Sé lo que me vas a decir, pasa y no te precipites. Ya sé que vienes de Sol y que en tu tierna solidaridad con la gente joven llegas más agitado y contagiado de su indignación que los propios manifestantes. Para muchos de estos la experiencia es nueva. Para los de cierta edad se multiplica: por lo que vivimos, por las esperanzas que mantenemos vivas, por lo que se repite, porque nada cambia. Y hoy te estarás haciendo la misma pregunta que yo. ¿De quién es la calle? Qué pregunta. Y que las objeciones sobre la ocupación popular del espacio público vengan de quienes siempre proponen que sea privatizado el espacio público tiene sus bemoles. Ellos que andan en la fiebre de privatizar el máximo posible de bienes y servicios públicos, ¿están autorizados para presumir de patriotas? Porque privatizar lo público es vender el país. ¿Están cualificadas, o mejor dicho, legitimadas, esas boquitas pintadas de los Gobiernos central y autonómicos para objetar sobre nuestra salida a la calle y sobre la libre disposición de la calle por la ciudadanía? Esas jóvenes promesas incumplidoras de promesas que no hacen más que denigrarnos, sin tener en cuenta el refrán que dice
por la boca muere el pez, y muchos otros carrozas de su partido que nunca creyeron ni en la sociedad ni en la democracia, no quieren acordarse ahora de su autoritario promotor suertudo, que murió hace unos meses, y que dijo en su día, ante las manifestaciones de los trabajadores aquello de:
¡la calle es mía! Suya y con las fuerzas del orden estatal a su servicio, dispuesto a sangre y fuego a que fuera suya. Suya y con el respaldo de una dictadura de sangre. Pero nunca lo fue. Podrá la calle ser tomada por la policía y por sus voceros de prensa bien pagados, pero ni aquel prócer mediocre logró que a la larga fuera suya ni estos retoños repolludos y oportunistas de la política neoliberal podrán conseguirlo. Si creen que con ejercer represión eliminan el problema, están dados. Pueden ganar una batallita pero la guerra que ellos y lo que representan iniciaron hace tiempo les estará carcomiendo el resto de sus días. Si tuvieran algo de pudor, algo de respeto a la sociedad (no solo al sector de votantes que les respaldó en las urnas y al que conciben como la única España a tener en cuenta, y a la cual también la están timando), si escucharan la sinceridad de las voces de la protesta, si meditaran sobre las justas reivindicaciones, tan obvias como legítimas, obrarían de otra manera. ¿Obrarían de otra manera? No sé, el chip autoritario lo llevan en los genes. No es la crisis lo que les acucia, es su propia incapacidad lo que les desborda. La suya y la de los sectores empresariales y financieros que han sido malos emprendedores, egoístas y despilfarradores, sin visión alguna de progreso o escasa dinamización de la economía que ellos llamaron nacional. Eso sin citar a las instituciones vagas por naturaleza del país, para las que los cuarenta y ocho millones de habitantes son un número y no muchas vidas. Andan perdidos, carecen de sentido de Estado mínimamente coherente, y los palos de ciego los aplican fundamentalmente contra las clases que no se libran de ser controladas fiscalmente. Esa pretensión de que paguemos todos la barbarie insaciable desatada las últimas décadas en la economía española es una infamia, un ataque frontal y un desprecio a la colectividad. A ese paso, van a fomentar con su actitud no un 15M, sino un 16M, un 17M, etc. La ineptitud de los gobernantes puede llevar a una rotura social sumamente peligrosa. Ellos están tuertos, pero llevan camino de acabar ciegos. Reivindico al hombre rebelde de Camus. Rebelde en su interior. Rebelde frente al poder injusto. Rebelde frente a la pasividad y la ignominia. Rebelde frente al futuro incierto y esclavo. Ese hombre rebelde que dice que NO para afirmar que otra vida y otras relaciones sociales son posibles.
(Fotografía extraída de El País de hoy)
El error está en la economía que los diferentes gobiernos han seguido en este país en las dos últimas décadas... Ahora pagamos los frutos de eso, y me temo que más los vamos a pagar en el futuro. Ojalá esté equivocado.
ResponderEliminarMagnífico. Inserto esta entrada como enlace en feisbuj (y agradezco tu comprensión)
ResponderEliminarCreo que esa opinión mantenemos muchos, pero algo no solo de los gobiernos que ha habido en esta finca, porque por Europa mira cómo andan las cosas. Se juntan varios factores. A las grandes empresas y a las financieras sobre todo se les ha dejado barra libre. Y la política fiscal ha librado a muchos de cotizar lo debido.
ResponderEliminarYa hemos empezado a pagar. Un abrazo, Ramón.
Gracias, Casilda, vía libre si te ha gustado.
ResponderEliminarSe puede decir más alto, pero no más claro ni mejor.
ResponderEliminarA mí ayer me emocionó formar parte (mínima, pero parte) de toda esa gente que dijo que nones, que la calle no es suya, que Sol (y con ella todas las plazas) representa la ausencia de miedo, de ése que pretenden imponer de nuevo. A pesar del final, de la indignación esta mañana al despertarme, por el desalojo y los detenidos.
Porque hoy, a las dos de la tarde, la asamblea seguía abierta y viva, aunque los 38º grados caían a plomo (doy fe de ello). Y había convocada concentración a las cinco de la tarde.
Un abrazo, antorcha.
Freia. Uno es hijo de la educación sentimental que recibió en otro tiempo y en otra historia del país. Por eso uno se expresa con sentimiento y cierta emocionalidad cargada de rabia.
ResponderEliminarTe felicito por vivir ahora este tiempo y esa aportación. Como dice un lema del 15M: quedándose delante de la tele no se arreglan los problemas.
El proceso va a ser largo. Un abrazo.
Crees que la vida es incendio,
ResponderEliminarque el progreso es erupción,
que en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.
Rubén Darío
Un abrazo.
Inmenso Rubén Darío. ¿Pensamos alguna vez que era un trasnochado? Sigue en vigor, es vigor. Solo la clarividencia denota la energía de los que tienen las cosas claras. Su Oda a Roosvelt, crítica e incisiva, directa y furibunda, habría que dirigirla contra ese oscuro dominio que llaman de los mercados, y que tiene sus intermediarios, sus ejecutivillos, en los gobiernos listos para el feroz asalto.
ResponderEliminarGracias, Diana, por ser tan sabia como oportuna.
Hola!
ResponderEliminarLos mismos que hicieron las revoluciones sociales fueron corrompidos al llegar al poder, es inherente a los humanos sin conciencia.
La verdadera revolución es contra la estupidez de uno mismo, de la cual no me libro.
ya no se trata de darle vuelta a la tortilla sino de no hacerla.
un abrazo desde una tierra envuelta en fumigaciones
químicas, para provocar el gran genocidio.
(como decía mi abuela: que Dios nos coja confesados)
Tula, sí, son complejos los procesos sociales y políticos. Gentes de buena voluntad ponen la carne en el asador y los arribistas traicionan. No hay revuelta colectiva limpia si no la hay personal, obviamente. Pero difícil compaginar ambos territorios. Y sin embargo, las revoluciones, cualquiera que sea la forma que tomen, cómo se desarrollen y cómo terminen, son efectos imparables en la Historia.
ResponderEliminarTiempos revueltos mentalmente, donde la gente se aferra a lo escaso que tiene y que cree un tesoro, y donde ciertos principios son olvidados...precisamente por nuestra estupidez.
Salud siempre.