Le desbocan las letras de Octavio Paz. Pero también le nombran. Cuando él se aproxima, Octavio está de vuelta. Le matizan. Cuando él cree haber hallado una clave, Octavio dispone varias. Le sujetan. Cuando él pretende su dispersión, Octavio le ciñe con todas las visiones. Si el día le ha golpeado con la tenacidad de los elementos, el poeta allanará su camino. Si la noche le empapa de congoja, el poeta le calma la sed. Entonces su pecho palpita, su silencio clama y se rubrica en el redescubrimiento de sí mismo. Y escucha la voz de Octavio...
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
(Fotografía de Javier López Rotella)
¿Sientes que alguien te deletrea o te lee a ti también, Fackel? ¿No te has sentido nunca una nota en una partitura que se interpreta desafinadamente?
ResponderEliminar¿Es que somos otra cosa diferente a notas en una partitura interpretada desafinadamente? No hay más que observar el orden del mundo a nuestro alrededor...Pero, a pesar de ello ¿no crees que nos tienta la búsqueda de la armonía? Y luego, nuestro propio margen interior...Sí, es importante que nos deletreen y que nos interpreten afinadamente. Es importante sentir que se comparten las soledades. Nadie nos garantiza la fortaleza si no sentimos.
ResponderEliminarF a c k e l
ResponderEliminar