Me gusta esta clase de encuentros, que no celebraciones, dice Vladimir. O acaso el mero hecho de encontrarnos unos y otros ya sea una celebración, le replica Osip. Tienes tanta razón, admite aquel. No solo una celebración sino un homenaje, porque aunque quedemos quienes aquí estamos también echamos de menos a los que tuvieron la osadía de cerrar la puerta a la vida, quisieran hacerlo o no. Y eso que, en principio, nadie quiere, pero ya sabes que vivir o morir no es un acto de nuestra voluntad. Hay quien lo elige, salta Lili. Y además quien vive muerto toda su vida. Vladimir afirma con la cabeza. Dos elecciones diferentes, ¿no? Que, sin embargo, hay que distinguir. Y no olvides que la segunda es metafórica. Lili no está por conceder. Metafórica o no el muerto en vida es una carga onerosa no solo para sí mismo, que acaso apenas lo es porque se trata de su modo de estar, y ahí hay que ver cómo subsisten algunos a costa de otros, sino sobre todo para quienes más directamente les aguantan. ¿Y si se trata de una actitud estoica llevada al extremo?, dice Osip mientras juguetea con el vaso vacío. Claro que eso nos llevaría a entender si el estoicismo de algunos no será una excusa para su mínimo o nulo esfuerzo. Lili está guerrera, no le gusta otorgar por las buenas. No seas complaciente. Entonces, que se haga eremita, que se refugie en la oquedad más profunda de una cueva, como aquellos santurrones primitivos de Athos o los de Novgorod, y que esté sin estar, sin que su vida afecte a nadie más, sin que otros tengan que doblar esfuerzos o hacer sacrificios para mantener al puro. Vladimir se pasa la mano por la cabeza y sonríe. ¿No crees en la pureza de espíritu, querida Lili? Ella: ¿Y qué es la pureza? Osip no quiere metafísica. Me temo que a ese género de individuos lo tenemos también en instancias oficiales o en ciertos casos entre algunos que se han acercado a nuestros planteamientos simplemente para decir sí a todo. O para espiar, interviene bruscamente Lili. Porque hay mucho espía de la vida cotidiana de los demás, mosquitas muertas que se crean un halo vano de hacedores pero solo observan, te dan la razón, pero no les ves nunca activos. Osip puntualiza. Incluso los hay que tratan de labrarse amistad. Pero para eso hay que arriesgar, dar parte de uno mismo, sin esfuerzo, de modo natural. Luego van presumiendo de que son amigos nuestros, no sé si buscan en ello un pobre prestigio o una manera de conseguir algo menos fraternal y sí otro tipo de beneficios. ¿Está pasando en nuestra revista poética, Osip?, inquiere Vladimir. Osip hace un gesto paciente. Seguro que infiltrados tenemos, tipos que presumen de pureza ideológica y solo es mera verborrea. Pero por lo que escriban les conoceremos, ¿no?

Los muertos en vida se notan menos, física o presencialmente hablando, en los encuentros. Los otros, los muertos reales, sí se extrañan. En las celebraciones, del tipo que sean, cada vez hay menos gente. Y todos piensan, aunque no lo dicen, que en la próxima igual nos toca la bala que nos aguarda con nuestro nombre en la recámara de esta ruleta rusa quevse llama vida.
ResponderEliminarSolo puedo ratificar lo que dices, Cayetano. La bala está siempre en la recámara.
EliminarCreo que nadie está en la posesión de la verdad absoluta. Lo de "de pureza ideológica" me da yu-yu.
ResponderEliminarSalut
Pues anda que no hemos tenido que soportar a personajes e instituciones que nos han hablado -manipulado- con lo de la pureza. Las purezas ideológicas laicas son tan peligrosas como las que presumen de sacralidad. Creo que ambas son dos caras de la misma moneda del sometimiento. Ahora quieren volver.
EliminarAlgunos los hay que ya nacen muertos, y siguen así toda su vida. Lo malo de las celebraciones es que año tras año en el puzzle cada vez faltan más piezas.
ResponderEliminarSaludos.
El puzzle personal -sea familia y amigos- va mermando. El combate por la vida deja caídos sine die. De los que nacen muertos conozco casos que han crecido e incluso van envejeciendo, para pasmo de otros más activos.
EliminarA mí me parece que todo es más sencillo. Parece que estos personajes les gusta retorcer hasta las vigas de acero. En fin...
ResponderEliminarSon los juncos los que se retuercen, juncos que somos todos y nada sencillitos en contra de esa opinión de algunos que te dicen: "lo hacemos todo complicado". Es una frase que personalmente me tira para atrás, pues ya me veo venir las intenciones.
EliminarToso están invitados a eso, dado en llamar vivir la vida, los hay que participan con una actitud activa, otros en pasiva, algunos simplemente están y otros que se ausentan voluntariamente.
ResponderEliminarHas establecido categorías tal cual y aún podrían hacerse subdivisiones. Y no solo eso, sino que cualquiera de nosotros puede pasar por un estado u otro, para confusión ajena y sobre todo propia.
EliminarLa muerte real del muerto en vida es otro capítulo en blanco, indistinto, indivisible del resto de su vida. Nada cosecha el que nada siembra.
ResponderEliminarDel otro punto de vista, podría pensar que es un purgatorio en la tierra o una transición a algo más.
Nada cosecha quien nada siembra. Poderoso axioma. Pero Sin cosechar y sin sembrar antes se las apañan para disponer. Peligrosos en unos casos, supervivientes simplemente en otros.
EliminarPor supuesto que la vida se hace cuesta arriba. ¿Quién se libra? Porque vivir es disponer de medios -de subsistencia, de afectos, de proyectos, etc.- pero hay quien no resiste toda la marcha y decide fugarse.
Al final, todos tendemos a ser muertos en vida, ya sea por que es a lo que nos lleva la experiencia, por incapacidad física, o porque ya lo éramos antes. Bueno , los muertos en muerte, estos no. Pero los muertos en muerte se pierden el final.
ResponderEliminarAbrazooo
Pero no es lo mismo sentirnos incapacitados o limitados a edades avanzadas que se dé en edades tempranas. Todos acabaremos muertos en muerte sin ningún salvavidas y no hay que darle vueltas. La muerte no debe ser nunca objeto de consideración, solamente de una mínima conciencia a la que habrá que preparar.
EliminarEs imposible leer este encuentro sin escuchar los ecos de una historia que todavía quema. La elección de los nombres —Vladimir, Osip y Lili— carga el texto de una tensión eléctrica, trasladándonos a esa vanguardia rusa donde la poesía y la amistad eran, literalmente, una cuestión de vida o muerte. Es fascinante cómo el diálogo disecciona esa frontera entre la entrega real y el "espionaje" de los que solo observan sin arriesgar.
ResponderEliminarGracias, Fackel, por este fragmento. Nos recuerda que, más allá de la metafísica o la ideología, lo que define a un intelectual es su capacidad de arriesgar la propia piel frente a la complacencia. Como bien dice Osip: al final, la verdad solo reside en lo que uno es capaz de escribir.
Es apasionante imaginar los debates que se traían aquellos amigos en aquella encrucijada. Como es lamentable ver cómo se ignora hoy y no se sabe ver en perspectiva cuanto sucedió entonces. Gracias, Bara, por entenderlo.
EliminarNo siempre valoramos los encuentros mientras vivimos, nos perdemos en lo secundario y lo que nos divide, y cuando alguien desaparece nos entra un complejo de culpabilidad. Pero siempre habrá una silla vacía para el ausente cuando nos congreguemos los presentes.
ResponderEliminarAnder
Una silla que ocupemos con nuestro recuerdo, ¿verdad?
EliminarDiálogos como estos son los que andan faltando.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Pues hay tantos diálogos necesarios hoy día, donde se hable con respeto y serenamente pero intentando encender la luz...Porque la ceguera, y se ve día a día, aumenta considerablemente entre nuestros paisanos. Saludos, José. Y bien estar.
Eliminar