"Los hombres parecen desdeñar la libertad, pues si la desearan, la tendrían; es como si se negaran a hacer esta preciosa adquisición solamente porque es demasiado fácil".
Étienne de La Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria.
Recuerdo un eslogan de hace muchos años que escuché en el Vallés Oriental: rompe la norma (trenca la norma, decían allí) Y sí, me pareció rompedora. Me gustó. Después de romper de manera contradictoria y acaso incompleta con la oscuridad de unos tiempos pretéritos algunos proponían ir más allá de un espacio de ideología intocable y plantarla cara. Si no derribar ídolos -algo nada fácil por mucho voluntarismo que se tenga- al menos quebrar algunos de sus presupuestos, cuestionar sus tradicionales principios y desenmascarar sus falsas moralidades. ¿O toda moralidad ya lleva implícita su embuste y oportunismo? Romper normas implicaba ser audaz. Ser audaz obligaba a transgredir. Y la transgresión volvía a enfrentar a los individuos con su propio concepto de libertad. ¿Dónde quedó tanta sana como acertada intención de quebrar normas obsoletas? ¿No da la impresión de que algunas están volviendo, suponiendo que se hubieran ido, con rostros y sonrisas cameladoras? Desembozar al otro, desenmascarar los elementos estructurales de un sistema que se reorganiza de modo cíclico, denunciar las nuevas formas de servidumbre conlleva destapar tu propia caja de Pandora, aunque no sea cómodo. Parte, pues, el rostro de tu máscara. Después solo tendrás dos opciones: o reponer una nueva que te dé seguridad y no te aleje de la normalidad social, o estar en guardia para no adjudicarte otra careta que no te deje ver el mundo real, inclusivo el tuyo propio, y vivir la resistencia que, no lo dudes, tiene sus satisfacciones. Sabes de sobra que lo importante es que una pregunta conduzca a otra pregunta, pues cualquier respuesta no pasa de ser un puente y en ocasiones un puente con agujero por el que uno puede precipitarse al vacío.
*Máscara del teatro griego llamada L'Etera, del Museo Arqueológico de Lípari.
'Trenca amb la norma', se refería a la violencia sexual, aunque el eslogan es una manera de pregonar la libertad. De todos modos, (según el CIS) el 40% de los jóvenes prefiere una dictadura a una democracia. Creo que no van en la dirección correcta.
ResponderEliminarSinceramente, ese porcentaje no tiene ni idea de lo que es una dictadura ni una democracia, esa actitud es simplista y descabellada, de dejarse llevar por la mentalidad líquida de las redes. Recogerán lo que siembren.
EliminarOh, esta vez sí, por fin, he conseguido poner un comentario en esa encendida Antorcha de Kraus.
ResponderEliminarLeo y releo ese "Discurso de la servidumbre voluntaria". Étienne de La Boétie tan claro y razonable, nunca me canso, estos autores de la Ilustración son mis favoritos.
Los amigos del Vallés son aficionados a ir rompiendo la norma o lo que convenga, son audaces y creativos y luego se lo creen y dicen "com el Vallès no hi ha res".
Salud.
Y fíjate que este Étienne es muy anterior a la Ilustración y sin embargo con ideas tan avanzadas como claras.
EliminarHablo de los del Vallés de hace mucho tiempo, ahora los tengo perdidos de vista. Entonces eran muy internacionalistas.
En Fotografía, se suele decir "rompe la norma". Por regla general se refieren a las reglas ( quizás, solo convenios) de composición. Pero los maestros, siempre añaden: siempre que puedas argumentar la razón de la rotura
ResponderEliminarLa vida está muy normalizada, todo son normas por doquier, desde la cuna hasta el cuerpo presente.
Eliminarno se, Fackel, perdona mi simpleza, pero, la máscara es como la cebolla, por mucho que le quites las capas, al final, la cebolla solo es cebolla...
ResponderEliminarYa, pero entonces es cebolla en mínimos.
Eliminarbueno, aunque "cebollos", nuestra naturaleza contradictoria y ambigua da para máximos
EliminarTambién.
EliminarAdemás de formación, mucha formación, una posible solución consistiría en establecer pactos (que se puede), no sumisiones ni servidumbres. El problema radica en que nos han hecho creer o queremos creer por comodidad, que esa normalidad social a que te refieres solo se consigue a costa de regalar nuestra libertad. ¿Será porque somos serviles y perezosos por genética? O tal vez idiotas.
ResponderEliminarChiloé
No sé responder a la pregunta y tampoco tengo claro que todo o tanto como se dice se deba a la genética; el componente cultural que es tan antiguo como denso ha hecho otra parte del humano, y probablemente formeparte del adn, pero no sé ir más allá. De momento el concepto libertad es un absoluto bastante inalcanzable en las dimensiones deseadas. Ojalá establecer pactos solucionaran muchas cosas, de hecho la humanidad ya ha venido desarrollando pactos que yo creo que han sido útiles. Otro tema es que hayan sido traicionados.
EliminarCuantas veces a lo largo de la vida rompemos las máscaras que nos disfrazan para acto seguido volver a colocarnos otra nueva, y así hasta la fecha indefinida.
ResponderEliminarAnder
Por supuesto, a máscara rota, máscara puesta, podría decirse emulando aquello sobre el rey.
EliminarPues a mí no me convence del todo lo de la utilización de máscaras por nuestra parte. Se necesita inteligencia para colocarlas y autonomía para cambiarlas, y eso precisamente no abunda. Aunque ya lo dijo Oscar Wilde... "La mayoría de la gente son los demás. Sus pensamientos son opiniones ajenas, sus vidas una imitación, sus pasiones una cita".
Eliminar(Hablo de vosotros y nosotras, claro está, del vulgo. Los de la élite son todavía menos listos y sus caretas cantan mucho).
En cambio, veo claro y muy preocupante que propugnar ideas reaccionarias de cualquier índole a diestro y siniestro o rechazar la conciencia social sea hoy lo revolucionario. Lo considero peligrosísimo.
Chiloé
La gente siempre es la otra, nunca somos nosotros, ¿no? (Esto está lleno de gente, decimos, aunque nosotros ocupemos a su vez) Sabrosa cita la de Wilde.
EliminarComparto tu último párrafo. Defender lo reaccionario no puede ser nunca lo opuesto. Puede tener su tirón (lo cual ya aterra), ser moda o estar alentado por poderosos media y una oposición tan malsana como la que tenemos aquí, pero nada más. Hoy no hay ideología, hay promoción del caos, y si pueden procurarlo, pero ¿no es eso también ideología? Con el caos todo se detiene y lo que se para es siempre marcha atrás.
Esto me recordó otro de los sloganes del mayo francés con olor a publicidad: "Está prohibido prohibir" contradictorio o no. ¿Se lo sigue o se lo desdeña?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Bueno, reconozco que los eslóganes del Mai68 eran muy ingeniosos e innovadores, aunque luego se les dio la vuelta. Recuerdo aquel de que bajo los adoquines está la playa, me pareció siempre precioso. Prohibido prohibir era muy irónico, el lenguaje se presta a juegos impredecibles a veces.
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