Y entonces ya no es la duda siquiera; ni es la sospecha; ni la intuición; ni la certidumbre; el espíritu del silencio pace sobre su alma; se extravían las melodías; se ahogan las voces; se espantan los ecos; se imponen las sombras; se ausentan los aromas; dejan de manar los flujos que podrían calmar su sed; nada suena; nada se emite; nada se pronuncia; no hay resquicio de luz; no se filtra bajo la puerta el halo de lámpara alguna; no se cuela ni un minúsculo rayo del sol tras la persiana; nada vibra; dónde se fugaron las voces cadenciosas y suaves; dónde andan las revelaciones del deseo entregado; dónde se diluyeron las citas prometidas; dónde quebró el puente tendido; nada se desliza; nada conmueve su espacio profundo; nada puede debilitarle más; no hay propuesta que le nutra; quiebran las resoluciones; se deshacen las esperas; se ignoran las lecturas; se vacían las letras antiguas; se descreen los recuerdos; se pulveriza la memoria; se retorna al origen ignoto; todo es orfandad; todo desidia; todo frialdad al raso de la noche; todo se desentiende; todo es privación; tan sólo abre el último libro y halla aquel poema de Idea que le expresa todo, que le dice todo, que le quita todo:
No sé quién soy.
Mi nombre
ya no me dice nada.
No sé qué estoy haciendo.
Nada tiene que ver ya más
con nada.
Tampoco yo
tengo que ver con nada.
Digo yo
por decirlo de algún modo.
(Idea Vilariño, 8 de abril de 1962)
(Fotografía de Martín Stranka)
Usted dice más que Idea Vilariño. Sin duda.
ResponderEliminarAnónimo. No sé. Idea Vilariño hablará por ella. Dice mucho. Lo dice bien. Su obra es vida. Es dura, profunda, descreída, amarga, de vuelta. Pero es vida. Podría interpretarme a mi, tal vez. O yo dejarme llevar por ella. No sé. Yo entiendo sus letras. Están llenas de verdad, de sentimiento, de necesidad, de búsqueda, de todo. Ella es poeta de verdad. Yo sólo me dejo envolver por las letras. Gracias por su comentario animoso.
ResponderEliminarMejor certero que animoso.
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