Escribe en las vigilias interferidas al sueño. Se despierta de improviso -nunca se sabe por qué uno se desprende del fondo de una ensoñación arrebatadora- y hurta la última imagen. La postrera imagen de un sueño interrumpido es fronteriza y nunca queda claro si pertenece a una orilla o a otra. Entonces escribe para reconstruir la historia soñada o simplemente para conjurar la pesadilla. Sospecha que escribir es eso: disputar a los sueños una parte transgresora de la realidad. Con frecuencia se guarda lo escrito suspicaz y recelosamente. No quiere que nadie entre a saco en lo poco que le pertenece.
(Fotografía de Jorge Molder)
Entro despacito, sin hacer ruido.
ResponderEliminarY sin prejuicios.
¿Sabes que me parece un texto maravilloso? Recuerdos de una imagen entre dos orillas... eso es la poesía, seguramente.
ResponderEliminarA veces la vida queremos formarla de pedacitos de sueños, por eso intentamos rescatar aunque sea, una mínima imagen. Me ha gustado tu escrito.
ResponderEliminarUn saludo
Y sin embargo ese`poco es lo más importante de uno mismo. Creo.
ResponderEliminarSaludos
Esa prudencia, ese respeto y ese valor los estimo. El aforístico no es ningún huraño, no temas, Rat.
ResponderEliminarRamón. Gracias por tu estímulo, tú lo tienes más claro que yo. Me cuesta mucho saber definir los conceptos, porque son más abiertos de lo que parecen. Un abrazo.
ResponderEliminarBienvenida, Carmela. Es probable que sea como dices, pero nunca se sabe qué es primero si el huevo o la gallina. Yo creo que unos sueños generan otros y estos otros y así hasta el infinito aparente que es nuestra limitación vital. Y en ese dejarnos arrastrar por los sueños hacemos cosas que parecen fundamentales a los ojos de los demás, pero que acaso sólo son secundarias para nuestro dejarnos llevar.
ResponderEliminarSigue por aquí cuando desees. Un abrazo.
Aquí, no te quepa duda. Los sustratos, todo eso que va quedando tras tanto ejercicio, experiencia y movimiento del vivir cotidiano es lo que nos vertebra y nos explica. Pero sólo lo sabemos cada uno. Y somos celosos en preservarlo, creo. Son nuestra seña de identidad secreta.
ResponderEliminarGracias por pasarte.
Si, la frontera entre el sueño y la vigilia es confusa casi siempre.
ResponderEliminarun abrazo, deseando que la Luna crezca.
Bien por saber de ti, Tula. Si sólo fuera confusa esa frontera...Pienso que son los territorios de ambas orillas los que no son tan luminosos como nos hacen creer.
ResponderEliminarUn abrazo