"Hay un poeta frustrado en cada hombre", hace decir Malcolm Lowry al beodo cónsul Geoffrey Firmin. Puede ser, pero, aparte de que la frase quede bonita, no lo interpreto. ¿Se frustra el poeta porque el hombre se frustra o porque el mismo hombre es extraordinariamente feliz? ¿O son los hombres frustrados precisamente los que sacan el poeta que tienen dentro para apaciguar su dolor? Estúpidas preguntas sofistas. Pero si uno no conjura sus quebraduras con el lenguaje de la poesía, ¿que otro exorcismo podría utilizar antes de entrar en choque con los elementos de la naturaleza? Parco o embriagado, el escribiente de nuestros días sale de sí para reclamar testigos o verse a sí mismo desde otra perspectiva. Hay más yoes frustrados de lo que parece en cada hombre, yoes sin rostro, sin definición, sin rumbo. Sin poesía.
(Fotografía de Francis Joseph Bruguiere)
Siempre puedes poner tu alma y tu necesidad al amparo de otras intemperies para vivir de otra manera el poema de las frustraciones.
ResponderEliminar¿Un encuentro de intemperies? Me suena la dialéctica que sugieres.
EliminarA mí me intriga más si hay un hombre frustrado en cada poeta...
ResponderEliminarFácil que lo haya: la poesía no es necesariamente la salvación, aunque se recurra a ella para ahuyentar fantasmas.
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