Me encontré a un viejo conocido que sigue siendo un tipo raro y de memoria peculiar y me lo comentó. Mis rabias al respecto tienen que ver más con el desprecio por la memoria colectiva de la que hacen gala los majaderos que pretenden tener opinión desde los media y desde ciertos escaños parlamentarios. En fin...Gracias, Alex, buenas noches y aguanta el tirón.
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