No importa que los hombres de barro hablen lenguas diferentes ni mantengan costumbres extrañas entre sí o que les separen los conocimientos que cada necesidad ha aguzado. Esta situación en absoluto les aleja, sino que más bien les complementa. Más allá de sus diferencias, comparten otras propiedades. El talante de aproximación, la curiosidad por saber acerca de lo que sabe el otro, la comprobación de que todos han sufrido experiencias análogas de sufrimientos y penurias. Y principalmente, la aspiración a superar los infortunios. Unos huían de la sequía, otros de las guerras tribales, otros de la hambruna, otros del agotamiento de los recursos de la tierra, otros de la eliminación de especies que puso fin a su condición de perpetuos cazadores. Esa aleatoria suerte les relaciona. Ese intento por llegar a nuevas perspectivas les otorga superación. Su heterogeneidad, sin sospecharlo todavía, les va a hacer más potentes. Están en una encrucijada. La fe inicial e inquebrantable en los caballeros va a ser cuestionada. No les basta la ostentación de la fuerza, que por sí no les conduce a una tierra nueva. La agrupación de los hombres de barro ha recorrido demasiado trecho como para paralizarse. Tienen conciencia de ello. Se tientan en la conspiración. Algunos manifiestan una lucidez inusual. Son valerosos, no porque esgriman los filos de las armas, sino porque proponen a los demás lo que los caudillos son incapaces de mostrar. Son individuos serenos que no persiguen ni la fuerza ni los bienes para sí mismos.
Maestro:
ResponderEliminarte he dejado un caramelo en mi blog. Pasa a degustarlo, te va a encantar,
abrazos
Hermano, no se me ha pasado desapercibido. En cuanto disponga de un rato extenso lo otearé. Espero que no sea un combate entre dos pesos pesados. Prefiero que sea un encuentro fogoso o calmo entre dos experimentados amantes...de la poesía.
ResponderEliminarBon dilluns.
¿Cómo va a ser un combate, maestro?
ResponderEliminarEso es imposible, habida cuenta de quiénes son...
salute