Me gusta permanecer abstraída. A veces es una postura natural. Otras finjo. Nadie distingue. Él se pregunta en qué estaré pensando. No me dice nada. Permanece a la expectativa, aunque sabe que puedo pasarme así bastante tiempo. Me observa porque le inspiro. En realidad no le interesa lo que haya dentro de mi mente. Solo quiere examinar mis posturas o mis gestos. Si muevo mecánicamente la mano. Si bostezo. Si permanezco rígida o me agito de pronto. Con exquisita discreción me otea desde su rincón, sosteniendo un cartapacio sobre el que dibuja bocetos. Pequeños detalles que no se le escaparán. Mi peinado aún rebelde. Las ojeras. El color mortecino del rostro tras el sueño. El escote. La negrura del vestido. ¿Le servirá mi larga mirada a ninguna parte como sugerencia para sus esbozos? No le miro a él. No miro a ningún lado. En todo caso contemplo una zona del paisaje interior en el que me voy extraviando. No solo lo miro, más bien lo habito. ¿Serán mis brumas como las que pinta el artista? Sin embargo me deslumbra la luz tenue que él sabe dominar como si conociera mi alma. Mis penumbras. Mis amaneceres tibios. Los quehaceres a medias de los que frecuentemente me escabullo. Los desaliños o los aseos. Las largas noches encogidas. Si para algo sirve la indolencia de ciertos momentos es para que una se aparte de los compromisos. Pero incluso en mi dejadez ocasional él ve motivo para su obra. Salvo en los sueños. Quisiera entrar en tus sueños, me dice. Por muy observador que seas no los captarías, le respondo. No me preocupa la imperfección, replica. Me río y callo. Como si soñar fuera un mundo de defectos. De pronto se levanta. No habla nada. Ha mirado la transparencia del día que avanza y hace una mueca. Entiendo que se siente confuso. No le miro. Creo que él ha dejado de mirarme. Abandona los dibujos y sale.
A esta expresión de los ojos se le suele decir dejar vagar la mirada, aunque en este caso diria que en realidad está mirando algo de reojo. Si se fija parece denotar un cierto interés por lo que está mirando.
ResponderEliminarSaludos.
Pudiera ser, pero es o que tiene la mirada ida: que parece que se mira y no se ve.
EliminarEn no pocas ocasiones nos perdemos dentro de nosotros mismos.
ResponderEliminarNuestro interior suele ser laberíntico, Miquel.
Eliminarhe despertado tan desmejorada, que ya veo que hoy no me reconoce ni el Tato!
ResponderEliminarEn fin, me relamo de gusto, porque cuando este pintorzuelo finalice el cuadro y me lo muestre, le diré qué quizá este retrato es el de su puñetera madre; yo no soy esa, no esa mi dulce cara ovaada, no son esos mis ojos azabaches, tampoco es esa mi boca roja y sensual, ni cae sobre mis hombros mi melena dorada suavemente ondulada ... y esas manos, que parecen amoratadas de haber fregado a mano el piso, sujetando una taza basta que no merezco llevarme a la boca... no soy esa.... y cojo el retrato y se los estampo en la cabeza, a él si que le va a favorecer como sombrero... luego dirá que tengo mal carácter... hmmmm
Veo que te has metido en el papel y has salido en plan metoo.
EliminarSupongo que sabes de la obra que hacía el danés Hammershøi. Hace la friolera de quince años, si no recuerdo mal, vi una magnífica exposición de la obra de este pintor en Barcelona. Se hacía un paralelismo con la cinematografía de Dreyer. No recuerdo este retrato, sí otros cuadros de paisajes interiores de la casa y de exteriores. Me gustó mucho. No lo conocía y me quedé prendado de sus especiales atmósferas. Me sugirieron capítulos de una serie que fui escribiendo en el blog.
https://www.cccb.org/es/exposiciones/ficha/hammershi-y-dreyer/10917
tenía la tarde gamberra, ¡nada más! , estoy un poco sobrepasada de tanto metoo
Eliminarvi anunciada la expo, pero me pilló fuera de Bcn, gracias por el enlace, muy interesante.
Hiciste bien en ponerte gamberra, aquí se permite y se valora positivamente. Me gustó. Estamos sobrepasados de muchas historias de los que se creen que van a tocar cielos, pero hay que seguir. Avanti a piano macchina.
EliminarEsa persona seguramente sepa callar y asumir....bastará que le compense
ResponderEliminarEs que todavía no se había estirado. Se encuentra en la hora de la meditación.
EliminarHe conocido a alguna modelo de escuela de arte que pasaba largas horas posando desnuda delante de los estudiantes. Nunca me explicó qué pensaba cuando tenía que mantener determinadas posiciones durante un cierto tiempo en total inmovilidad y cambiar al cabo del rato a otra posición lo que permitía una relajación momentánea antes de empezar de nuevo. Esta modelo de un cuadro simbolista de Ida Hammershoi está en una postura relajada pero ¿qué postura es relajada cuando tienes que estar bastante tiempo posando en ella? No sé, francamente, no lo sé, si la modelo puede pergeñar un monólogo de conciencia equivalente al que hoy nos traes. Imaginemos que sí, la literatura requiere de lectores crédulos y si nos dicen que las vacas vuelan, tenemos que creerlo, y en este caso el soliloquio es interesante pues plantea la dialéctica entre el artista que quiere captar el alma misteriosa de la modelo para crear un símbolo que trascienda la pintura, y el interior rebelde de ella que sostiene que no será posible penetrar en ella, en sus sueños... Un diálogo sugerente. Aunque Wittgenstein escribió que a menudo quienes nos miran o nos leen saben más de nosotros que nosotros mismos y en cierta manera somos transparentes. Como bloguero quiero esconderme pero, sin duda, los que nos leen saben de nosotros mucho más de lo que pensamos -o eso creemos-. No lo sé. La modelo, su mundo interior, es el protagonista del microrrelato. Y él se siente confuso y se va, tal vez derrotado.
ResponderEliminarTal vez tenemos, yo el primero, una visión o idea estereotipada, tópica, de la pose y el artista, en general. Tal vez nos los imaginamos permanentemente el o la modelo posando y el autor entre el ojo y el pincel. Puede que hubiera otras vías, no solo esa. No he indagado, aunque estoy receptivo a que alguien me indique o me informe algo más de fondo sobre el tema de los retratos. Puede que hubiera diferentes pasos. Y más en una relación estable dentro de una vivienda, como en el caso del pintor danés y su mujer. Que hubiera bocetos en el mismo lienzo, no solo en hojas aparte, para trazar formas, posturas, ubicación del objeto. Y que la pose en sí fuera para captar más las expresiones íntimas. No lo sé.
EliminarPues no sé si darle la razón incondicional a Wittgenstein en este caso. No es que los demás sepan más de nosotros, en términos generales y no digo en los interiores, es que nos ven y observan de otra manera. Están colocados objetivamente, y en ese sentido pueden percibir lo que el subjetivismo nato de cada individuo obra como tope y dificultad. Pero percibir sensorial o intuitivamente no significa comprender lo que el otro procesa. En realidad esto nos remite a la interrelación humana. A que no es posible un aislamiento si quieres seguir viviendo (¿cuánto vivían los eremitas?) A que necesitamos estrechar sujeto y objeto, entendiendo que objeto es también otro sujeto para uno. Y luego está la apariencia, o la máscara. Podemos decir o mostrarnos sin la sinceridad que interiormente nos exigimos a nosotros mismos, y tenemos derecho a ello, es un mecanismo de defensa, ¿no? No es cuestión de entrar en detalles personales -tal vez en una charla de café directa se podría- pero desde determinadas ubicaciones -un blog es una de ellas- podemos mostrarnos con una imagen que solo es parcial, no digo falsa, salvo que se entienda que lo parcial falsea la comprensión total del otro, de lo otro.
En el relatillo la modelo juega con la ventaja de la confianza. Se abstrae porque no se va a dejar reñir, la confianza matrimonial acaso, o si incluso el pintor se lo ha planteado. Ignoro el fin del cuadro. ¿Para ellos solos?
Cuántos temas interesantes se podrían desarrollar, ¿eh? Disculpa mis imprecisiones, mientras haya vida la visión de las cosas está abierta y presta a ser modificarla. Un abrazo.
Que trabajo más arduo, tratar de desentrañar los pensamientos de otra persona. A mí, el retrato me transmite ¡ cansancio y diría que hasta cierto hastío por parte de ella.
ResponderEliminarPara mí es un logro del pintor. Es el menos retrato de todos los retratos que se han pintado. Ninguna pose, ningún porte aparente, ningún cuidado especial, me parece maravilloso. Yo veo una dignidad de mujer en vida cotidiana que me asombra. Por supuesto, nada de retrato para colocar en un ministerio o en la sala de estar burguesa o en un palacio renacentista.
EliminarMe gustan más tus pensamientos recreados que el cuadro en sí. Es curioso como enriqueces la imagen con tus palabras. Un saludo
ResponderEliminarEntiendo que nadie que lea el texto lo relacionará con la realidad habida entre un pintor y su esposa. Pero precisamente el poder de las imágenes es lo que destaca la aproximación a las palabras, a la ficción. Todo el que haya escrito tiene delante imágenes: bien de las experiencias vividas, en forma de recuerdos, bien de fotografías del pasado o del presente. Pero esto desde los primeros relatos, cuando aún no podía haber soportes de imagen. Pero la mente es el más poderoso soporte, la capacidad retentiva y la alteración de esta por parte del que escribía con imaginación.
EliminarJaaaj, gracioso el comentario. Pues su mirada parece estar mirando algo “como que no” mientras podría estar pensando algo así como “ esperaré a ver”...”. y mientras hace tiempo moviendo la cucharilla.
ResponderEliminarMe resuena a una expresión de tantas “criadas” casadas de siempre esperando su turno para....lo que sea. Pero nos enseñaron más o menos erradamente eso de “piensa mal y acertarás”
Game is over! Me encanta eso de las criadas casadas. Por supuesto nada más lejos de mi intención que relacionar el cuadro y la vida del pintor danés y su esposa con mi texto, o viceversa. De hecho, no sé casi nada de ellos. Probablemente si me hubiera informado antes no hubiera escrito. Así que ellos allí y yo en mi ocurrencia.
EliminarImaginé esa abstracción de la mujer, y al pintor captando su ausencia. Quién sabe en qué pensaba, o qué nada flotaba en su pensamiento.
ResponderEliminarUn abrazo
Si me dicen que se trata de una instantánea, del producto de una cámara fotográfica, me lo creería. Está reproducida con la frescura de la sinceridad cotidiana. Esa que al levantarnos nos dice lo que somos antes de ponernos para que otros nos vean (o el espejo exigente)
EliminarLa rigidez y la solemnidad en las poses ha sido una característica importante en el retrato en general. No solo, pero mucha, fue la influencia de la fotografía para que paulatinamente se fuera abandonando esa rigidez y en su lugar apareciera una tendencia hacia la naturalidad en la pintura. Curiosamente la Fotografia, menospreciada como arte en sus inicios, heredó durante un tiempo esa rigidez y solemnidad (hipotecada como estaba por las limitaciones técnicas de la longitud de la exposición sobre las placas). Así pues se daba el caso de que durante décadas convivieron esos estilos (por llamarlos de algún modo) hasta irse diluyendo gracias al avance de la técnica fotográfica. Hoy en día rigidez y solemnidad en la pose ya no son fruto de imposiciones técnicas (inmovilidad del modelo) y han pasado a ser algo intencionado.
ResponderEliminarMe parece ver una cierta idealización (en general) de las relaciones artista/modelo. Pero eso es otro tema.
Supongo que hay idealización en la idea que se tiene de la relación entre artista u modelo, como en otras circunstancias y actividades, pero, en efecto, sería tema largo.
EliminarLo de la rigidez o pose en la fotografía ha existido como quien die hasta hace poco. Ya no solo en las fotografías de orlas o primera comunión (ya nos valió, eh) sino en las de grupos, desde los escolares a los simplemente familiares en que cada personaje posaba aunque estuviera acompañado de varios más. Y aquella actitud entró en el imaginario personal, no solo el colectivo. Todos tenemos fotos de hasta hace pocas décadas de esa guisa hierática, aparente, de "que va a salir el pajarito" o posterior "pa-ta-ta" que se pretende dinámico, pero es una dinámica forzosa y ordenada.
Hay momentos así que pueden durar toda una vida. Me gusta este cuadro, que pinta algo muy difícil de fijar: el silencio.
ResponderEliminarEl silencio de dos, el más angustioso, ¿no?
EliminarOs sonhos são tão íntimos...o pintor poderá apenas interpretar o que vê e quem o admira ter uma percepção completamente diferente.
ResponderEliminarPara mim, a modelo chegou a uma encruzilhada, está indecisa, mas a decisão está já tomada.
Interessante o tema; obrigada pela visita
Beijos e abraços
Marta
Una indecisión en medio de una complicidad, sin duda. Obrigado, Marta.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarcuando vemos a alguien tan absorto siempre nos preguntamos ¿en qué estará pensando? Es un misterio que siempre quedará en el aire porque casi nunca decimos realmente lo que estamos pensando.
Salu2.
En efecto, y como mucho soltamos: es que pensaba que...pero a continuación puede que contemos otra película.
ResponderEliminarCreo que la abstracción la logró el pintor con creces; una abstracción que sugiere la proyección de un pensamiento mientras daba vueltas al café o el té o lo que sea... Imaginar las motivaciones de un momento plasmado por un pintor en un cuadro es harto difícil más allá de la interpretación que el espectador (entendido o lego) pueda apreciar en la obra...
ResponderEliminarTu relato establece hipótesis sobre lo que estaría pensado la modelo retratada y el pintor que pudieran ser posibles, al fin y al cabo las obras pienso que están pintadas y expuestas para que el espectador las convierta en imaginación y las haga suyas, que puede ser una forma de interiorizarlas y apreciarlas más...
Una cosa que me ha parecido ver al observar el cuadro: No sé si es una pareidolia por los dobleces o lo que sea del lienzo, pero en el cuadrante superior izquierdo del cuadro (derecho cuando miramos nosostros), a la altura de la cabeza, por encima de la oreja izquierda de la mujer, me parece ver una cara de un señor con una especie de melena o turbante y en el cuadrante inferior derecho (izquierdo desde nuestro ojo) desde el codo hasta por encima del hombro me parece ver una vasija, es como si detrás del retrato se reflejara o transparentara un tapiz u otro cuadro... No sé, a lo mejor son imaginaciones pareidólicas mías...
Abrazo
En una obra, del tipo que sea, y más si es creativa, todo está abierto y va en diferentes miradas. Es inevitable que el espectador establezca un vínculo con ella y yo prefiero ver una obra sin conocer el contexto y así suscitar dentro de mí sensaciones, sentimientos, interpretaciones. Ya vendrá después. si quiero, una información respecto al autor y lo que pretende.
EliminarRespecto a lo que ves...pues simplemente, que yo no lo veo, pero seguiré mirando.
Sí claro, yo también prefiero ver las obras sin conocer el contexto ni otras interpretaciones al uso técnicas o legas por las mismas razones que aduces...
EliminarRespecto a lo que veo (lo sigo viendo), da igual, seguramente es una pareidolia dando vueltas en mi imaginación; no tiene ninguna importancia (dicen que para ver estas cosas hay que dejar la mirada perdida como la del retrato, tal vez la mía se perdió demasiado y se adentró en la imaginación o el disparate)
Bueno, he oído que muchos pintores pintaban sobre un boceto o imagen anterior, no sé si será el caso. Pero son los rayos equis los que denuncian.
EliminarImporta, una vez visto un cuadro y recibir impresiones subjetivas , saber del tiempo, del autor, de la circunstancia, del episodio que narra. Y entonces nos exigimos una nueva visión, una lectura que puede o no ser igual. Además hay obras, pictóricas o de otra clase, que nos persiguen toda la vida, ¿no?
Si consigue llegar al mundo de tu alma y a las nubes de tus pensamientos elaborará un gran cuadro.
ResponderEliminarUn cordial abrazo, Fackel
Supongo que en este caso, en que el artista conocería -hasta cierto punto- a la modelo por ser quien era el autor llegaba y transmitía el mensaje al espectador para que también nos llegue. A mí por lo menos sí. Un abrazo.
Eliminar"contemplo una zona del paisaje interior en el que me voy extraviando" justo eso es lo que siento que el artista captó con maestría
ResponderEliminarProbablemente. Pero ¿los extravíos del otro/a van más allá? ¿Se verá la claridad como alternativa a la confusión? Quién sabe sino el propio portador.
Eliminar"Pero incluso en mi dejadez ocasional él ve motivo para su obra": és un motiu ben original aquesta mirada.
ResponderEliminarDebe ser por la confianza que le otorga el vínculo, ¿no?
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