Me perturba la mirada triste tanto como me cuestiona. La mirada triste me inquiere y duda de mí. De alguna manera es un espejo, aunque no lo sea. No quisiera que me despreciara. Hay tantos seres por el mundo. ¿Por qué yo? Porque le miro con fijeza. Porque me arrastra a su mente, no para que participe necesariamente de sus ideas o de sus ocurrencias, sino para que comprenda cuanto hay tras sus cuitas. Porque su boca se contiene, no por el riesgo de hablar en vano sino por la prudencia del descreimiento. Mira con la mirada del escéptico que no se rinde pero que jamás triunfa. ¿Por qué a mí? El reflejo es así: hondo, persistente, desazonante. El eco es lo que viene detrás. La vida es una provocación. No hay rincón limpio para los que tenemos la mirada triste.
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Si tienes los ojos tristes pon una sonrisa en tu boca.
ResponderEliminarCaray, qué potente estuviste. Dijiste lo que yo he pensado sin molestarme a escribirlo nunca. Yo lo hubiera identificado con la empatía, porque me sucede otro tanto, y tus meditaciones las he tenido nítida o borrosamente. Pero lo has dicho muy bien, y desde esa comprensión emocional y velada, puedo decir que lo comparto.
ResponderEliminarFrancesca, se lo transmitiré al autorretrato por si quiere hacerte caso, eh.
ResponderEliminarRamón, hay algo en los espejos y en los autorretratos que nos hablan con tal verdad, como si solo fuera dirigido a uno, sin testigos, secamente (cortantemente, incluso con herida)
ResponderEliminarMira con la mirada del escéptico que no se rinde pero que jamás triunfa.
ResponderEliminarMe ha gustado, si bien el verdadero escéptico no triunfe porque le importe nada semejante cuestión. Quizás tan solo quienes lo deseen hablen de él. No lo se, en estos momentos ya me da lo mismo, solo trabajo y disfruto mientras lo hago, cuando no puedo más descanso. Un simple y sencillo ciclo más. Bsss.
Emejota, bueno saber de ti. Como todo, depende del concepto de escéptico que tengamos. Yo aún confío en el constructivo, en el que preserva una dosis de esperanza, en el que regatea el olvido y el abandono que a veces parecen querer regir nuestras vidas.
ResponderEliminarAún no he llegado al estado del "medalomismo", estado cuyo acceso es libre, por supuesto.
Un abrazo.
Sea que la sombra sonría y se deslice por los sucios rincones y los habite con esa mirada triste que ella voltea en broma, burla y piedad (que más no hay).
ResponderEliminarUna saludo con gusto por la lectura de tu texto
Burlona y medida, como si guardara su arcano para sí solo, tras sentenciar, no solo despreciar, a sus merodeadores, por aquello de librarse del hastío y la repugnancia.
ResponderEliminarSaludo y gusto mío por saberte por aquí.