Acostumbrados tenemos a los humanos a ver nuestra fronda. Pero en el invierno nos niegan la mirada. No saben admirar nuestra armoniosa escualidez. ¿Por qué nos ven solamente como adorno o como protección del calor? Aquí está nuestra arquitectura esbelta. Aquí nuestro ramaje ahíto de interrogaciones. Aquí el crecimiento silencioso de nuestra proyección. Aquí el símil y la verdad que los hombres no podrán repetir porque solo tienen una ocasión. Aquí nuestra metamorfosis rumorosa. Aquí la belleza de nuestra desnudez.
Hazfeliz al perro; nocuesta nada.
Hace 1 minuto
Y en esa belleza qué bien se cobijan nuestros sentidos y nuestra quietud. Mi existencia está llena de paseos en soledad entre los árboles. los pinares de Arévalo, la arboleda del Soto en Ávila, la masa arbórea de la sierra de Gredos, los chopos de la laguna... El árbol dice mucho de nuestra identidad.
ResponderEliminarY la forma del árbol, su manifestación a través de las cuatro estaciones...Un abrazo.
EliminarEs la mirada sensible la que se posa en cada metamorfosis para hallar la belleza con todos sus matices.
ResponderEliminarEs el hombre intrigado: nuestro asombro y nuestra intriga vinculados para entender lo que nos rodea. Tender puentes con las copas de los árboles desnudos es un ejercicio que deberíamos practicar para comprobar lo frágil que es también nuestra desnudez humana, más que la arbolada.
EliminarVenas del aire.
ResponderEliminarCierto, y esa estructura de relámpagos que es un placer contemplar.
EliminarMeditaba desde el metro sobre la vida, su belleza inicial su inocencia-ignorancia-frescura y cómo algunas especies arbóreas incrementan su belleza de índole escultórica con el paso del tiempo, muchas veces sin hojarasca.
ResponderEliminarEl Metro debe ser un lugar muy pertinente para meditar, como lugar de masa que se desplaza es mejor ensimismarse que observar a los especímenes ya tan archiconocidos, ¿no? Los árboles son verdaderas esculturas vivas. Con hojas perennes o perdidas, la savia los sigue tallando en sus entrañas. Son bellos con y sin. Con la belleza no se puede hacer remilgos, ni jugar a elegirla, porque entonces te quedas sin ella. La belleza es o nada es. Hala.
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