la muerte mira a los ojos tristes
de las adolescentes
que no abandonan jamás el canto
luego escucha una y otra vez
los desquites de la vida
perfumados
por las entonaciones de la ira y el sarcasmo
la única energía
y el incesante reto
que sabe demorarla
gota a gota
en su trago insaciable
Hermoso poema, la muerte nunca se cansa de beber el manantial de la vida.
ResponderEliminarQué guapa estaba Chavela en esa foto!
Saludos
Ohma, gracias, lo interpretas bien, pero Chavela se merecía mi leve homenaje.
ResponderEliminarSaludos.
Las amarguras serán un poco más amargas si ya no las canta Chavela Vargas...
ResponderEliminarMe encanta la foto suya que has elegido, y el poema que le dedicas.
Qué mujer tan especial y auténtica fue ¿no?
Maravilloso poema de homenaje a Chavela que describe a la perfección, verso a verso, cada empuje de su coraje para demorar la hora de un domingo cualquiera y bebérse de un solo y calmado trago.
ResponderEliminarAdmiro tus letras.
¿Quién nos desgarrará ahora...?
Quelle, las canciones están ahí. Delegaremos nuestras angustias en su poder. Seguiremos haciendo nuestras catarsis.
ResponderEliminarAunque no conozco demasiado de su personalidad, debió ser rompedora, sí.
Gracias por pasarte.
Por mi parte, Mafalda, seguirá siendo ella. Hoy la vida es demasiado líquida y no percibo cantores catárticos. O yo pido demasiado.
ResponderEliminarGracias por el estímulo.