"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 5 de septiembre de 2011

Los buscadores


Hubo algunos textos del Libro del Desconcierto que circularon independientes de la edición íntegra de la obra, como si fueran otros relatos. Se trataba de aquellos escritos de contenido amoroso o claramente erótico que fueron desgajados del conjunto porque gustaban de manera especial a los funcionarios y a los religiosos, aunque estos no lo reconocieran en público. Los censores de la moral ajena siempre han tenido doble rasero. Y aprovechando su influencia han reservado en beneficio propio lo que ellos han considerado interesante para sus placeres y sus diversiones. Al desconocerse el autor del libro resulta un enigma entender cómo aquel supuesto erudito mongol que lo escribió pudo desarrollar tantos enfoques, y hacerlo desde perspectivas y estilos culturales y narrativos tan diferentes. Acaso no se trataba de ningún nativo sino más bien de algún árabe o de un persa acogido en sus territorios por razones que no podemos saber. Tal vez había sido un viajero que tras recorrer regiones distantes y tocar también costas occidentales decidió retornar a sus orígenes. Incluso la variedad de estilos y géneros que cultivaba hace pensar en que pudiera haber existido más de un autor y hay estudiosos que concluyen que todo consiste en una recopilación fidedigna de textos de tiempos y culturas transversales. Pero tampoco hay suficientes elementos de comparación por los que se pueda deducir y aseverar que ese agrupamiento de historias es un hecho. Todo son conjeturas y periódicamente se organizan encuentros de estudiosos de literaturas antiguas, incluyendo las de civilizaciones perdidas, promovidas por la Comisaría de las Artes y las Letras de Estambul. Desgraciadamente, los congresos sirven más para el ocio que para el estudio. Y así se impone recorrer determinadas rutas al interior del país y a las naciones próximas, efectuar opíparas cenas y después asistir a algún espectáculo de derviches en plan privado y más riguroso con el contenido de la mística sufí. No falta tampoco el animado deambular por la noche secreta de la ciudad, donde todo es posible. Hasta se puede experimentar en propia carne algunos de los episodios que la narración antigua parecía haber confinado exclusivamente a su impresión. Al final, las conclusiones de esos debates no resuelven nunca ningún enigma, sino que generan otros nuevos, pero eso permite establecer una nueva cita de futuro para los especialistas. Uno de los asistentes al último congreso, hombre de apariencia taciturna y de avanzada edad, hizo hincapié en el doble e incluso triple sentido de muchos de los relatos incluidos en el libro. Afirmaba que los textos del Libro del Desconcierto juegan objetivos paralelos y que unos podían permaneces latentes y soterrados por los otros. Contra su criterio se manifestó una mujer joven y perspicaz, no con demasiada experiencia pero sí con bastante intuición. Esta mujer, especialista en culturas del Asia Central, mantenía además que la esencia de los mensajes era en todos los casos de carácter fundamentalmente erótico y que, cuando éste resultaba demasiado evidente a los ojos de la censura se desviaba hacia un canto a la naturaleza en general. Pero el hombre taciturno aseveraba que en extraños rincones de aquellas historias sobre la naturaleza humana se refugiaban sutiles críticas a la naturaleza de las cosas públicas, es decir, de la gobernación y sus abusos. Realmente, los criterios del hombre y las valoraciones de la mujer no eran contradictorios. Ambas opiniones eran posibles y en privado se reconocían el uno a la otra que lo que manifestaban eran hipótesis y que, si bien bastante fundamentadas, no alcanzaban el grado de demostraciones que el resto de profesionales esperaba obtener.






(Ilustración de Norberto Guillermo Gandini)


6 comentarios:

  1. Tan interesante y ¡que bueno seguir aprendiendo con tus entradas!
    Como la vida misma, ya entonces, producto siempre de lo más granado de cada cultura.
    Esa imagen, para variar, cautiva. Beso.

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  2. Emejota, gracias por compartir esta lectura.

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  3. empezamos la nueva temporada, Fackel...

    ¿estás preparado para lo que se avecina?

    ¿Te has tomado el Cola-Cao?

    ;)

    un abrazo

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  4. En cuanto al oscuro gusto de los censores por deleitarse con lo censurado, yo mismo (y muchos ciudadanos españoles) supe años después de que al dinosaurio le apasionaba la cinematografía; tanto propia como ajena.
    Y en cuanto a la polémica de si hubo o no más de un autor, realmente qué más da?. ¿Acaso no somos todos fruto de una cultura heredada de quienes, a su vez, heredaron de otros anteriores?.
    Un abrazo...

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  5. Muy bueno, José Luis. Ciertamente el dinosaurio sangriento era un hipócrita de tomo y lomo. Si le hubieran aceptado en la Masonería en el momento que él pretendió, acaso España se hubiera librado de un dictador.

    Y lo que dices...cuánta razón te asiste. Todos somos hijos de culturas heredadas. La historia es siempre muy sincrética. La llamada globalización actual es el mayor de los sincretismos conocidos en la historia de la humanidad, por supuesto. Me da risa que a estas alturas se reivindiquen entre algunas organizaciones tribales nacionales diferencias dudosas.

    Bienvenido.

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  6. Stalker. Vengo viviendo la "temporada" desde que tuve uso de razón adolescente. ¿Nos sorprenderemos de la repetición de lo que ya hemos vivido muchos? ¿Digeriremos afrontar la realidad de que no fuimos Ulises resistiendo a los cantos de sirenas y combatiendo victoriosos a los monstruos de los mares procelosos? He encargado a mi otro Yo que me amarre al mástil, por supuesto. Deberé sujetar mis emociones, ponerme cera en los oídos para no escuchar necedades y beber de Omar Jayyam, y otros, si es necesario para no perecer a la carencia de bondad, de estética y de pudicia.

    Resistir. (Y hacer)

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