La humildad de las piñas. Despojadas ya de su fruto. En otro tiempo sobrevaloradas como fuente de energía de cocinas modestas, que eran la mayoría. La belleza de su forma sigue latente, aunque se aje y se consuma. Me gusta contemplarlas cuando salgo al campo. Tomarlas entre mis manos, pringarme con la resina, frotar su textura áspera, pulsar sus gajos cohesionados en una suerte de fractalidad perfecta que me maravilla. La infancia está cargada de esta imagen que hoy apenas se recuerda y menos se reconoce. Los piñeros, aquellos hombres rudos vestidos de pana gruesa, vociferaban su venta por las calles de la ciudad con sus carros tirados por mulas. Carros trenzados por una inmensa malla que contenía las piñas. Los vecinos con más recursos las metían en sacos y las mujeres más humildes las recogían en sus faldas amplias. Tiempo de piñas. Ellas prendían el fuego inicial. El carbón o el cisco lo consolidaba. Mucho ha cambiado desde aquellos tiempos de sacrificio y ajuste cotidiano. Menos la forma de la piña. Ella sigue en su propia estructura contundente y firme. Apiñada. ¿Lo están todavía hoy los hombres? ¿Nos sentimos un solo cuerpo? ¿Nos congregamos con la misma compactibilidad que ellas? ¿Sentimos ser conductores de la energía que prenda el ambiente y lo transforme? ¿Reconocemos nuestros frutos como ellas aceptan entregar los suyos? Oh, piñas generosas. Permitidme esta invocación, pues los hombres necesitan reencontrarse en vuestra imagen. Saber de qué son capaces o qué clase de inutilidad les vuelve inhábiles para los nuevos desafíos.
(Mañana a estas horas, tras una jornada de resistencia por la que he optado, sabré algo más acerca de si somos como las piñas o nos hemos perdido)
(Mañana a estas horas, tras una jornada de resistencia por la que he optado, sabré algo más acerca de si somos como las piñas o nos hemos perdido)
En Portugal se siguen vendiendo las piñas piñoneras.
ResponderEliminarRespecto a la huelga: ¿sabe el gobierno lo que hace?, ¿es posible otra forma de llevar un país?....
un beso.
Además las piñas son como pequeñas obras de arte de la naturaleza, tan perfectas. Está muy bien la expresión ser una piña. Nos gusta ser una piña.
ResponderEliminarYa casi había olvidado el olor de la piña al frotarla entre mis manos, el sabor de su pequeño y escondido fruto. Lo extraña y llamativa que me parecía su forma en mi infancia.
ResponderEliminarHe de recorrer de nuevo los pinares.
Sí los hombres nos seguimos congregando como piñas, sobre todo en los campos de fútbol.
Necesitamos sabia nueva.
Se me fue la "b", y debio de ser el inconsciente, pues hacen falta sabios para arreglar esto.
ResponderEliminarA estas horas, después de la jornada de ayer, ¿qué piensas? ¿Seguimos siendo piñas o sólo esas pastillas artificiales con las que a veces se intenta prender un fuego?
ResponderEliminarEspero con ansia tu reflexión.
Una piña más
Apiñada en los números de una realidad que me cosifica, llego hasta tu Antorcha, Fackel. Son ya muchos los sitios que amo donde te encuentro y los amigos comunes que compartimos, así que me he animado a entrar en tu casa y, con tu permiso, por aquí me quedo.
ResponderEliminarQué más decirte: la cita de Asklepios de Miguel Espinosa me ha emocionado profundamente.
Te iré conociendo poco a poco.
Un saludo afectuoso.
Piña si pero no tan prieta como algunos hubiéramos deseado.
ResponderEliminarVeremos que fuego prende de todo esto.
Saludo solidario.
Tula. Menos mal que nos queda Portugal, ¿no?
ResponderEliminarSupongo que hay otras maneras de llevar el país. Y otros modos en que los ciudadanos podríamos intervenir. Pero ¿queremos poner el cascabel al gato sin que otros felinos acechantes no caigan sobre todos nosotros? No tengo bola de cristal. Solo buenas intenciones.
No decaer.
Eastriver. Ser una piña e suna cosa y caernos del pino e sotra. ¿Dónde nos encontraremos?
ResponderEliminarLluvia, bienvenido/a. Sí, también acudir a los estadios y a los grandes almacenes exige un apiñamiento. ¿Pero del mismo cariz? Me gusta ese detalle último: necesitamos savia nueva. Pero nadie puede quedar al margen. ¿Entendemos solamente por savia nueva a las generaciones jóvenes? ¿No podemos renacer cada uno de nosotros y recuperar una savia? La experiencia asimilada es savia.
ResponderEliminarGracias.
Parece que hoy es día de llegadas inesperadas. Gracias, Isabel, por arriesgar tu tiempo y tu paciencia. El libro de Espinosa es para leerlo calmadamente. Mucha conceptualidad gratificante y deconstructiva. Sin alharacas. Avanzo poco, pero me regusto en sus ejercitaciones.
ResponderEliminarSeguimos. Salud.
Ay, Ataúlfa. Soy de digestiones lentas y, en ocasiones, pesadas. Los tiempos (incluído el mío propio) me están volviendo muy cauto y prudente en algunos temas. Por ejemplo. En no confundir deseos y realidad. Y ésta propende en mi a ver las cosas de manera pesimista o al menos dificultosa. Hace tiempo que desconfío de los rituales, los símbolos y los ejercicios de demostración de fuerza. Tienen que llegar representaciones nuevas (como la savia nueva de Lluvia) Y sin embargo, aún los apoyo. Acaso porque no hay otra manera de expresarse a veces. Ayer hubo un cierto apiñamiento, sospecho. Pero no puede ser de otra manera. La sociedad está muy pluralizada, muy atomizada, con muchos sectores con una falsa conciencia de sí mismos. Me pregunto si hoy día en España no habrá más empresarios que obreros y empleados. Claro que un tipo de empresarios en la línea frágil de la proletarización, cuando no de la miseria. Pero ya se sabe cómo piensan. Quiero reposar pensamientos. Y estar expectante.
ResponderEliminarDe todos modos, o hay un salto o se produce un retroceso. Y eso dependerá de los próximos y cortos meses o semanas.
¿Tú lo has digerido ya?
Ataúlfa. Con lo del salto y el retroceso acabo de decir una perogrullada propia del Calendario Zaragozano de otra época. Cuando decía aquello de que habrá calores en verano y frío y lluvia y nieves en invierno. Pero, ¿cómo precisar más?
ResponderEliminarAragonía, me alegra tenerte por aquí. Me temo que es como dices. No tan prieta ni por el forro. Esperemos que no corran algunos a apagar el fuego antes de prenderlo.
ResponderEliminarEstemos.
No, Fackel, yo tampoco he digerido lo ocurrido, a estas horas ya anteayer. Necesito más tiempo para pensar. Por una parte me siento orgullosa de haber visto tantas gentes diversas unidas, pero ¿sabían verdaderamente el porqué? Después la violencia de algunos, permitida -creo- por los otros para reventar la libertad. No lo sé, no lo tengo claro, todavía necesito un tiempo para pensar. Igual, creo que seguimos mal y probablemente iremos a peor. A ver que nos cuenta mañana Zapatero, qué sé yo. La UE, el FMI y las agencias estas que ponen A's no creo que lo pongan fácil. Y tienen como cómplices a los medios oficiales y a la gente que no piensa por sí misma.
ResponderEliminarTenemos que reflexionar, amigo, profundamente, además.
Un abrazo y fuerza para el discernimiento
Fackel:
ResponderEliminardespués de bastantes vueltas al Sol he llegado al convencimiento de que la revolución es interior y personal, la social es como imposible, pero solo es una opinión.
un abrazo.
Ataúlfa. A mi me gusta obervar y escuchar a la gente común que se atreve a manifestar su disconformidad que a muchos sindicalistas y políticos. Es ahí donde está la salsa del debate.
ResponderEliminarCoincido contigo en que las expresiones violentas no vienen a cuento, solo sirven para denigrar a los que salen a la calle con buenas intenciones. Supongo que hay manos negras, es una constante histórica.
Calma, mucha calma (Martín Gaite dixit)
Tula. Por supuesto que uno tiene que procurar por sí mismo. Pero uno no vive en el desierto y ya que establece vínculos con el medio también desea sentirse alguien en el medio. No creo que esté reñida la revolución interior con la participación en conquistar esa materia dura llamada Sociedad y, por lo tanto, en sus expresiones. ¿Que ese intento no ha dado resultado siempre? Evidentemente. Tampoco la conquista personal resulta siempre. ¿Cuánto hay en ella de logro y de fracaso? Es secreto de sumario de cada uno, naturalmente. No, no creo que lo social sea imposible y lo personal probable. Al menos que se viva en burbujas. Y tampoco las burbujas garantizan nuestra protección. En fin, cada uno tiene sus propensiones y sus esperanzas.
ResponderEliminar¿Recuerdas aquella frase de "o nos salvamos todos o nos condenamos todos"? No es bagatela ni axioma. Pero algo hay en ella que siempre me hace pensar.
Salud y estímulo cotidiano.
Preciosa tu salutación-invocación a las piñas.
ResponderEliminarTe deseo el hueco suficiente, la carencia necesaria para el don y la resistencia (tú de eso sabes, hermano)
abrazo
Oquedad...vacío...alma...Qué cosas tan hermosas me deseas. Y la vida simplemente un intento. Llenar los espacios imposibles. Y en ello estamos.
ResponderEliminarGracias, hermano. Un abrazo.