Érase una vez un caracol subacuático, es decir subterráneo, que decidió emerger. Cuando las aguas descendieron hasta convertirse en simples, pero no menos valiosos, testimonios residuales el caracol decidió manifestarse. Mejor dicho, pudo hacerlo. Su forma no era casual. Había estado intentando durante tanto tiempo sin medida salir a la superficie sin lograrlo que la naturaleza, o dicho de otra manera, el esfuerzo y el resultado de la adaptación configuraron su forma. Geometría que a mi se me antoja burla desafiante al resto del contorno. Un ejercicio de acción-reacción ilimitado que le hizo crecer en profundidad y en proximidad, como si preservara su pasado y fortaleciera su presente, acoplados ambos tiempos sobre la misma morfología. No sé si habrá ser más antiguo. Los hay más transformados, más modificados en su contextura, más evolucionados respecto a su origen. Todo es cuestión de funciones. El universo es una dispersión -vida y muerte alternándose entre las especies y en relación con el medio- cuya expresión más incontenible es no cesar, multiplicarse, generar nuevas opciones o hacer que se eleven vidas anteriores. El caracol que un día emergió también supo renacer. Lo sigue haciendo. Acumula una genética que se pierde en lo no medible, pero fomenta nuevas expresiones en base a la propia. La fotografía de Martine Franck supo captar un instante y una disposición simbiótica. El caracol se reproduce sobre sí mismo pero se ajusta y se combina con seres que se adaptan a él. Mas esos seres, pasajeros y a su vez recurrentes, ¿no han heredado de alguna manera la estrategia del caracol? La estrategia del caracol no es un mero asomarse y encogerse: es resistir y empeñarse en un crecimiento irreversible. Seguir perdurando. Miro esos advenedizos y me miro a mí mismo, y de pronto intuyo que tal vez yo soy aquel que, allá al fondo, mordisquea un trozo de caparazón colectivo. Y ese instante de memoria lo es también de conciencia: yo soy mi caparazón, dijo el filósofo por excelencia de los caracoles. Creo que ahora que los caracoles saben que Martine Franck ha abandonado para siempre el suyo harán lo posible por hacer de cada muerte como ésta una regeneración multiplicada por innumerables miradas ahítas de belleza. No solo Cartier-Bresson supo elegir.
(Homenaje a Martine Franck, fallecida el jueves pasado. La foto es suya. De sus trabajos me he nutrido en bastantes ocasiones para ilustrar textos de este blog)
Se me ocurre que, si pudiésemos ver el universo entero a una distancia considerable, observaríamos su forma espiralada, o sea, en mucho se parecería a la del caracol.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
D.E.P.
ResponderEliminarOriginal e inteligente homenaje, seguro que le hubiese encantado leerlo. Seguro que los caracoles harán lo que dices a partir del penúltimo punto y seguido de tu post. Hasta los caracoles eligen.
ResponderEliminarNeo. Eso que dices me recuerda que he visto fotos de mundos planetarios con formas espirales...qué curioso Hay algo en la espiral geométrica que puede más que otras formas lineales.
ResponderEliminarBuen comienzo de semana.
Emejota: ¿una marca, un esologan, im anagrama...? Y pensar que a aquella gente que siento que ha (me ha) aportado no les veo nunca muertos...
ResponderEliminarMafalda, es el poder de la foto, mi homenaje resulta secundario.
ResponderEliminarAh, para mi Homenaje significa Reconocimiento. No requiere mayores alharacas ni acompañamiento de vino español, jaj. Y debe residir en nuestro convencimiento íntimo. Dudo siempre de los homenajes públicos con dinero público.
Hola compañero!..
ResponderEliminarOff-topic:
están fumigando Madrid que da miedo, lineas paralelas, el cielo blanco...
Seguimos mirando el suelo y preocupados por los partidos...
un abrazo.
Tula de Fractales.
Calla, calla, Tula. No sé si me da más miedo la fumigación de arriba o el envenenamiento de las masas con la Liga de nuevo. Señoras, señores: aquí no pasa nada, y ustedes deben dejar que pase para que todo siga igual pero peor. (Mensaje que llega a través de este puñetero mundo de sombras y torpes)
ResponderEliminarLa espiral es la materialización de las dos fuerzas del universo unidas, el Yin y el Yang.
ResponderEliminarMercedes, los complementarios, ¿no? Naturalmente después que la Naturaleza diseñara la geometría original los hombres se apuntan a utilizarlas para sus simbolismos. Viva la materia, y su larga mano.
ResponderEliminarGracias.
Que bonito blog , estoy escuchando esta música bellisima, los violines , llegue a este blog porque en google busque "Caracoles"..... gracias y saludos
ResponderEliminarGracias, Yael, por compartir el gusto por la música y espero que por las palabras. Puedes quedarte cuanto gustes, aunque no todo sean caracoles. Pero sí espirales de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
El Caracol tiene una forma fractal. Creo que su espiral sigue la fórmula de Fibonacci. Por ello contiene todo. La vida y la muerte. El todo y la nada. La armonía. El número áureo.
ResponderEliminarEl Caracol nos ayuda a darnos cuenta de que por mucho que avancemos vamos despacio y con la "casa" a cuestas.
Besos
El caracol...¡los ammonites! son anteriores a la nomenclatura y conceptualización humana. Si no existiésemos ellos seguirían en sus trece espiral. Es lo que me gusta. Que otros seres estén sin necesidad de que estemos nosotros. Luego los humanos buscamos analogías, metáforas, representaciones que nos sirvan para ilustrar nuestro mundo interior ¡mucho más complicado!
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