me lo ha contado de seguido; creo que hay hombres que se encarnan en otros hombres, me ha dicho; hombres que traspasan el tiempo y que no se dejan afectar por los cambios; hombres que no temen la inseguridad de lo desconocido; hombres que vuelven a un oficio ya perdido y logran que recupere su nobleza; hombres cuya fortaleza no se exhibe desde la apariencia de un cuerpo; hombres cuya presencia no se afirma por emitir voces impositivas; hombres en cuyo silencio se percibe el temple; el extranjero del sur que me preguntó esta mañana por una dirección llevaba un gesto sombrío; parecía perdido, angustiado y lacerado por la extrañeza; apenas conocía nuestra lengua y solo un parte de baja médica me dio la pista; aquel hombre me transformó de improviso; le acompañé hasta el lugar que buscaba; qué importaba su rostro de cultura lejana, la humildad de su vestimenta, el paso atropellado, la insignificancia que arrastraba; con dificultad me dijo que era pastor; por el volante sujeto entre sus manos agrietadas supe en qué zona de la provincia se ocupaba de su tarea; en su cuerpo asténico y apesadumbrado creí reconocer a otro pastor antiguo; en su condición asalariada volví a sentir al hombre cuyas raíces son universales; un pastor hijo, un pastor mozo, un pastor padre; aquel otra vez estaba aquí; aquel que un día tuvo que abandonar el rebaño por la leva obligatoria y alevosa; este joven hirsuto y retraído de hoy había llegado desde valles lejanos donde los vientos abrasan para entronizarse con el viejo oficio; vi en él al hombre desarraigado; pero los pastores saben arraigarse, porque sus referentes están en el calor o el frío de sus pies; hombres intemporales, pobres, que volvían a encontrarse; sé que son de una encarnadura resistente; se crecen en lo extraño y lo inclemente; especie que se hace, tal vez elegida
(Fotografía de Jorge Molder)
Fackel, es verdad,admira ver a ese hombre gris, anodino, perdido entre la multitud de la ciudad,luchar a brazo partido con el día a día, pero con un coraje y una dignidad que conmueven.
ResponderEliminarExcelente tu escrito, amigo.
Un abrazo.
¿ Qué nos une con esos hombres? ¿Envidia? ¿Qué sentimos frente al héroe que se nos muestra en su pureza más desgarrada y limpia? ¿Exigimos, devotos, su bendición aunque sepamos que ésta puede venir con la forma de la mano en el naufragio o el cuchillo en el umbral del hambre?
ResponderEliminarSobra decir que, como siempre, el texto es contundente.
Me has emocionado. Lo estaba sintiendo. Bs.
ResponderEliminarMaría, y si a eso le añades la soledad implícita de su condición de emigrado...Un abrazo, gracias por opinar.
ResponderEliminarMe he quedado fascinado con el relato.
ResponderEliminarL, puede ser como dices. Y un extraño azar por encima del funcionamiento del tiempo y del espacio. Cuántas cosas pueden venir a la mente de uno ante un hombre extraño, ante el hombre necesitado, ante el hombre que golpea por recuperarse dentro de sí, ante el hombre recordado, ante el hombre de oficio, ante el hombre que vincula territorios con su mera presencia, ante el hombre de dentro cuestionado por el de afuera...muchos hombres se entrecruzan, aunque físicamente solo eran dos, que se cruzaron casualmente. Pues no. Las vidas cruzadas son algo más que cuerpos físicos y situaciones físicas. La mente se pone en acción y entonces...
ResponderEliminarEmejota, pues mira, me alegro. Sentir emoción es la expresión más inteligente del ser humano. Palabra de alguien que ha padecido mucho en materia de emociones.
ResponderEliminarGallegorey. Las vidas concéntricas que vivimos son las que nos aportan fascinación realmente. Muchas gracias por tu presencia, me estimulas.
ResponderEliminarMe lo puedo creer, pero bien sabes que la sister aquí presente tampoco se quedó corta, había que vivir, hay que seguir viviendo.... ¿no? Bs.
ResponderEliminarPor supuesto, Emejota, el mismo cielo nos cubre a todos. ¡Seguir viviendo! Recuerdo un lema que hace treinta y tantos años utilizaba una asociación vecinal con la que colaboré: "simplemente se trata de vivir" (la intención era estimular el afán por mejorar el barrio y sus asistencias) Lo que entonces me pareció una frase perogrullesca me entró al inconsciente, y se me hace presente continuo. Que cada cual le añade los matices y el grado que pretende y puede alcanzar.
ResponderEliminarHas estado bien poniendo la guinda, sister.
Es que el tiempo solo se vuelve corrupto cuando lo desalojamos con labores infructuosas.
ResponderEliminarHay seres que no miden el tiempo,viven en su espacio sin limitarlo con prisas, renuevan lo primitivo siendo ellos mismos ,los del principio, sin alteraciones contaminantes. Hay algo de ellos en todos nostros, solo que lo camuflamos llamándolo evolución y acaptamos la descomposición del verdadero origen.
Integro tu escrito, me acerca a tu modo de pensar.
Saludos
Cierto, lo inútil de nuestras vidas es lo que nos cuestiona el tiempo. Muchos seres se integran por necesidad en un mundo que no es el mismo del que proceden, pero se encuentran con que tal vez no resulta tan lejano al menos en algo, como acaso en un oficio.
ResponderEliminarGracias.