QUIEN HUBIERA tocado tu piel sabría que era como acariciar el abrillantado salido de un alfar casi marino. Cual primigenio caolín tu materia virgen acunó en la noche oscura a la criatura engendrada que te ofrecía el hombre. Alejada hace tiempo, hoy aquella textura ya no está para nadie. Sé que no poco de ella quedó entre mis dedos -arcilla, humedad, fragancia, mirada, palabra, sensaciones- para que hiciera posible continuar mi entrañable y gozoso aprendizaje.
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Hace 21 minutos
Homeopatía táctil
ResponderEliminarAbrazos
Francesc Cornadó
Los objetos, como las personas, se rompen. ¿O es al revés? Nos curamos, parcialmente, con los satisfactorios recuerdos. Un abrazo, Francesc.
EliminarDe sol, espiga y deseo son sus manos en mi pelo......Hay nieve,hay fuego, hay deseo Allí donde me recreo.
ResponderEliminar(A.Vega)
De sol, espiga y deseo son sus manos en mi pelo......Hay nieve,hay fuego, hay deseo Allí donde me recreo.
ResponderEliminar(A.Vega)
Si los objetos hablaran...(incluso los objetos de deseo) Pero sí, hablan, aunque a veces solo los escuchen o los puedan entender pocos.
EliminarGracias por traer la canción de Antonio Vega.
Quizás nuestro reto en esta vida sea aprender a transformar nuestro mundo dejando huella positiva para quienes vienen detrás. Sin grandes pretensiones, sería bueno saber que cuando nos vayamos algo de lo que hayamos aportado servirá para inspirar, a su vez, a otros que valoren ese aprendizaje. Algunos objetos, como símbolos o testigos de lo que aprendimos, creo que logran transmitir el mensaje.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Sabes? Hace unos años yo hubiera dicho eso mismo, tenía una idea más o menos abstracta de una cierta moralidad acerca del significado del hecho de vivir, que no venía de ningún estamento ni religión ni sistema educativo ni menos de una noción de sociedad que por sí misma ella, la sociedad, lo tuviera claro, sino de una especie de mística a la contra, de edificar sobre lo que había antes o desierto o suelo gris (uno fue hijo de la época que fue) pero ahora no sé ya. Hemos enmierdado el planeta hasta tal dimensión, peso y densidad que dudo aún estemos a tiempo de transformar algo, al menos no yo, ni mi generación, y de las generaciones que llegan, que aún lo hace de manos del papá sistema, de la mamá mercado, y de sus papaítos circunstanciales que somos los de la anterior generación a ellos, no sé qué cabe esperar, y no sigo, Neo, porque no me siento creyente de futuro alguno y soy un escéptico del presente. Por otra parte, los objetos que conservamos siempre responden a un significado, y detrás hay personas, y detrás circunstancias y situaciones, y tiempos y planes y proyectos, pero han devenido recuerdo, como los objetos.
EliminarYo aún tengo esperanza, no porque idealice a nuestra especie, sino porque creo que existe un equilibrio más allá de nuestra voluntad que siempre tiende hacia la vida. Llámenme ingenua =)
ResponderEliminarOye, que respeto los estados anímicos y emocionales, la esperanza lo es, la desesperanza también. Ese equilibrio del que hablas es muy discutible; párate a pensar en ello. Los equilibrios nacidos de situaciones críticas anteriores en las sociedades humanas llevan el precio de millones de muertos, destrucciones, persecuciones, exilios en masa, explotaciones más masivas aún, etc. La historia del siglo XX ya es harto representativa de ello. La cuestión es que lo que llega siempre supone saltos cualitativos importantes: demografía bestial, explotación de recursos desmesurada porque el mercado está planteado para un consumo exagerado, parte del cual se despilfarra, materias primas de energía harto contaminantes, nuevas manifestaciones medioambientales dañinas para el planeta, ya las estás viendo, guerras locales y amenaza de una nueva general, potenciación de lo nuclear a tope, etc. etc., ya sé que ha sido feo por mi parte que nombre todo esto, para mí las únicas esperanzas son que la ciencia y la técnica proporcionen recursos nuevos y limpios, que el mercado los acepte y generalice,pero aun y todo los pulsos entre poderes son muy fuertes -fíjate en la guerra comercial desatada de momento muy fuerte entre USA y China- cuyos resultados son impredecibles y podrían conducir a algo más peligroso todavía...No te llamo ingenua, es que tenemos necesidad de creer que la sangre no llegará al río, vivir individualmente nos pide no verlo todo negro, en fin que el debate está sobre la mesa para el que quiera verlo. El equilibrio de las especies no es un designio de manos metafísicas, y el del hombre en concreto reside en sí mismo. Pero la voluntariedad no basta, si es que la hay.
EliminarCoincidimos también en que la voluntariedad no basta. Es necesario un cambio de pensamiento radical y no sólo de los que guían, sino, básicamente, de los que eligen a esos que eventualmente gobiernen. Pero no hay que decaer, hay que seguir demandando.
EliminarPues así llevamos algunos toda la vida, y ya va siendo mucha...
EliminarRespecto a la cuestión que plantea Neo, no si por pertenecer a circunstancias semejantes a la tuya, pues no podría estar más de triste acuerdo muy a mi pesar. Hasta no hace demasiado opinaba como Neo, ahora con todos los palos del sombrajo idealista caídos, cuesta mucho mantener un humorístico optimismo. Y no es mi deseo resultar pesimista, qué duele cuando uno siempre ha sentido cierto optimismo interior.
ResponderEliminarHemos pasado tragos y escaldado de situaciones que ya no nos permiten alegrías, ¿verdad? Los años (calma) o la inocencia perdida (ici, risas) o la perspectiva que se nos acortará (y si no, pues mejor) No sé.
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