"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
jueves, 13 de septiembre de 2007
Hipnosis de la antorcha
¿Cómo ver dentro de la caverna? ¿Qué luz colgar de las paredes craneales? ¿Dónde hallar lo incombustible? ¿En los aparatos mediáticos, en las doctrinas, en las tertulias, en los foros, en los libros? ¿Desde dónde importar la energía que nos garantice la fuerza? ¿Se puede percibir algo estando cada vez más ciegos? ¿Se pueden descubrir presencias manteniéndonos ausentes? ¿Se pueden captar reflejos nuevos permaneciendo insensibles? ¿Es posible sentir que caminamos si no rompemos nuestra rigidez? ¿Podemos olfatear sensibilidades si no nos desnudamos? ¿Es posible respirar en la penumbra enrarecida de la caverna? ¿No nos dice nada el crepitar continuo de las pequeñas llamas que nos rodean? ¿Cómo escuchar entre la abundancia de ruido? ¿Cómo aprehender los sonidos de lo latente? ¿Cómo atender las invocaciones soterradas? ¿Qué sentido tiene andar por andar? ¿La inercia, lo sugerido, el gen? ¿Cuál es el estado real dentro de la caverna? ¿Erguidos, echados, reptantes, genuflexos? ¿Qué dirección nos tienta? ¿La que nos propone una corriente casual de aire, la atracción absurda de lo profundo, el confuso pasillo de un tránsito dudoso? ¿Cómo transcurre allá adentro el tiempo? ¿O no transcurre? ¿Para qué proponer si no se intenta salir de la caverna? ¿Para qué discurrir si los argumentos no cambian nada? ¿Qué fin tiene andar y desandar los pasos, si no conducen a lugar alguno? Pero...¿y si la luz estuviera compuesta de silencios, de observaciones distantes, de reflexiones calmadas? ¿Y si descolgáramos la antorcha y nos sintiéramos tentados a empuñarla? ¿Y si cada calor fuera un rostro, cada palabra una entrega, cada respiración un desalojo de nuestras miserias? Fascinación de la luz. Hipnosis de la llama.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
LAS FRANCESAS. UN CLAUSTRO CONVENTUAL DE LUJO DE HACE SIGLOS INCRUSTADO EN LA ARQUITECTURA DE HOY
TÚ, LA EVANESCENTE
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CHITÓN
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LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
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